Al principio la vida es maravillosa: tenemos un móvil nuevo, recién sacado de la caja, que se enciende rapidísimo, los menús vuelan y todo está despejado… Pero cuando pasa un tiempo -un año, dos años- notamos que el smartphone ya no va como antes. Parece que tarda más en responder, como si su rendimiento hubiera bajado. ¿Es hora ya de cambiarlo? Puede que sí y puede que no, todo depende de cuatro razones que debemos examinar antes de dar el paso:
Apps que sobran
Hay apps que usamos a diario, otras que usamos de forma más espaciada, y otras directamente que sólo las hemos abierto una vez. El problema es que todas se actualizan, algunas con funciones que no necesitan, y además tenemos el hecho de que algunos desarrolladores no se molestan mucho en optimizar sus apps para que en terminales más antiguos no se beban el espacio, la RAM y la batería del teléfono -como os contamos en las 5 apps que drenan la batería del móvil.
Si el móvil tiene un par de años, puede que la razón de ir lento es que se empieza a quedar corto en RAM, potencia del procesador o GPU para mover las apps más nuevas o las de siempre que han ido actualizándose con más y más funciones. En este caso cambiar algunas por su versión ‘Lite’ o desinstalarlas aumentará el rendimiento del terminal.
Libera espacio
Otra causa que se suma a la anterior es la del espacio. Los primeros meses no echamos cuenta a temas como el espacio del terminal, y nos dedicamos a navegar, bajar cosas, instalar y desinstalar apps, hacer fotos en calidad altísima y vídeos a FullHD o 4K. Pero el espacio físico y la memoria son siempre finitos, y siempre llega el momento en que el terminal nos avisa de que nos quedamos sin almacenamiento.
Toca limpiar los historiales de los navegadores -una tarea que debería ser rutinaria cada mes por ejemplo-, revisar la caché, ver si hay apps que necesitamos o pueden ser borradas, y repasar los cientos de fotos y vídeos para copiarlos a un PC o una tarjeta microSD. Porque todo lo que sea liberar espacio y limpiar la ‘porquería’ le sentará estupendamente al rendimiento del terminal.
Apps en ejecución en segundo plano
La instalación indiscriminada de apps conlleva no sólo el problema de las actualizaciones, sino también que muchas se ejecutan en segundo plano al encender el móvil, para así estar listas y abrirse con rapidez. Si tenemos 10 apps instaladas no es lo mismo que si tenemos 50 apps, y cuanto más haya consumiendo memoria y recursos en segundo plano (aunque no las hayamos abierto), más lento será el rendimiento del teléfono. ¿Qué hacer? Pues procurar no tener muchos Widgets activos; no usar wallpapers o temas de escritorio dinámicos muy complejos, sólo estáticos, y desinstalar apps que no se usen.
Otro método es ir a Ajustes > Mantenimiento del Dispositivo > Batería y comprobar el listado: las apps que más consuman batería consumirán también mucho de la CPU y la RAM.
Las actualizaciones del Sistema Operativo
Android e iOS se renuevan cada año, por lo que de 12 en 12 meses hay una nueva versión del sistema operativo más compleja, actual y con funciones nuevas pensadas para sacar partido de los móviles más recientes del mercado. El rendimiento del actual Android 9 Pie no será el mismo en un terminal del año pasado que en uno que ya tiene 3-4 por ejemplo, y quizás actualizar el terminal al SO más actual es lo que ha provocado que el móvil de repente se ralentice, ya que aunque técnicamente es compatible, tecnológicamente el nuevo SO viene con funciones que piden más recursos y procesamiento.
Stu caso es que tienes un modelo con un par o tres años en el mercado-, puedes plantearte no aceptar la actualización y quedarte con el SO antiguo o cambiar el terminal -incluso si no salen actualizaciones de seguridad para tu versión de Android, siempre puedes usar las de una versión 'custom'. Si el móvil tiene +3 años, directamente el consejo es que te hagas con uno nuevo y jubiles a ese campeón.