Vingegaard temió por su vida: “Creía que me iba a ahogar en mi propia sangre”

En la Itzulia, el pasado mes de abril, la temporada ciclista se tambaleó. En la cuarta etapa de la ronda vasca, en una curva a derechas, Remco Evenepoel, Primoz Roglic y Jonas Vingegaard, entre otros, se fueron al suelo de forma brusca. El danés, que apenas podía moverse, fue uno de los más afectados. El ciclista del Visma, tal y como fue informando AS, fue trasladado al hospital de Txagorritxu, en Vitoria, donde permaneció durante 12 días tras pasar por el quirófano y la UCI. El parte médico, revelado de forma detallada esta semana en DR, fue escalofriante: siete costillas rotas, fractura del esternón, clavícula en varios pedazos, un dedo roto y ambos pulmones perforados. Pese a ello, Vingegaard se recuperó a tiempo y, 86 días después (menos de tres meses), estuvo en la salida del Tour de Francia, en el que quedó segundo tras un inalcanzable Pogacar. En medio, sin embargo, vivió un infierno.

“No puedo respirar durante los primeros diez segundos. Ya allí sé que algo va mal. Cuando por fin puedo volver a respirar, toso sangre. Entonces sé que es una completa locura”, recuerda Vingegaard en el citado medio danés. “Debido a que hubo una lucha por la posición y a la mala carretera, no puedo frenar. La bici resbala, simplemente, porque voy demasiado rápido. Es la primera vez que no intento subirme de nuevo”, añade sobre una caída en la que, como revela en la entrevista, temió por su vida. “Creía que tenía una hemorragia interna, lo que significaba que me ahogaría en mi propia sangre o moriría a causa de la hemorragia”, explica sobre sus pensamientos de ese momento, al lado de su esposa, Trine Marie, entonces embarazada de su segundo hijo. “Me costó soportar la idea de que tendrías que vivir sin mí”, le dice el doble campeón del Tour a su cónyuge.

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Durante el tiempo en el que Vingegaard estuve en el suelo esperando a los médicos, los pensamientos se agolparon en su cabeza. “Cuando estaba tirado en el suelo, pensé que, si sobrevivía a esto, terminaría mi carrera. Luego hablamos mucho de eso, y ambos (su esposa y él) pensamos que debía continuar. Porque sigue siendo mi pasión", recuerda el danés, que veía imposible estar en el Tour. “Al principio, no era una opción”, reconoce. “Cuando está en cuidados intensivos, no pensamos en absoluto en el Tour. Allí ni siquiera puedes ir al baño. Fue pura supervivencia. En ese momento, simplemente, estoy feliz de que esté vivo”, añade y celebra Trine Marie.

Aún en el hospital, Vingegaard, con la ayuda de un fisioterapeuta, ya empezó a pedalear, aunque sentado en un sofá. El 16 de abril, recibió el alta. El 29 de junio, tomó la salida en el Tour. “Fue un milagro estar, pero más milagro todavía fue quedar segundo”, analizaba recientemente en una charla con varios medios, entre ellos este periódico. “Ya le gané dos veces en el Tour 2022 y 2023, por lo que demostré que podía superarlo (a Pogacar). Obvio que con su actuación y nivel de este año… quiero intentarlo de nuevo. Él es mejor que en 2022 y 2023, por lo que yo también tengo que serlo para poder ganar. Si esta temporada hubiese sido normal, tras acabar el Tour a seis o siete minutos de Tadej sería difícil mantener la fe, pero con lo que me pasó, la operación que tuve… tengo mucha confianza”, añadió. Un duelo generacional que, afortunadamente, ya mira hacia su siguiente capítulo.

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