Torres, un talento forjado en San Sebastián de los Reyes
El de Vicálvaro estuvo en su etapa de cadete en el Coslada y la júnior, en el Sanse, donde se pusieron en contacto con Matxin: tenían una perla.
En los últimos años, más allá de corredores como Gonzalo Serrano, Raúl García Piera o Carlos Verona, el listado de madrileños en la élite es corto. Pablo Torres es ahora uno de ellos, y explica algunos de los motivos que provocan este número ciertamente escaso. “Creo que faltan carreras en Madrid. Es cierto que en las escuelas hay un buen calendario, pero al final los niños necesitan ver esas competiciones para que les entren ganas de empezar a competir”, dice el nuevo corredor de UAE, equipo en el que estará, como mínimo, hasta 2030 (cuando tenga 25 años).
“Empecé en la Unión Ciclista Coslada, que lo tenía a 15 minutos. Entrenábamos en el velódromo y estuve el primer año de escuelas y los dos de cadetes. Después, para el salto a júnior, Coslada no tenía equipo en esa categoría, y no sabía muy bien dónde ir. Tenía un amigo que estaba muy bien en el San Sebastián de los Reyes y me convenció para ir allí”, cuenta el madrileño, que estuvo dos años en las filas del equipo que preside Ángel Buenache.
“Fueron ellos los que me ayudaron a dar el salto al UAE, porque tenían el contacto de Matxin (uno de los máximos responsables del UAE), y le llamaban todo el rato para decirle que tenían un corredor muy bueno y que merecería la pena. El Sanse fue para mí una familia y aprendí mucho”, cuenta Pablo. Durante la entrevista con Torres, AS llamó a Matxin para un diálogo simultáneo a tres bandas.
“Pablo es una espectacular persona. Recuerdo el pasado invierno, el primer día que tuvo que venir a la concentración del equipo, que le trajo su madre en coche porque antes tuvo COVID. Confío mucho en él y estoy convencido de que tiene un importante margen de mejora”, cuenta el vasco, que en enero avisó a este medio para que siguiéramos de cerca al ciclista. “Tengo en la mente el momento en el que me llamó. Estuve todo el día pendiente del móvil”, responde Pablo, que tiene un hermano y una hermana (ambos de 2007, él es de 2005) también ciclistas. Nadie en su familia era profesional, pero sí amantes del ciclismo: “Gracias a mis padres puedo ser ciclista”, celebra con una sonrisa.
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