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TITAN DESERT MARRUECOS | INTRAHISTORIA

El juego del gato y el ratón entre viento y arena

Un redactor de AS vive la carrera desde dentro con el Aural Team. Hoy, la etapa de navegación por un paisaje bello y hostil.

Erg Chebbi
El juego del gato y el ratón entre viento y arena
@Joseleuwphoto

“Jesús, estoy fundido”. La confesión de Abel Antón, doble campeón del mundo de maratón que a sus 61 tacos sigue teniendo el cuerpo y el corazón de los purasangres, describe cerca de la meta y gráficamente lo que fueron los 100 km de la quinta etapa de la Titan Desert Marruecos. La mítica jornada de las dunas. La de desierto puro. De arena, pistas llenas de trampas y navegación. Una bestialidad que desata todas las emociones en los que entran en meta.

Antón, enrolado en el Aural Team con el objetivo de acompañar hasta la meta a Silvia González, paciente oncológica, vio la cara al desierto. Y es descarnada. Hostil. Peligrosa si no se afronta con respeto... y mucha agua, porque las temperaturas superaron los 35 grados en algunos tramos. De entrada, 50 km siguiendo el track. Como hasta ahora. El track es un trazado que proporciona la organización y que sigues a través de tu GPS. Todavía con cierto ‘fresquito’ tocó subir las dunas de Erg Chebbi. A pie, claro. Remontando la arena con las bicis mientras alguna caravana de camellos pasa a tu alrededor. Unos cinco kilómetros a pie. Momento de fotos. De felicidad antes de ponerte a rodar por pistas que no sabes muy bien a dónde conducen, cerca de la frontera con Argelia, porque todo es igual.

El Aural Team a pie por las dunas.
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El Aural Team a pie por las dunas.@Joseleuwphoto

Pero los últimos 50 km tocaba navegar. La organización proporciona un par de puntos de paso obligatorios (waypoints) y la localización de los puntos de control y las estaciones de hidratación y cada cual se busca la vida. Difícil. Para el arriba firmante, poco ducho en estos temas, casi imposible. Así que toca seguir a los expertos, como Carlos, del Aural Team, con varias Titan a sus espaldas.

Es como el juego del gato y el ratón. Ruedas en grupos y, de repente, en un cruce de caminos, se parte en dos direcciones. ¿Cuál tomas? ¿Te fías de los que han trazado un atajo? ¿Confías en que tu track no esté mal? ¿Te arriesgas a comerte más kilómetros? Un drama que vas resolviendo con ayuda. Con mucha tensión. Con paradas para discutir por dónde ir. Subes una loma de piedras, aparece un militar de la nada, te tiras por un sendero y tras una empalizada aparece un punto de control. Y resoplas. En el grupo, Silvia viene con el estómago tocado. Es un día para no equivocarse.

Pero nada es fácil en esta carrera llena de trampas. Como la última, de 10 km finales por bancadas de arena barridas por un fuerte viento que te tira la arena a la cara y no deja ver las banderolas del campamento y la meta. “Estoy fundido, Jesús”.... Y yo más. Queda un día.

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@Joseleuwphoto

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