Vingegaard se muestra inalcanzable en la Tirreno-Adriático

Su frío rostro, ese que muchas veces le resta algo de grandilocuencia a sus exhibiciones, esconde un fuego incontenible. Este sábado, un día después de poner las cosas en su sitio, Jonas Vingegaard sentenció la Tirreno-Adriático en solitario, de la forma en la que se ha habituado a correr. A seis kilómetros del final, “porque le gusta ganar”, y después de un intento de Jai Hindley (Bora), el del Visma cambió de ritmo para terminar besando su anillo de compromiso en la 33ª victoria de su currículum. Juan Ayuso, con carácter, ese que le hace apuntar a la mesa de los más grandes, fue el único que trató de pegarse a la rueda del danés. Ahora mismo, sin embargo, es inalcanzable. Para el español y, con permiso de Tadej Pogacar, para todo el mundo. El intento de Ayuso, que sí pudo con Hindley en un esprint idéntico al de la jornada anterior, sólo se sostuvo unos metros. El guion se repitió por delante y por detrás. La película se repone una y otra vez.

Ayuso, que amarró virtualmente su segunda plaza (le saca 28 segundos a Hindley en la general), ya la había visto. “No es realista pensar que un ataque le vaya a desbancar, pero hay más cosas en juego, como el podio y la victoria de etapa”, decía el corredor del UAE antes de la salida. Cuando Vingegaard se pone un dorsal, es lo que queda para el resto. “Lo hice simplemente porque me gusta ganar. El equipo estuvo todo el día trabajando y es una forma de compensarles. Dos victorias de etapa es una semana perfecta para nosotros y ahora tenemos que mantener el maillot de líder mañana. Creo que estoy en mejor forma que el año pasado y el anterior”, dijo el danés tras su victoria, “una contrarreloj”, como él mismo definió, en el tramo final.

Hasta allí, hasta el Monte Petrano, con sus 10,2 kilómetros al 7,9%, abrieron paso Richard Carapaz (EF) y Andreas Leknessund (Uno-X). Los teloneros en el enésimo monólogo. El ecuatoriano y el noruego eran los últimos supervivientes de una escapada que contó con Ben Healy (EF), muy activo, Michal Kwiatkowski (Ineos), Iván García Cortina (Movistar) o Julian Alaphilippe (Soudal). Mucho nivel. Casi nunca suficiente cuando Jonas está en carrera. El Visma, que puso el metrónomo, les fue recogiendo hacia la última dificultad del día, en la que Carapaz lo intentó en solitario. No tuvo problemas para deshacerse de Leknessund, pero no pudo con el avance de la maquinaria neerlandesa, que tuvo en el Bora un aliado final. El equipo alemán trabajó para Hindley, pero Vinegegaard recogió los frutos.

Ayuso y Del Toro animan al UAE

A su espalda, el lugar en el que habitan el resto de los corredores, eso sí, pasaron cosas interesantes. Sobre todo, para el UAE, con el objetivo de encontrar un antídoto lo suficiente concentrado como para hacerle frente al líder del Visma. Ayuso, que volvió a tener problemas mecánicos con un cambio de bici a 28 de meta, estará en el Tour para arropar a Pogacar. Más allá del español, que se acercó a Vingegaard para felicitarle por su victoria dándole la mano, de gallo a gallo, Isaac del Toro siguió confirmándose como uno de los grandes valores del pelotón. El mexicano de 20 años, que venía de un gran esfuerzo, y que pareció pagarlo por momentos, se marchó en los kilómetros finales para escalar hasta la cuarta plaza de la general. Este domingo, en una jornada destinada a los velocistas, tanto él como Ayuso buscarán evitar cualquier sobresalto. Como un Vingegaard que asistirá a su enésima coronación. Esta vez, tridente en mano.