TENIS

Sharapova, Azarenka, Halep o Nadal: tenistas que gritan o no me chilles que no te veo

Un estudio de la Universidad Friedich Schiller de Jena (Alemania) reaviva el viejo debate sobre la incidencia de los gruñidos de determinados jugadores profesionales durante un partido de tenis.

CHRISTOPHE SIMON

La Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó recientemente sus recomendaciones sobre los límites de ruido que deberían respetarse para combatir la cada vez más preocupante contaminación acústica, una amenaza no tan silenciosa que perturba la salud en forma de un amplio abanico de enfermedades y trastornos, tanto físicos como psicológicos.

Por regla general, superar los 55 decibelios ya supone traspasar el límite del confort acústico y para casos muy específicos, como conciertos o espectáculos, ya sea en locales cerrados o al aire libre, el organismo internacional recomienda no superar los 70 db. Pues bien, los gritos de María Sharapova han llegado a superar los 100 db en algunos de sus partidos. Una intensidad que le ha reportado no pocas críticas, aunque no es la única. Ni es un fenómeno exclusivo de las féminas, aunque quizá sí más evidente y puede que llamativo. Cuestión de tono.

Maria Sharapova es una de las tenistas que más gritan. JUSTIN LANE (EFE)

No me chilles que no te veo

Monica Seles, Sharapova, Azarenka o Simona Halep son algunas de las que han acompañado o acompañan su juego de gritos que han provocado las quejas de tenistas de ayer y hoy. Como Martina Navratilova, para quien los gritos impiden escuchar el sonido de la raqueta al golpear la pelota y hacen más difícil de predecir la trayectoria de la bola, una especie de no me chilles que no te veo, como se titula la conocida comedia de Gene Wilder y Richard Pryor. O Caroline Wozniacki, que directamente cree que desconcentra a los rivales.

Simona Halep también se caracteriza por sus gritos durante un partido. SUSANA VERA (REUTERS)

Azarenka sobre Nadal

Mientras, alguna de las afectadas, como la bielorrusa Victoria Azarenka, ya trató de zanjar la polémica en la edición de 2015 de Wimbledon. "Es molesto recibir estas preguntas porque los hombres también gritan. He practicado al lado de Nadal y él grita más fuerte que yo, y nadie lo nota. No entiendo por qué", se quejó la tenista.

Victoria Azarenka puso de ejemplo a Nadal en su momento. Julian Finney (Getty Images)

Así pues, ¿ventaja competitiva o mito sin fundamento? A esta pregunta, que encierra un debate tan añejo como recurrente, han tratado de dar respuesta un equipo de investigadores de la Universidad Friedich Schiller de Jena (Alemania), que pidieron a un grupo de participantes experimentados y duchos en la materia, tras el visionado de algunas jugadas de tenistas profesionales cuyos gritos estaban incluso manipulados, que calcularan la trayectoria de la pelota y el lugar de impacto. Y los resultados del estudio, publicados en la revista Plos One, atribuyen a los alaridos cierta incidencia en el juego, pero no la denunciada por Navratilova por ejemplo, al menos no en su totalidad. Ni por Wozniacki.

Y es que tras el experimento, no hubo evidencia de que los gruñidos causaran un efecto de distracción. A pesar de la supuesta irritación que provoca, el nivel de error de los participantes al predecir dónde aterrizaría la bola fue el mismo, independientemente de la intensidad. En cambio, se demostró que cuanto más ruidosos son los gritos, más lejos asumían los participantes que la pelota llegaría. Es decir, la dirección de la bola era predecible, pero los gritos sí hacían pensar a los participantes que esa bola llegaría más lejos.

Más velocidad

Otros investigadores han demostrado que exhalar con fuerza el aire activa los músculos abdominales, proporcionando una fuerza adicional que permite a los jugadores golpear más fuerte y hacer que la pelota vaya más rápido. Hasta un 3,8 % más. "Esto posiblemente explica por qué se puede observar un efecto como resultado de los gruñidos, pero la capacidad de anticipar la trayectoria de la pelota no se ve afectada", concluye el doctor Florian Müller, uno de los psicólogos deportivos responsables del estudio.