Nazaré no perdona: así devora a un cámara y un jet ski
Una ola gigante engulle a una moto y a Laurent Pujol en Praia do Norte y recuerda que el mayor riesgo no siempre es para los surfistas en el escenario más salvaje del surf de olas grandes.
Nazaré volvió a mostrar su cara más implacable. El spot portugués, convertido desde hace años en el epicentro mundial del surf de olas grandes, fue escenario de un nuevo incidente que demuestra que el peligro no se limita únicamente a quienes se lanzan por la pared de agua. Esta vez, la víctima fue parte del equipo de apoyo.
Durante una sesión XXL en Praia do Norte, el prestigioso cámara Laurent Pujol sufrió un violento accidente cuando el jet ski desde el que filmaba fue literalmente engullido por una ola gigante. El momento, captado en vídeo y difundido en redes sociales, muestra cómo la fuerza del océano descompone cualquier margen de error en cuestión de segundos.
Pujol, ganador de un Emmy y uno de los responsables visuales de la serie 100 Foot Wave, explicaba después del susto que el equipo llevaba siete años cubriendo cada marejada en Nazaré con incidentes menores, hasta que lo inevitable terminó por suceder. “Sabíamos que tarde o temprano nos tocaría. El mar empezó a crecer muy rápido por la tarde y, justo antes del anochecer, una corriente fuerte y un set inesperado nos atraparon”, relató.
En Nazaré no hay canal ni vía de escape clara, un factor que multiplica el riesgo tanto para surfistas como para equipos de seguridad y filmación. La ola lanzó el jet ski contra el agua sin contemplaciones, dejando a Pujol luchando bajo el agua para no soltar su cámara mientras esperaba que no llegara una tercera embestida.
La rápida actuación del equipo evitó consecuencias mayores. El rescatador Dino Carmo logró sacarlo de la zona crítica y, minutos después, otro miembro del equipo recuperó al piloto del jet ski a escasos metros del acantilado. La moto acuática, maltratada pero intacta, acabó varada en la playa tras ser empujada por el rebufo.
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Nadie resultó herido, pero el mensaje volvió a quedar claro: en Nazaré, incluso quienes observan desde fuera están siempre en la línea de fuego.
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