ENTRE COPAS

Cómo divertirse en una fiesta tanto como los que beben (sin tomar una gota de alcohol)

A menudo identificamos emborracharnos con pasarlo bien. Pero lo segundo es perfectamente posible sin recurrir a lo primero

Consumir alcohol en una fiesta te convierte en un ser altamente social, desinhibido, más seguro, incluso bailas (o te mueves mejor), pero a la larga igual no te compensa por salud: efecto bajón de la resaca, enfermedades hepáticas, lagunas mentales... Cualquier persona, con voluntad, puede divertirse sin consumir ni una gota de alcohol. Para romper este hábito solo debes proponértelo, cambiar el chip y prepararte psicológicamente.

Con el fin de pasártelo tan bien que ni te acordarás de tomarte una copa, la psicóloga Paloma López Gil, del centro Psicología Velázquez aconseja ponerse en modo "voy a pasármelo bien" y llevar siempre la iniciativa a la hora de presentarnos a los demás y de entablar una conversación. Y lanzarnos a bailar, porque así incrementamos las posibilidades de ligar: un estudio de la Universidad de Northumbria demuestra que el balanceo de cadera y los movimientos asimétricos de muslos y brazos son los movimientos de las féminas que atraen más a los hombres.

La postura también importa, como sostiene la psicóloga Amy Cuddy, experta en lenguaje corporal. En las situaciones de amenaza social nuestro cuerpo puede convertirse en aliado y cambiar nuestra mente simplemente con una pose distinta. Si antes de entrar a la fiesta adoptas durante dos minutos una postura de poder (de Superman o Superwoman), entrarás confiado y seguro de ti mismo. "Si estás sentado en un sofá como en tu casa, es posible que te entre el sueño, por lo tanto, el rato que estés así, mantente cómodo pero erguido", aconseja López Gil.

Otro truco avalado por la ciencia: imaginarte que bebes puede tener el mismo efecto que si lo hicieras en realidad, según varias investigaciones. Entre ellas, la del psicólogo Richard Wiseman, publicada en su libro 59 segundos. La clave: el poder del placebo.

Para la psicóloga Rocío Gavilán Cañas, "lo mejor es hacerse preguntas y desmontar, uno mismo, el nexo de unión entre fiesta y alcohol". Ella recomienda plantearse estas cuestiones:

¿Qué necesidad tengo de estar alegre y posteriormente "de bajón"? La bebidas alcohólicas pueden hacernos sentir más desinhibidos en un momento dado y, en consecuencia, podemos pensar que lo necesitamos. Pero realmente el alcohol es un depresivo y, tras un estado de euforia, le sigue un fuerte bajón. "Hay muchas experiencias sanas que te hacen sentir alegre sin necesidad de bajones. Salir con amigos es por sí misma una actividad gratificante, no convirtamos lo agradable en algo negativo", señala la experta.

¿De verdad quiero que el control de mis actos y palabras estén condicionados por el alcohol? "Un elemento importante que debemos de plantearnos y que nos ayudará a salir de fiesta sin consumir alcohol es que, al ingerirlo, dejamos de controlar nuestras acciones y creemos correcto lo incorrecto debido a esa embriaguez pasajera. Por este motivo, el mito de "yo controlo" es una vez más producto de esa visión errónea de la realidad", explica Gavilán.

¿Cómo me siento al día siguiente tras el consumo de alcohol? Lo primero que nos viene a la cabeza cuando vamos a consumir alcohol es "qué bien me lo voy a pasar". Pero "si los momentos anteriores al consumo de alcohol nos planteamos esta pregunta, seremos conscientes de que lo idílico que parece estar con una copa, no lo es tanto con posterioridad", señala. Así evitarás las clásicas vivencias del día después: "No recuerdo qué pasó ayer", "¿Importuné a alguien con mis palabras?", "Me encuentro fatal".

¿Yo soy realmente como me muestro cuando bebo? "Si tenemos las habilidades sociales y la autoestima adecuadas, veremos que cuando ingerimos alcohol nuestro comportamiento no se corresponde con nuestra personalidad y, por lo tanto, seremos conscientes de que el alcohol no sirve para nada, y que nos engaña a nosotros mismos y al resto", afirma la psicóloga.