El Jumbo es omnipresente: Laporte, oro ante Van Aert y Kooij
El francés, que aguanta el tipo ante sus compañeros de equipo en un final bestial, consigue la primera corona europea para su país.
Sin estar en la carrera, este domingo, el Jumbo repitió la historia de La Vuelta. Eran los Europeos, una competición por selecciones, pero el podio estuvo copado, otra vez, por tres corredores del conjunto neerlandés. Además, en casa, en la provincia de Drente. El oro fue para Christophe Laporte, el primer ganador continental francés, la plata fue para el belga Wout van Aert, el gran favorito, y el bronce, para el local Olav Kooij. Nada ni nadie se escapa de sus dominios. Y, a día de hoy, sólo compiten entre ellos, aunque sea con maillots distintos. Esta vez, en un final tremendo, vivo hasta la última curva, con vatios y ácido láctico por doquier. Laporte, que se marchó a 12 kilómetros del final, aguantó y aguantó el envite de sus compañeros de equipo. Llegaron a su altura, pero se tuvieron que sentar. Oh là là.
Después del calentón, y tras recuperar fuerzas en el suelo, Laporte y Van Aert, que también fue plata en los Mundiales de Glasgow, otra más pese a la ausencia de Van der Poel, se abrazaron. A su espalda, muchas batallas. Esta misma temporada, sin ir más lejos, el belga, a modo de agradecimiento, le cedía la victoria al francés en la Gante-Wevelgem, otra exhibición. En Drente, siendo rivales, Christophe no necesitó favores. Se valió por sí mismo para conseguir la 31ª de un palmarés amplio pese a sus labores de gregario. Es lo que tiene el Jumbo, con el campeón del Viejo Continente a sus servicios. Un equipo omnipresente. Laporte, además de acordarse de sus compañeros franceses, también le dedicó la victoria a Van Hooydonck, retirado esta misma semana tras sufrir un infarto.
La hora de los elegidos, tras una inofensiva fuga con Tarling y Bissegger, oro y plata en la prueba contrarreloj, llegó en la penúltima vuelta a un circuito con seis subidas al empedrado Col du VAM (200 metros al 6%). Y la Laporte, entonces, ya regó la semilla del caos. A 26 kilómetros del final, Filippo Ganna, bien posicionado, se iba al suelo y, con él, se caían las opciones de combinado italiano, muy activo; tras la pequeña montonera, cogió la senda de la victoria un grupo de diez corredores agitados por el francés. Estaban casi todas las grandes potencias. Laporte se llevó a Dujardin como compañero y, con ellos, saltaron dos belgas, Van Aert y De Lie, dos daneses, Kron y Pedersen, dos neerlandeses, Teunissen y Kooij, el noruego Tillwe y el alemán Degenklob. La crème de la crème. En el selecto grupo, no pudo estar un Iván García Cortina que no se encontraba “nada bien” a una vuelta del final y que, finalmente, fue 11º.
Un final para el recuerdo
Nadie arriesgó más que Laporte, de andares y táctica imprevisibles, y nadie le pudo sobrepasar. “Es difícil de creer. Fue un final loco. Sentí piernas y pensé: ‘Está bien, si voy al esprint con corredores como De Lie y Wout será difícil ganar. Lo intenté y funcionó”, dijo el francés tras cruzar la línea de meta. Atacó desde lejos, aguantó y, realmente, casi ganó al esprint. Tras coronar VAM por última vez, no tenía más de cinco segundos de margen. Tras él, Van Aert con Kooij cogiendo rueda y De Lie, casi nada. A unos 150 metros de meta, Wout se ponía de pie. Con el final a un puñado de pedaladas, Laporte le sentó. “No lo tenía planificado porque es imposible planificar una carrera como esta. Simplemente, luché. Es muy bonito ganar con este maillot”, celebró. La primera para Francia. La enésima para el Jumbo.