SKATE

Brandon Novak se tatuó a Jesús en la espalda al desintoxicarse

Tras años de adicción y 13 intentos fallidos de rehabilitación, el skater Brandon Novak selló su recuperación con un imponente tatuaje de Jesús en toda la espalda.

Espalda de Brandon Novak con un tatuaje de Jesucristo
Brandon Novak
Marc Fontrodona
Nació en Barcelona en 1989. Se licenció en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona. Es el responsable editorial de AS Acción, el vertical de action sports del diario AS creado en 2016. Especialista y practicante de muchas de estas disciplinas, lleva contando historias de action sports desde hace más de una década.
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El skater estadounidense Brandon Novak, figura reconocida por su etapa junto a Bam Margera y por su carrera dentro del skateboarding de alto nivel, atraviesa una etapa totalmente distinta a la que marcó sus años más oscuros. Tras superar una larga adicción que lo llevó por 13 centros de tratamiento, a ser un sintecho y a episodios que él mismo describe como “estar al borde de no llegar al día siguiente”, el skater ha encontrado un nuevo rumbo en su vida.

Ese giro quedó marcado de forma literal y permanente en su piel: un tatuaje de Jesús ocupando toda su espalda, realizado durante el proceso de recuperación. Según explica, esta pieza no es una cuestión estética, sino una declaración de identidad tras haber “entregado su vida a Dios”. El trabajo se inició en Las Vegas, en una suite donde su tatuador voló para completar varias sesiones, coincidiendo con un viaje en el que Novak asistió a un concierto en el Sphere.

El propio Novak asegura que el cambio no se produjo por un método o programa específico, sino por lo que describe como una “experiencia espiritual” que transformó su forma de pensar y reaccionar ante la vida. “No fue mi fuerza la que me levantó. Fue rendirme y dejar que Dios tomara el control”, explica en una conversación reciente con otro skater como Mikey Taylor. Esa rendición, dice, lo llevó a reconstruirse “de dentro hacia afuera”.

Hoy, a sus 46 años, continúa patinando —“aunque ya no como antes”, bromea— para mantener su estabilidad mental, y dirige centros de recuperación en la costa este de EE. UU., donde acompaña a otras personas en procesos similares al que él atravesó. Para muchos en la escena, su caso es un ejemplo de cómo la cultura del esfuerzo y la resiliencia del skate puede trasladarse también a las etapas más difíciles de la vida.

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El tatuaje, asegura, es la representación de todo ese viaje: un símbolo de supervivencia, pero también de la calma que, tras años de lucha, afirma haber encontrado.

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