“Si Bali no arregla lo del plástico acabará siendo insurfeable”
Hace tiempo lo denunció Kelly Slater. Ahora, el gobierno anuncia un ambicioso plan para convertirse en una isla libre de residuos en 2027.


Hace años, Kelly Slater lanzó una advertencia que hoy suena casi profética: “Si Bali no arregla lo del plástico, acabará siendo insurfeable”. El once veces campeón del mundo no hablaba desde la teoría, sino desde la experiencia. En una sesión en la costa este de la isla, tuvo que salir del agua porque las olas rompían literalmente entre basura flotante. Aquella imagen, convertida en símbolo del problema, sigue pesando en uno de los destinos más icónicos del surf mundial.
Ahora, el Gobierno de Bali asegura que ha llegado el momento de actuar. El gobernador I Wayan Koster ha anunciado su objetivo de convertir la isla en un territorio libre de residuos en 2027, dentro de su plan “New Era”, que busca recuperar la armonía entre desarrollo, turismo y medio ambiente. La promesa llega en un contexto crítico: Indonesia figura entre los mayores contribuyentes de residuos marinos del planeta y Bali, con cuatro millones de habitantes, recibe alrededor de 16 millones de turistas al año, que generan hasta tres veces y media más basura que la población local.
El impacto en el surf es directo. Playas como Kuta, Canggu o la costa este sufren cada temporada la llegada masiva de plásticos arrastrados por las corrientes. “Tuvimos que quedarnos mirando cómo rompían las olas llenas de basura”, recordó Slater recientemente en un encuentro con Gary Bencheghib, fundador de Sungai Watch, una de las organizaciones más activas en la limpieza de ríos y en la denuncia de los grandes focos de contaminación.
Sungai Watch no solo retira toneladas de residuos, sino que señala a empresas contaminantes, presiona a hoteles por el uso masivo de plásticos de un solo uso y desarrolla proyectos de reciclaje y ‘upcycling’, transformando basura en mobiliario. Su trabajo ha logrado millones de visualizaciones y ha colocado el problema en la agenda internacional.
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El reto, sin embargo, es enorme. Expertos y activistas dudan de que Bali pueda alcanzar el “residuo cero” real sin una prohibición estricta del plástico de un solo uso, una mejora profunda en la gestión de residuos y una reducción del turismo descontrolado. Para el surf, la ecuación es clara: sin océanos limpios, no hay paraíso posible. Y esta vez, la advertencia ya está hecha.
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