Esos chalados con sus locos cacharros por el Atlas
Un redactor de AS vive la carrera desde dentro con el Aural Team. Un día de 104 km y 2.500 metros de desnivel acumulado por cuestas salvajes y pueblos de adobe.
“¡Monsieur, un bombón; Monsieur, un chocolat!”. El soniquete se repite una y otra vez cuando se atraviesan los pueblos del Atlas. Niños con chanclas, con camisetas del Real Madrid y el Barça y churretones por la cara que te extienden la mano para que se la choques entre casas de adobe, pistas pedregosas, paisajes de película pero hostiles para la vida, donde encontrar vegetación es complicado. Es el recorrido de la primera etapa de la Škoda Titan Desert Marruecos, una de las más montañosas de la historia de la carrera, con 104 km y 2.500 metros de desnivel acumulado.
Este que escribe se metió en el lío de correrla (que no disputarla) con el Aural Team, que con su programa ‘Ejemplos de superación’ ha configurado un grupo alrededor de Silvia González, autotrasplante de médula en noviembre pasado para superar un cáncer y que apoyada, entre otros, por el doble campeón del mundo de maratón Abel Antón tienen el reto de llegar a la meta. De momento, cumplido.
Todo en esta zona de Marruecos está teñido de ocre. La altitud golpea tu cabeza y te sientes raro, porque entre varias de las subidas bestiales (una de 5 km con rampas que se aproximaban al 20% que nos hace incluso echar pie a tierra) asciendes hasta los 2.000 metros. Y por el camino vas alternando entre tus compañeros del Aural (Miguel, Ismael, Victoria que no se arruga ante nada...) y con gente venida de todas las partes del mundo.
En la Titan, que cumple 25 ediciones el año próximo, hay bikers de 26 países. Sufres con Juan Carlos, que ha llegado desde Puerto Rico. Vas y vienes a rueda de Lorena, de Colombia. Pasas en los descensos a tres precavidos suecos. Escuchas hablar (y maldecir) en inglés y en francés. También en árabe, porque hay un equipo de la selección de Marruecos. Y te preguntas, continuamente, qué pensarán esos niños que te ven pasar encima de máquinas que cuestan varios miles de euros cuando por su pueblo no hay agua corriente y ves a las mujeres lavar la ropa en el río.
Son esos chalados (y sus locos cacharros) que alteran la vida de una zona espectacular, jalonada de kasbah (fortificaciones bereberes) por la que también se ven todoterrenos de turistas que buscan el lado salvaje de Marruecos. Es la Titan Desert. La carrera que todo biker que se precie quiere hacer una vez en la vida y que discurre entre dos realidades. La local y la de un pelotón lleno de personas en busca superar sus miedos y conseguir sus retos.
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