PSICOLOGÍA

Mentir para no parecer un mentiroso

La reputación es un factor clave de la presión social y puede forzar a engañar a los demás cuando se anticipa que la verdad puede parecer sospechosamente favorable.

¿Sería capaz de mentir para perder dinero? ¿Sería posible si aparentemente mejorar su reputación? Varios estudios universitarios publicados en Estados Unidos en la Revista de Psicología Experimental han demostrado que la respuesta es afirmativa. Los seres humanos son capaces de renunciar a algunos beneficios para no parecer mentirosos aunque en su propia acción sea necesario engañar.

La intención de los investigadores era descubrir hasta qué punto alguien podría ser un embustero para mantener una reputación. "Anticipamos que las personas pueden mentir para parecer sinceras en los casos en que la verdad les es muy favorable, de modo que decir la verdad podría hacer que parezcan farsantes para los demás", escriben en su ensayo en la Universidad de Jerusalén.

Mentir para recibir una recompensa menor

Para sostener la teoría se desarrollaron varios experimentos. El primero se basó en recompensas económicas y reputación social. Más de un centenar de estudiantes jugaron 'on line' a un programa aparentemente de azar. Debían informar en privado de sus puntuaciones y recibían aproximadamente 13 céntimos de euro por cada jugada exitosa. El programa estaba manipulado para que la mitad de los estudiantes tuvieran juegos perfectos. Entre ellos, el 24 % mandó un informe con menos puntuaciones perfectas de las conseguidas. Mintieron aunque iban a recibir menos dinero. En cambio, la mitad que jugó con resultados aleatorios sólo tuvo un 4 % de chanchulleros.

Sólo había que engañar a una persona. Sólo había que tener en cuenta a quien recibía las puntuaciones a la hora de valorar la reputación propia y, aun así, se optó por la mentira para no despertar suspicacias por su fortuna. "Cuando las personas obtienen resultados extremadamente favorables, anticipan las reacciones sospechosas de otras personas y prefieren mentir y parecer sinceros antes que decir la verdad y parecer mentirosos egoístas", explicó Shoham Choshen, autor principal de la investigación.

En otro experimento se seleccionaron a un centenar de abogados israelíes y se les planteó un caso con entre 60 y 90 horas para facturar. El trabajo se desarrollaría en la oficina, así que el cliente no podría comprobar que se había cumplido el horario. Los psicólogos plantearon a la mitad de los observados que la realidad es que habrían cubierto las 90 horas. El resultado más habitual fue 88 horas (dos menos de las facturadas) y el porcentaje de mentirosos con menos horas de las trabajadas fue del 18 %. Al otro grupo se les planteó que había trabajado 60 horas y el porcentaje de embusteros que inflaron su facturación fue menor (un 17 %) que el de sus compañeros. Otros dos experimentos con participantes de Reino Unido y Estados Unidos sobre horarios de conductores de camiones mostraron cifras similares.

Los autores del estudio consideran que estos resultados podrían ser aplicables fuera de los experimentos de laboratorio. Pueden escapar a la creencia popular o a la teórica lógica humana pero tienen sentido y la evidencia de los resultados. "Aunque nuestros hallazgos pueden parecer irónicos o contrarios a la intuición, creo que la mayoría de las personas recordarán algún momento en sus vidas en que se sintieron motivados a decir una mentira para parecer sinceros", sentencia el profesor Choshen.