“Caer en una ola gigante puede ser como rebotar sobre cemento”
Andrew Cotton repasa las claves físicas y mentales del surf de olas grandes y asegura que nunca hubiera imaginado estar viviendo de ello a los 46 años.


Con 46 años, Andrew Cotton no solo sigue desafiando algunas de las olas más grandes del planeta: también representa una visión radicalmente profesional y realista del surf de olas grandes. Desde su casa en North Devon, Inglaterra, Cotton compartió en una entrevista con The Lineup detalles sobre los riesgos, la preparación y la evolución mental que exige su disciplina. “He tenido caídas brutales, y cuando no logras penetrar la ola, es como rebotar sobre cemento”, confesó. Una imagen que define sin rodeos lo que significa surfear Nazaré en condiciones extremas.
Cotton no proviene de una gran cantera del surf. Creció lejos de los circuitos profesionales y pasó parte de su vida adulta trabajando como fontanero antes de dedicarse por completo a las olas grandes. “Nunca en mi vida pensé que estaría viviendo del surf a los 46 años”, reconoció. Su fichaje por Red Bull a los 34 años fue un punto de inflexión. Desde entonces, ha forjado una carrera marcada por la constancia, la recuperación de lesiones graves –incluyendo varias reconstrucciones de ligamentos y una fractura vertebral en Nazaré– y un enfoque meticuloso en la preparación física.
El británico es una de las pocas figuras que domina tanto el surf a remo como el tow-in. Sin embargo, admite que con los años ha dado prioridad al remolque por su posibilidad de encadenar más olas en una misma sesión. “Me encanta simplemente surfear. Si puedo coger 30 olas en una sesión de tow en vez de solo unas pocas a remo, lo disfruto más”, explicó.
A nivel técnico, Cotton insiste en que el entrenamiento fuera del agua es ahora clave: cardio, fuerza, movilidad, y sobre todo, estar preparado para días largos de acción sin margen para errores. “No puedes aparecer el día del swell sin estar listo. Si no lo estás, otro lo estará y se llevará esa ola”, advirtió.
Y aunque ha surfeado en lugares remotos como el círculo polar ártico junto a Freddy Meadows, donde asegura haber visto algunos de los tubos más pesados de su vida, Nazaré sigue siendo el lugar que lo marcó. Allí aprendió, junto a Garrett McNamara, que en este deporte no hay sitio para la improvisación.
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“Antes creía que era indestructible. El día que me rompí la espalda, me di cuenta de que no”, recordó. La recuperación física tardó un año, pero el proceso mental duró casi tres. Hoy, sigue motivado por una idea simple: “No busco reconocimiento. Estoy aquí por las olas y porque amo lo que hago”.
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