“El cáncer no lo elegí, pero hacer la Titan sí”
Silvia González afronta con el Aural Team la Titan Marruecos cinco meses después de someterse a un autotrasplante de médula.
Hay personas que dejan que la vida les golpee. Y otras, como Silvia González, que se atreven a encararse con ella cuando viene muy torcida. Cuando, por ejemplo y como es su caso, se enfrentaba a un cáncer (linfoma folicular) que acabó con un autotrasplante de médula en noviembre después de un tratamiento de quimioterapia. Cinco meses después, el 28 de abril, se plantará en la línea de salida de la Skoda Titan Desert Marruecos. Una de las carreras de mountain bike más duras del mundo: más de 600 kilómetros, más de 6.000 metros de desnivel, trazados polvorientos por el Atlas y las dunas del desierto, noches durmiendo en jaimas, autosuficiencia... ¿Una locura?
“Es una prueba de cabeza, que he elegido, y que la voy a hacer por dar visibilidad. La enfermedad no la elegí, pero hacer la Titan sí y me está haciendo más fuerte”, responde la madrileña de 52 años, un torrente de optimismo que es el corazón del Aural Team (Centros Auditivos), que ultima los preparativos para la gran aventura con el propósito de que cierre el círculo llegando a la meta.
Silvia se aficionó al ciclismo ya con 30 años, después de engancharse al spinning. A partir de ahí, las dos ruedas se convirtieron en su “pasión”. “Quien me conoce, sabe que si después de un mal día cojo la bici se me acaba dibujando una sonrisa”, describe. Tras trabajar en otras cosas, se formó como entrenadora, fundó Ciclismo para todas para animar a más mujeres a practicarlo, se convirtió en embajadora del programa Women in Bike de la Federación Española, da clases a chavales de entre seis a 14 años, promueve campus. Y, claro, comenzó a participar en todo tipo de pruebas y marchas de carretera y mountain bike.
Precisamente en 2018, en una de esas marchas en la que pedaleaba junto a Miguel Indurain, sufrió una caída y se fracturó la cadera. “Se puede decir que el deporte me ha salvado la vida, porque a raíz de aquello había unos ganglios un poco raros, me los hice mirar y era un cáncer”, recuerda. Un linfoma que volvió a aparecer. El campeón de cinco Tours la llamó al hospital para transmitirle su ánimo mientras se recuperaba del autotrasplante... y coincidirán en la Titan.
“Es una putada que tengas cáncer, pero vamos a contarlo, a darle visibilidad me dijo mi amigo Fran Martínez (también su preparador en Entrenamiento Ciclismo), y qué mejor que haciendo la Titan, la prueba que todo biker quiere vivir”, explica. Primero fueron las redes, contando su experiencia (“vi que ayudaba a otros y me lancé”). Después esos mismos amigos echaron el guante a Abel Antón, doble campeón del mundo de maratón (1997 y 1999) que enseguida se mostró entusiasmado y atrajo a Aural, marca de la que ya era embajador.
“No llego a verme como un espejo. Quizá como un altavoz. Pero sí me gustaría que mi testimonio sirviera para que la gente ponga remedio a sus problemas o enfermedades. Darle un sentido positivo. Los Centros Auditivos Aural se animaron a ayudarme con el proyecto, porque también es una forma de decir a la gente que no debe tener miedo a utilizar un audífono. Por ejemplo, sólo tres de cada diez personas que lo necesitan dan el paso”, compara. Con Antón ha ido sumando salidas. “Aunque Abel no haga muchos kilómetros con la bici, parece una liebre encima de ella. ¡Bicampeón mundial sólo hay uno!”, exclama.
Por el camino se fueron sumando más apoyos: Quirón Salud, Murwall, Enervit, DHL, Asistencias Willy, Mondraker... Pero la travesía no ha sido sencilla. “Con el autotransplante me quedé a cero en noviembre, en diciembre comencé a andar, en enero pude arrancar con la bici y ver que no me rendía... Cuatro meses para prepararme cuando todavía no he expulsado toda la quimio y el músculo no responde igual”, relata la madrileña sin perder la sonrisa. “Cuando la analítica dio perfecta, le dije a mi hematólogo que me iba a hacer la Titan. Lo único que noto es que tengo que comer más y que voy más lento, claro. Pero tenía claro que quedarse en el sillón no era una solución, y estoy convencida de que el deporte ha contribuido a mitigar los efectos secundarios de la quimio”, apuntala.
Ahora, la cuenta atrás ya está activada, con la bici empaquetada camino de Marruecos. “En la Titan me da respeto el entorno hostil, el calor extremo. Son muchos kilómetros, pero eso lo puedes controlar a tu ritmo y con cabeza”, visualiza desde su experiencia. “Me he visto muchas veces en la meta, pero sólo cuando han empezado a preguntármelo. Cuando entrenas, sólo piensas en sufrir aquí para no sufrir allí. Pero sé que lo voy a conseguir”, remacha con brillo en los ojos y emoción en la voz. El ciclismo le debe más alegrías. La vida también.
As Deporte en Positivo es un proyecto de compromiso social que fomenta los valores asociados intrínsicamente al deporte tales como el respeto, la equidad, la inclusión, la humildad, la disciplina o la diversidad. Frente a la crispación y al ruido que tan presentes están en la actualidad deportiva en los últimos tiempos, esta iniciativa recuerda que más allá de los goles, las canastas y los récords, el deporte tiene un gran potencial como elemento transformador de la sociedad.