Pascual resucita al Barcelona

La llegada de Xavi Pascual ha revolucionado al Barça de baloncesto. Pocas veces un relevo en el banquillo había tenido un impacto tan grande y tan inmediato como el del técnico de Gavá, en una transformación casi milagrosa. El Barça ha pasado de ser un equipo que transitaba con más pena que gloria por ACB y Euroliga a convertirse en un equipo temible que compite bien en todos los lugares y circunstancias. Y las claves de esta transformación son variadas y profundas.

La primera, un cambio en el discurso. Tanto en público como en privado Xavi Pascual dejó claro que había que ganar siempre y a cualquiera, que en él Barça no hay “años de transición” y que él ha firmado para ganar. Nada de esperar a la temporada que viene, nada de esperar refuerzos, nada de excusas. Un mensaje que ha calado de lleno en la afición pero sobre todo en el vestuario. Porque es de puertas adentro donde está la segunda clave de la llegada de Pascual: su autoridad en el vestuario. Tras los años de Grimau y Peñarroya, donde más de un jugador ha cuestionado el liderazgo y las decisiones del técnico, eso se ha acabado. Con Pascual queda completamente descartado que nadie cuestione sus decisiones, mucho menos delante de los compañeros.

Es evidente, sin embargo, que solo con un cambio de mentalidad y discurso no se transforma un equipo. También hace falta baloncesto. Y Pascual, junto a Íñiigo Zorzano, han cambiado completamente la forma de preparar los partidos. El ‘scouting’ de los rivales es mucho más exhaustivo, las órdenes llegan de manera clara y diáfana a los jugadores y todos saben qué hacer en todo momento. De esta manera los jugadores se sienten mucho más cómodos, tienen muchos más recursos y la confianza crece. También los resultados. De los primeros 15 partidos el equipo ganó ocho y perdió siete mientras que con Pascual han ganado nueve de diez. El cambio es evidente.

La capacidad para transmitir mejor lo que quiere y espera de cada jugador ha sido también decisivo en otra revolución, quizás más silenciosa, que ha llevado a cabo Pascual en el equipo. Cuenta con todos para ser importantes. Es verdad que está dando menos minutos a Fall y Marcos, quizás los dos jugadores con menos peso en el equipo, pero por el contrario ha potenciado a varios de los que venían jugando también relativamente poco. Es el caso del ‘núcleo español’ con Parra, Brizuela y Willy, pero también de los ‘Miles’. Cale ha aumentado sus minutos y prestaciones mientras que Norris, prácticamente inédito, está jugando un rol importante sobre todo en ACB. De esta manera Pascual, que desde el principio supo que era imposible reforzar al equipo antes de enero, se ‘fabricado’ nuevos recursos y ha aumentado la competencia en el equipo: un win-win.

El cambio en el estilo, además, es evidente. Todo el mundo era consciente de la importancia que le da Pascual a la defensa y desde el primer minuto se vio reflejado en el parqué. Con Peñarroya promediaban más de 87 puntos en contra por partido mientras que con Pascual (quitando el duelo ante Baskonia que desvirtúa cualquier promedio) poco más de 72. Jugaron en París, el equipo más anotador de la Euroliga, y los dejaron por debajo de los 70 puntos. Ha cambiado la manera de defender, pero también la intensidad y las ayudas. “El que no defienda no juega”, dijo Pascual. Más claro imposible. Y, gracias a esta defensa, el equipo ataca mejor. Una de las obsesiones del técnico era mejorar las transiciones, no perder la concentración tras un rebote o una canasta, ser capaces de encadenar varias acciones de intensidad máxima a lo largo del partido. Otro objetivo que también ha cumplido.

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