Lluís Breitfuss ha fallecido a los 54 años tras no superar una larga enfermedad. Con él muere una parte de la historia del esquí en España y más concretamente en Cataluña, pero queda su legado. Nacido en 1969 en Barcelona, su pasión por la nieve la heredó de su padre, Hans Breitfuss, que llegó de Austria y se estableció en La Molina, donde estaría 40 años formando profesores a través de la Escola d’Esquí del Centre Excursionista de Catalunya y la Escuela Española de Esquí (EEE).En este contexto, Lluís no podía sino empezar a esquiar y establecer una relación de amor con la estación de la Cerdanya. Primero como competidor, formando parte del equipo estatal junior de esquí alpino entre el 85 y el 89. Luego como entrenador a partir del 91, llegando a entrenar a las selecciones de Austria, Nueva Zelanda o Australia y posteriormente a entrenadores.Finalmente, también, en el mundo de la competición. Entró a trabajar con La Molina en 2004, siendo el líder y responsable de la primera Copa del Mundo de Esquí Alpino que se disputó en los Pirineos en 2008, los primeros campeonatos del Mundo de Snow en 2011 o los campeonatos del mundo de Paraski en 2013, entre muchas otras cosas. Mientras ocupaba el cargo de vicepresidente de la Federació Catalana d’Esports d’Hivern (FCEH) y las direcciones deportiva y técnica, así como la dirección deportiva de la RFEDI entre el 2014 y el 2018. Con todo, en 2014 recibiría  la Real Orden del Mérito Deportivo del CSD. Y en abril de este mismo año, la Real Federación de Deportes de Invierno le daba también la Medalla al Mérito deportivo “por la intensa labor en toda su vida en favor de los deportes de invierno”. Fue su última aparición público.Tras conocerse la noticia de su muerte, FGC y FCEH han emitido sendos comunicados recordando que fue “una figura primordial en el desarrollo de los deportes de invierno en Catalunya” y desde La Molina ya han anunciado que bautizarán la pista Barcelona con el nombre “Estadi Lluís Breitfuss”. No es para menos. DEP.