Casper van Uden estrena su palmarés profesional en el AlUla Tour

Pocos, muy pocos pueden presumir del privilegio de haber conquistado dos de los monumentos más prestigiosos del ciclismo, como son Milan-San Remo y Paris-Roubaix. Uno de ellos es John Degenkolb. “Es como un padre para nosotros, le estamos muy agradecidos”, dijo su compañero en el DSM-Firmenich Casper van Uden. Todo un referente para el joven neerlandés (22 años), que se hizo con el triunfo en la primera etapa del AlUla Tour con un esprint portentoso ante velocistas de la talla de Dylan Groenewegen (2º) y Tim Merlier (3º). No había mejor manera de estrenar palmarés profesional.

Una ruta circular, completamente llana, de 149 km con salida y meta en Al Manshiya Train Station, el legendario ferrocarril Hijaz, cuya única vía recorría 1.300 kilómetros entre Damasco y Medina. Eso es lo que ofrecía el primer asalto de este AlUla Tour, para el que pocos albergaban grandes expectativas. “Apenas tenemos viento, no creemos que haya lío”, se escuchaba entre auxiliares de diferentes equipos en los minutos previos a la salida. Poco después de la misma se formó la escapada con la presencia de Carter Bettles (Roojai), Masaki Yamamoto (JCL), el español Unai Zubeldia (Euskaltel) y el orgullo del equipo nacional de Arabia, Ali Al Shaikhahmed y Hassan Al Ibrahim. Los máximos interesados en llegar al esprint, Tudor, Quick-Step y Jayco, situaron a varios de sus hombres en los relevos para estabilizar la renta de los fugados en torno a los 3 minutos. Su éxito se tornaba en utopía.

Al menos, en clave española, Zubeldia (debutaba como profesional a los 20 años) se llevó la honorífica recompensa al corredor más combativo del día, pero la fuga claudicó cuando, a falta de 11,5 km, su último superviviente, Bettles, sacó la bandera blanca. Todo quedaba en manos de un esprint masivo, y ahí se le abrieron las puertas de par en par a Van Uden, que entra por derecho propio en la lista de jóvenes llamados a dominar dicha faceta en el futuro. Por su parte, los favoritos salvaron la jornada sin demasiados problemas, incluido un Simon Yates que pudo regresar al pelotón pese a sufrir un pinchazo a falta de 18 km.

“Estoy superfeliz. Intenté estar delante, aunque hubo mucha pelea con los otros chicos. Hicimos un gran movimiento en los últimos tres kilómetros, fue un buen trabajo. El esprint resultó lo suficientemente bueno. El año pasado cometí algunos errores innecesarios y sufrí duras caídas. Pero durante el invierno, el equipo me trasmitió lo mucho que creía en mí, porque ellos sabían lo que yo podía hacer. Es superbonito para ellos y para mí”, resumió Van Uden ante los medios, entre los que se encontraba AS, a la conclusión de la etapa. Queda claro que el tercer puesto de este joven, procedente del equipo de desarrollo del DSM, en la pasada edición de la Milán-Turín no fue mera casualidad. Ahora pelea con los grandes.

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