Considerada uno de los fines de semana de carreras todoterreno más salvajes del planeta, el Red Bull Erzbergrodeo es un espectáculo imperdible que atrae a fanáticos de las motos y a más de 1.500 competidores, quienes intentan completar la carrera que se desarrolla en una mina de hierro activa en el sureste de Austria.

Casi el 99% de los participantes, una mezcla de amateurs y profesionales, no llegan a la meta. A pesar de emplear sus mejores habilidades y determinación, los pilotos deben superar un recorrido diseñado por el fundador Karl Katoch, quien lleva 20 años creando desafíos cada vez más difíciles, que incluyen campos de rocas, bosques y ascensos imposibles.

“El término ‘enduro extremo’ se inventó en esta mina. Tuvimos la idea de hacer algo totalmente diferente y una vez que encontramos la ubicación, todo encajó. Después de la primera edición en 1995, la gente empezó a hablar de la carrera ‘donde casi nadie terminaba’ y el interés comenzó a crecer. La constante evolución de las habilidades de los pilotos, la técnica de las motocicletas y el desarrollo de los neumáticos nos impulsa a adaptar nuestras pistas a nuevos niveles, e incluso a llevar los límites más allá”, comenta Katoch.

El Red Bull Erzbergrodeo es la segunda ronda de un campeonato mundial en una disciplina conocida como ‘Hard Enduro’. Son cuatro días de condiciones desafiantes que ponen a prueba los límites de los 1.500 pilotos que participan. Dos tercios son eliminados en la clasificación y los 500 restantes tendrán suerte si logran terminar la carrera principal.

La acción comienza el jueves con el Rocket Ride, una carrera de exhibición en subida. El viernes, los pilotos tienen la oportunidad de clasificarse para la carrera principal enfrentándose al ‘Iron Road Prologue’. El sábado, los 1.000 pilotos que no se clasificaron tienen una última oportunidad de revertir su resultado y entrar en la carrera.

Entre la seriedad de las carreras, destaca el espectáculo de eventos paralelos y actividades, con un “desfile” a través del pequeño pueblo de Eisenerz, que se encuentra al pie de la montaña. Más de 2.000 pilotos, aficionados y competidores convierten la calle principal en un festival de caballitos y derrapes, mostrando camaradería antes del desafío final.

El fin de semana culmina con una agotadora carrera de 27 puntos de control, limitada a cuatro horas, subiendo y bajando la montaña de hierro de 1.400 metros (4.600 pies). Es la prueba definitiva para ver quién puede terminar la carrera dentro del tiempo límite.

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