“Hace un mes dije a mi psicólogo que no estaba bien”
Alejandro Martínez, bronce mundialista en la prueba del kilómetro, repasa en AS sus sensaciones tras su logro y ser el primer español en bajar del minuto.
Apenas un día después de su bronce mundialista en el velódromo francés de Saint-Quentin-en-Yvelines, Alejandro Martínez (San Vicente del Raspeig, Alicante, 24 años), hace balance de su participación en la cita y las sensaciones tras la medalla en la prueba del kilómetro, siendo una de las más destacadas del ciclismo en pista nacional en la era reciente.
¿Cómo se siente tras la medalla?
Pues prácticamente igual que cuando terminé la prueba, pero ya sin llorar. ¿Escuchas alguna vez cuando un deportista que hace algo grande necesita tiempo para asimilar lo conseguido? Pensaba que era una exageración, pero por primera vez lo vivo y tienen toda la razón. Todavía no lo asimilo. De hecho, después de comer, llegué a mi habitación y dije ¡ui la leche, que hace esto aquí! (por la medalla)
Salió octavo (de ocho) en la final. Entró en el corte el último. Y luego al podio…
Es otra carrera de la mañana a la tarde. Totalmente diferente. Entré el último en el corte, pero sabía que después tenía otra prueba diferente, empezando de cero. El italiano Bianchi, que fue segundo en la mañana, acabó quinto por la tarde. Yo fui al revés: del octavo al tercero. Soy un corredor que recupera muy bien, me relaja mucho verme en una final y salgo más tranquilo, relajado.
Ningún español había bajado del minuto en esta prueba. Usted lo hizo dos veces el mismo día. ¿Se esperaba un resultado así?
Mi objetivo desde el primer día era superarme a mí mismo. Hacer la mejor actuación para la que yo estaba preparado en este Mundial. Al final el resultado, y esto lo trabajé mucho con mi psicólogo, no depende de mí. Conseguí mi pase a la final, con la clasificatoria del kilómetro más rápida de siempre, porque para meterte en la final tenías que bajar del minuto, algo nunca había sucedido (hizo 59.938 por la mañana y 59.871). Vi que iban pasando corredores, seguía en zona de medalla. A falta de los tres últimos pensé: hay esperanza con dos, porque uno está por encima del resto (el neerlandés Hoogland, el rey de la velocidad). Y uno de ellos no me superó. Fue increíble.
En esta prueba (ya no es olímpica), fue en la que José Manuel Moreno logró el primer oro de España en Barcelona 1992. ¿Le hablaron de ello en estos años?
Sí, claro… pero ni había nacido. Desde que era pequeño siempre hice bien esta prueba: bronce europeo junior, medalla en Copa del Mundo, cuarto en el Europeo, medalla ahora… no ha sido el mejor año para mí en cuanto sensaciones, porque fue muy duro a nivel psicológico y de estrés. ¡Y los resultados dicen todo lo contrario! Como si hubiera sido fácil…
¿Y por qué fue tan duro?
Un año de competición muy largo, desde enero. El año pasado, por la COVID, corrimos menos, y me quedé con más ganas de bici, por lo que tampoco descansé mucho. También en enero de este año pasé el virus y estuve tres meses jodido, luego llegué a la Copa del Mundo y logré medalla (plata). Fue muy duro. Es más, en este Mundial, un mes antes estaba sentado con mi psicólogo diciéndole que no estaba bien. Me estaba pudiendo el estrés y tenía demasiada presión. Llegaba a las carreras y me acojonaba, pensando más en el ‘y si no…’ que en el ‘y si sí...’. No sé si el psicólogo hizo magia, pero pude correr tranquilo.
1,81 de altura y 90 kilogramos. En esta especialidad, los corredores son de un perfil diferente a lo que el público general está acostumbrado, ¿no?
Totalmente. ¿Parezco corpulento? ¡Pues soy de los que menos! Sin llegar a esos niveles, aquí puedes tener aspecto más de culturista, salvando las distancias obviamente. Llama la atención, y eso que en mi caso soy de los más pequeños.
¿Qué parte de importancia tiene en este éxito su familia, Almendras Llopis...?
¡Todo! Mis padres son mi vida, si no es por ellos no sería nada. Mi madre siempre creyó en mí. Ella nunca corrió, mi padre sí, pero ella es más forofa que si fuese ciclista. Para mí es un orgullo el apoyo de toda mi familia y de mi gente cercana, que ellos sabrán quienes son cuando lean esto. Y mis padres llevan de siempre trabajando en Almendras Llopis, son mi apoyo básico y desde el minuto uno me patrocinó. También fue importante, entre otros, el proyecto FER.
En 2024, serán los Juegos en este mismo velódromo. ¿Ve posible estar?
Es otro tema muy distinto. Lo tendría que intentar principalmente en la modalidad de Keirin. Muchas plazas en general para los Juegos se repartirán en modalidad de equipo, y nosotros no tendremos opciones de entrar. Otra opción sería velocidad individual (ayer cayó en dieciseisavos para acabar su participación). No tengo nada que perder. Hace dos años no era nadie, ni me conocía, ni era competitivo. ¿Por qué no soñar? Y si no estoy, no tengo prisa. Vendrá otro ciclo olímpico.
¿Y ahora qué hará?
Descansar al máximo, todo lo que no pude el año pasado, estar con mi gente y disfrutar aún más de lo conseguido. Tengo que ver donde coloco esta medalla, porque es la más especial