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SURF

Aparece un ejemplar de la ballena más rara del mundo en una playa surfera

El hallazgo de una ballena picuda de Bahamonde en Nueva Zelanda ha despertado interés en todo el mundo. Ahora hay dos prioridades: su preservación y su estudio.

Ejemplar de mesoplodón de Bahamonde remolcado por una grúa en una playa de Nueva Zelanda.
Department of Conservation New Zealand

Un zifio de Travers, un mesoplón de Bahamonde o una ballena picuda de Bahamonde. Así se llama la que está considerada como la ballena más rara del mundo. Un ejemplar de esta especie ha sido encontrado en una playa surfera de Taieri Mouth, en Otago, Nueva Zelanda. Este hallazgo ha generado un gran interés a nivel global debido a la rareza de la especie, de la cual hasta ahora solo se conocían fragmentos de huesos y tejidos recolectados en ocasiones muy esporádicas.

Anton van Helden, asesor científico del equipo de especies marinas del Departamento de Conservación de Nueva Zelanda, afirmó que “no hay duda” de que se trata de una ballena picuda de Bahamonde. Este espécimen, de aproximadamente cinco metros de largo, es el primero que se encuentra completo, lo que ofrece una oportunidad única para su estudio detallado.

La ballena fue rápidamente trasladada desde la playa con olas hasta un congelador industrial para su preservación, lo que permitirá a los científicos trabajar sin la presión del deterioro inmediato. Gabe Davies, gerente de operaciones del Departamento de Conservación, destacó la importancia del hallazgo, señalando que las ballenas picudas de Bahamonde son una de las especies de mamíferos grandes menos conocidas de la era moderna.

El descubrimiento comenzó cuando un surfista reportó la presencia de un animal grande en la playa. Al llegar al lugar, Jim Fyfe, guardabosques marino, se percató de que el espécimen era más grande de lo reportado inicialmente y empezó a enviar fotografías para su identificación. Estas imágenes llegaron a Van Helden, quien confirmó la rareza del hallazgo.

Para mover la ballena, se requirió la ayuda de Trevor King, un empresario local de movimiento de tierras, quien utilizó su excavadora para trasladar el cuerpo del animal a un lugar seguro. La ballena fue finalmente llevada a una instalación de almacenamiento en frío en Dunedin, donde se mantendrá hasta que se realicen los estudios necesarios.

La comunidad indígena maorí, que considera a las ballenas como taonga (tesoros sagrados), realizó una ceremonia para honrar al animal antes de su traslado. Nadia Wesley-Smith, presidenta de Te Rūnanga ō Ōtakou, destacó la importancia cultural de este evento y mencionó que se trabajará en conjunto con el Departamento de Conservación para decidir el destino de los restos de la ballena después de los estudios científicos.

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