PSICOLOGÍA

¿Sabías que el cerebro se acostumbra a la deshonestidad?

Un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience revela que nuestro cerebro se acostumbra a la mentira y a la larga dejamos de sentirnos culpables por ello.

ANDREU DALMAU

Cuando contamos una mentira tras otra, la amígdala cesa su actividad poco a poco y así dejamos de sentirnos culpables. De esta manera, mentimos cada vez más y nuestro cerebro se acostumbra a la deshonestidad. Lo revela un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience por parte de Neil Garret, del Colegio Universitario de Londres, y otros científicos de calado.

De cara a la investigación, los científicos presentaron un bote lleno de monedas a 80 usuarios mientras se les pasaba por el escáner cerebral. Los participantes tenían que estimar cuántas monedas contenía el recipiente y comunicar después la cifra a su compañero. Cuánto más precisa la cantidad de dinero, más ganaban ambos al finalizar la serie de rondas.

Otra de las variantes de la prueba era una en la que podían ganar más dinero a costa de su compañero, si les comunicaban una cantidad demasiado elevada. De esta manera, el escáner comprobó que los participantes inflaban la cifra cada vez más a medida que transcurría el juego, es decir, el engaño crecía para obtener beneficio propio. Las neuroimágenes mostraban que al principio del experimento, la amígdala de los sujetos que mentían de forma consciente presentaba una fuerte actividad, pero cuánto más mentían, más disminuía la señal del escáner. Incluso se atenuaba notablemente cuando era una mentira desproporcionada.

La amígdala, que desarrolla un importante papel en las emociones, se suele calificar como "centro cerebral del miedo", y cuando mentimos en beneficio propio, ésta se encarga de que tengamos cargo de conciencia con el objetivo de limitar el tamaño de nuestros engaños. Según los autores del estudio, "lo que comienza con pequeños actos deshonestos se puede convertir en una pendiente hacia mentiras más grandes".