SALUD

¿Qué es el 'eating jet lag' y por qué puede hacernos engordar?

Un nuevo trabajo de Investigadores del CIBEROBN en la Universidad de Barcelona (UB) concluye que el horario irregular de comidas el fin de semana podría aumentar el índice de masa corporal y el riesgo de obesidad.

as.com

No solo es importante lo que se come sino cuándo se come. Y es que un nuevo trabajo a cargo de investigadores del CIBEROBN en la Universidad de Barcelona (UB) concluye que la irregularidad en los horarios de las comidas durante los fines de semana, denominada por los autores como eating jet lag, podría estar relacionada con un aumento en el índice de masa corporal (IMC) y, en consecuencia, un mayor riesgo de obesidad.

Cada vez son más las evidencias que otorgan una importancia capital no solo al tipo de alimentación sino también a cuándo se produce. La crononutrición, un concepto muy vigente en los últimos años, alerta sobre la necesidad de tener muy en cuenta los horarios en la configuración de nuestros hábitos alimenticios y no menospreciar aspectos como el momento idóneo para la absorción de nutrientes, u otros como el gasto energético o el metabolismo.

En su momento, una investigación publicada en la revista la 'International Journal of Obesity', a cargo de expertos de la Universidad de Harvard (EEUU) con la participación de la doctora Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia, incidía en este hecho. "No solo es importante qué comemos, sino también cuándo lo hacemos. Hemos descubierto la presencia de un reloj periférico en nuestro tejido adiposo que, en función de los horarios, activa o desactiva genes que afectan a la ganancia o pérdida de peso", explicaba la doctora Graulet.

La importancia del reloj biológico en la alimentación

Una línea en la que profundiza el estudio del CIBEROBN, que ha sido publicado en la revista 'Nutrients', y que, según los investigadores, se trata del primer trabajo que demuestra la importancia de la regularidad en los horarios de las comidas -incluyendo fines de semana- para el control del peso, y podría ser un elemento que tener en cuenta como parte de las pautas nutricionales para prevenir la obesidad.

"El cuerpo asimila de manera diferente las calorías en función de la hora del día, de modo que, por ejemplo, comer o cenar tarde se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad. Esta diferencia está relacionada con nuestro reloj biológico, el cual organiza temporalmente nuestro organismo para asimilar y metabolizar las calorías que consumimos durante el día. Por la noche, sin embargo, prepara al cuerpo para el ayuno que se produce mientras dormimos", explica María Fernanda Zerón Rugerio, primera autora de la investigación.

"El cuerpo asimila de manera diferente las calorías en función de la hora del día. cambiar los horarios de las tres comidas durante los fines de semana está asociado a obesidad"

María Fernanda Zerón, investigadora

"En consecuencia, cuando la ingesta tiene lugar de una manera regular, el reloj circadiano asegura que en el organismo se pongan en marcha las vías metabólicas que ayudan a asimilar los nutrientes. Sin embargo, cuando se ingieren alimentos en una hora inusual, los nutrientes pueden actuar sobre la maquinaria molecular de los relojes periféricos (fuera del cerebro), alterando su horario, y por lo tanto modificando las funciones metabólicas del organismo", añade la experta.

Para llegar a semejante conclusión, los investigadores analizaron los datos de 1.106 personas jóvenes (18 a 25 años) en España y México, y tuvieron en cuenta aspectos como la relación entre el índice de masa corporal y la variabilidad en los horarios de las comidas en el fin de semana respecto al resto de días. Acuñando el ya mencionado término de eating jet lag.

"Nuestros resultados indican que cambiar los horarios de las tres comidas durante los fines de semana está asociado a obesidad. El mayor impacto sobre el IMC se produciría cuando tenemos una diferencia de horarios de 3,5 horas o más. A partir de este punto, es cuando el riesgo de obesidad podría verse incrementado, ya que hemos observado que los individuos que presentaban más de 3,5 horas de eating jet lag incrementaban su IMC en 1,3 kg/m2", concluye María Fernanda Zerón Rugerio.

Cronodisrupción: falta de sincronía entre el tiempo del organismo y el social

Para explicar la relación entre el eating jet lag y la obesidad, los autores sugieren que cada fin de semana los individuos se someten a una ligera cronodisrupción, es decir, a la falta de sincronía entre el tiempo interno del organismo y el social.

"Nuestro reloj biológico es como una máquina, y como tal está preparado para desencadenar la misma respuesta fisiológica o metabólica a la misma hora del día, cada día de la semana. Unos horarios definidos de alimentación y sueño ayudan a mantener la organización temporal del organismo y a promover la homeostasis energética. Por tanto, las personas que tienen una mayor alteración de horarios serían más propensas al sobrepeso y a la obesidad", apunta Trinitat Cambras, del Departamento de Bioquímica y Fisiología de la UB.

No obstante, todavía serán necesarias más investigaciones para revelar los mecanismos fisiológicos y las alteraciones metabólicas que hay detrás del eating jet lag y su relación con la obesidad, así como su influencia a largo plazo, en poblaciones con distintas franjas de edad o con características metabólicas y socioeconómicas diferentes.