PSICOLOGÍA

Así es un adicto al trabajo

Los workaholics o adictos al trabajo son personas absolutamente entregadas a su entorno laboral. Te contamos cómo son para que puedas detectarlos.

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Los primeros en entrar y los últimos en salir. Y no paran de darle vueltas a lo que han hecho bien o mal, viven absolutamente obsesionados con su trabajo. Te contamos cuáles son las señales para que puedas detectarlos.

El trabajo, por encima de todo

Si antepone el trabajo a las relaciones sociales, a su pareja o cualquier momento de ocio, probablemente sea un workaholic. Puede que incluso llegue al trabajo realmente enfermo, con fiebre o con cualquier problema de salud, y prefiera ir a trabajar antes que quedarse en casa y descansar.

¿Qué son las vacaciones?

Un adicto al trabajo no sabe separar los momentos de ocio de su rutina laboral, por lo que en caso de estar de vacaciones obligatoriamente, le verás realmente estresado y malhumorado. De hecho, es muy probable que ya esté pensando en nuevos proyectos y los comparta contigo.

En conexión permanente

Puede que tengan el móvil en sonido durante todo el día para estar al tanto de las novedades que suceden en su trabajo, revisar emails o repasar presentaciones. No pueden vivir sin el móvil o sin su Tablet, ya que se agobian solo de pensar que está ocurriendo algo relevante y no pueden hacer nada para conectarse.

Llegan los primeros, se van los últimos

Llegan a la oficina cuando aún no se ha hecho de día y se van cuando ya no queda nadie para sentirse satisfechos (y no por calentar la silla). Pueden trabajar más de 12 horas al día y sentir que aún les falta tiempo.

No existe la vida social

Antes de estar con sus amigos o con su familia, prefieren quedarse en casa con el ordenador revisando si todo está funcionando correctamente. Apenas salen, no saben disfrutar de la vida y son tremendamente obsesivos, por lo que las demás personas quedan relegadas a un segundo plano.

Son egocéntricos

En su vida solo existen ellos y sus obligaciones, que siempre son más importantes que cualquier compromiso con la familia, un acto escolar de sus hijos o el cumpleaños de un buen amigo. Son esclavos de su ego y viven pendientes de su imagen, que les absorbe por completo.