Tim Elter: un surfista majorero en los Juegos Olímpicos
De padres y nacionalidad alemana pero nacido y criado en Fuerteventura, el atleta de Blue Banana repasa su historia y su clasificación para el surf de los JJOO de París 2024.
El 2003 en Puerto del Rosario (Fuerteventura) nace Tim Elter. Habla alemán en casa y español al cruzar la puerta. Porque es hijo de padres alemanes -y apasionados del windsurf- que emigraron a Canarias en la década de los 90s pero se ha criado y formado en España. En agosto estará en los Juegos Olímpicos. En Teahupoo (Tahití), una de las olas más famosas, idílicas y peligrosas del mundo. El nombre, que significa “muro de calaveras”, hace referencia a un rey sanguinario que coleccionaba las cabezas de sus enemigos. El camino para llegar hasta allí no ha sido fácil. Nos lo explica.
Tim, ¿cuándo empiezas a surfear?
A los 6 años. Por mi madre. A los 8 me apunté a un campeonato local en el que di la sorpresa y mi padre le cogió el relevo. Fue mi mentor desde entonces hasta los 16.
¿Cuándo y cómo te conviertes en profesional?
Sobre los 18. Es cuando me independizo económicamente de mis padres gracias a mis sponsors y a las becas alemanas. Hoy en día no se puede vivir de los premios en metálico. Solamente entre los costes de viaje y las inscripciones, participar en la liga europea me cuesta entre 20 y 25.000 euros cada año.
Y tras 2/3 años de profesional… ¡a los Juegos Olímpicos! Parece fácil, ¿no?
Jajaja, nada más lejos de la realidad. El verano pasado, por ejemplo, perdí mi principal patrocinador. Caí muy bajo, porque se acercaba el tour europeo y no tenía nada. Lo tiré adelante en bancarrota, incluso pidiendo dinero a amigos, porque no me atrevía a decírselo a mis padres. Y en este contexto lo hice fatal. Pero entonces me contactó Blue Banana, confiaron en mí y pude centrarme de nuevo en el deporte.
Pero esa mala temporada te hizo ser suplente en la selección alemana.
Sí. Uno de los criterios para entrar en el equipo es hacerlo bien en el tour europeo y no fue el caso, así que me llevaron a Puerto Rico a entrenar pero como suplente. Allí lo hice sorprendentemente bien y por navidades, debido a una lesión, el entrenador me dijo que me iban a coger. Quedaban dos meses para el campeonato. Entrené más duro que nunca en mi vida, sobre todo a nivel físico.
Háblanos del Mundial ISA de Puerto Rico.
Viví de todo. Primero una sensación muy fuerte de gratitud por estar allí tras 4 años luchando para entrar. Todo iba muy bien hasta que llegó el día de las rondas decisivas. Entonces me entraron los nervios. No dormía, no comía, tenía contracturas por todo el cuerpo, estaba angustiado. Cuando lo logré, lo primero que sentí fue alivio y luego ya euforia y de nuevo gratitud. Me he clasificado yo, pero no habría sido posible sin mis entrenadores, mi gente, mis patrocinadores y mi familia.
Ni sin Leon Glatzer, que abrió camino en Tokio 2020.
Leon es una inspiración para mí. Ha cogido el rol como de hermano mayor y todo lo que me cuenta y el pique sano que tenemos me ha ayudado mucho. Cuando se clasificó en 2021 yo estaba haciendo las pruebas de la Ebau. Entre estudios y exámenes me vi todas sus mangas. Fue él quien me enseñó que estar en unos JJOO en surf era posible.
Tan posible como que ya es una realidad. Y te enfrentas a Teahupoo. DIces que “sin miedo”.
Es que yo asocio el miedo a un riesgo alto de muerte o de lesión grave. Si yo siento miedo no me meto al agua. Y creo que en Teahupoo no vamos a llegar a ese punto. Sé que el evento no se celebrará en según qué condiciones. Dicho esto, la ola es potente y difícil de surfear. Caer allí tiene consecuencias, así que tenerle respeto es algo bastante sensato.
Actualmente estás entrenando allí. ¿Cómo son esos entrenos?
Nos levantamos a las 5 de la mañana. Hacemos yoga y activación. Tomamos un pequeño desayuno (un plátano, por ejemplo) y nos vamos al barco, a surfear un par de horas. Volvemos, desayunamos bien y otra vez a surfear. Comemos al mediodía, descansamos y… o volvemos una tercera vez o hacemos algo de físico. Y para terminar, algo de recuperación (estiramientos y fisio) antes de cenar e irnos a dormir temprano.
¿Qué es lo que más te ha sorprendido de Teahupoo?
El estilo de vida. Todo es muy relajado. Todo es lento. Hasta el tráfico va lento. Es difícil de describir, pero es como si no hubiera preocupaciones. Hay muy buena vibra. Si a eso le sumas que es precioso y la gente muy amable, con esa ola ahí perdida en medio del Pacífico… pues es muy especial.
Cuando te vayas, ¿dónde entrenarás?
En Canarias tenemos una ola muy parecida como es el Quemao. En Francia también, en Hossegor. El problema es que es verano en el hemisferio norte… así que va a ser difícil para los europeos encontrar olas tan potentes. Igualmente tenemos que jugar con el equilibrio entre practicar y no lesionarnos. En olas así hay más riesgo.
¿Vas a entrenar esos nervios también?
Creo que a ese nivel es bueno tenerlos. He hablado con los colegas clasificados y todos han tenido los mismos episodios. Si dicen lo contrario o mienten o son inhumanos. Lo que hay que hacer es entenderlos, aceptarlos y canalizarlos. Quien mejor compite es quien mejor los canaliza.
¿Te ves con opciones?
Por supuesto. Mi sueño se cumplió en Puerto Rico, pero soy muy ambicioso y tengo muchas ganas de demostrarle al mundo que valgo más que una clasificación olímpica. Quiero sacar una medalla y en el mejor de los casos, que sea de oro. En una ola como esta hay gente que me puede subestimar y yo voy muy seguro de mí mismo. En el surf todo es posible, es una cadena de muy buenas decisiones. No es como una carrera de 400 metros en que si alguien tiene un tiempo 5 segundos más bajos que el tuyo tienes pocas posibilidades. Si estoy en el estado mental adecuado… puedo conseguir el metal.