El rey del esprint Merlier conquista Europa
El belga remata al esprint una alocada carrera en la que Van der Poel y Pedersen lo intentan en vano. Kooij, plata. El estonio Mihkels le quita el bronce a Philipsen.
Los Europeos nunca gozarán del prestigio y reputación de los Mundiales, pero algo tienen sus carreras que, a pesar de lo previsible que puedan resultar sus guiones, resultan sumamente divertidas. La novena edición de la prueba de fondo élite masculina lo fue, con animadores como Mathieu van der Poel y Mads Pedersen, que jugaron sus cartas desde lejos para tratar de evitar lo inevitable: el esprint masivo. En ese escenario, fue el velocista más realizador de la temporada, Tim Merlier, quien resultó vencedor con su 14º triunfo en 2024, por delante del holandés Olav Kooij y del estonio Madis Mihkels, sorprendente bronce en detrimento de Jasper Philipsen. El mejor español fue Pau Miquel, que finalizó 18º.
El menú constaba de 223 km sin apenas desnivel, pero con ocho sectores de pavés y seis cotas que podían comprometer el desenlace en forma de esprint masivo y favorecer una carrera loca. Le Berre, Brun, Rutsch, Oliveira y Ritzinger formaron la primera tímida escapada del día, pero con rentas en torno a los 2 minutos no supuso ninguna amenaza para un pelotón que, en su mayoría, controlaba Holanda. A mitad de carrera todos rodaban agrupados, principalmente por un ritmo frenético, a 48 km/h de promedio, que hacía casi imposible cualquier escaramuza.
Y llegó el cuarto sector de pavés, lo que anunció la primera incursión de Van der Poel. Showtime. El neerlandés tensó la cuerda, pero no logró hacer camino. Sin embargo, la cosa fue diferente en el siguiente tramo adoquinado, donde arrancó con violencia. Inicialmente, sólo un gran rodador como Bjerg y un veterano curtido en mil batallas como Trentin pudieron seguir su rueda, pero a los pocos kilómetros se conformó un grupo de más de 20 ciclistas, entre los que llegaron Pedersen, Asgreen y Kristoff. Calidad más que suficiente como para que el pelotón los viese en meta.
Faltó colaboración y no tardó en llegar un nuevo reagrupamiento, pero a falta de unos 55 km de meta, el aguerrido Pedersen quiso probar suerte una vez más. Su ataque en el penúltimo sector de adoquín fue demoledor, y con él se llevó a a Van Poppel, Rutsch, Kluckers, Laporte (defensor del título) y, cómo no, Van der Poel. Hasta la meta contaban con el gran inconveniente de no tener terreno para doblegar el ímpetu de un pelotón entregado a la causa de sus esprínters, por lo que a 25 km se produjo la neutralización. Italia y Bélgica contaban con razones de peso, con nombre propio, para buscar el esprint: Philipsen y Milan.
A la hora de la verdad, ninguno de los dos estuvo a la altura de lo que esperaban de ellos sus compañeros de selección. En los últimos metros, Merlier emergió imponente para batir a Kooij por media rueda, mientras que Mihkels se llevó un bronce de foto finish con el que relegó del podio a Philipsen. El año del belga, que le da a su país su primer oro europeo en la prueba de fondo, es excelso, con su primer título continental, además de tres etapas en el Giro de Italia. El de Bélgica, camino de ser histórico, con el doble oro olímpico de Evenepoel y los éxitos continentales de Merlier y Kopecky (contrarreloj). La guinda puede llegar en los Mundiales (22 al 29 de septiembre).
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