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MUNDIAL | EDICIÓN 2023 | GRUPOS | 5ª JORNADA

Tavares se despide del Mundial: líder en rebotes y una participación histórica

Tavares y Cabo Verde cierran su primera participación en un Mundial con una victoria en el bolsillo y un torneo en el que han hecho historia. El pívot, irregular, pero gran referente.

Tavares y Cabo Verde cierran su primera participación en un Mundial con una victoria en el bolsillo y un torneo en el que han hecho historia. El pívot, irregular pero gran referente.
Tavares y Cabo Verde cierran su primera participación en un Mundial con una victoria en el bolsillo y un torneo en el que han hecho historia. El pívot, irregular pero gran referente.ISSEI KATOREUTERS

Cabo Verde es un Estado soberano insular que tiene algo más de medio millón de habitantes. Hasta 10 islas componen un archipiélago que no estuvo habitado hasta el siglo XV, cuando exploradores portugueses colonizaron el lugar. Y han sido 12 los jugadores que han participado en el Mundial 2023, un hito histórico cuya tradición deportiva y baloncestística se reduce casi por completo a la figura de Edy Tavares. El pívot nació en la isla de Maio, la segunda menos poblada del país (de menos de 7.000 personas) y no jugó al baloncesto hasta los 17 años, cuando un comerciante alemán vecino de su familia le puso en contacto con el Gran Canaria. A partir de ahí, el cielo fue el límite: pasó por la NBA hasta que, en 2017, se incorporó al Real Madrid. Y a las órdenes de Pablo Laso (ahora de Chus Mateo) se convirtió en una de las figuras más dominantes del panorama continental. Dominando los tableros, mejorando en la anotación, aprovechando su espectacular envergadura y una altura ya de por sí enorme (mide 2,20) y asentándose hasta convertirse en un elemento esencial y diferenciador.

Tavares ya tiene, con 31 años, el currículum de un grande. Ha conquistado tres Ligas, dos Euroligas, una Copa del Rey y cinco Supercopas de España. Fue, hace un año, MVP de la final de la ACB. Y ha ganado el mismo premio en la Final Four este último curso, cumplido el sueño de la Undécima en el primer año de Chus Mateo en el banquillo. Pero a su extensa hoja de servicios le faltaba una cosa: triunfar con su país, con su selección: con Cabo Verde. Los africanos tenían una oportunidad en los partidos clasificatorios para el Mundial. Y la cumplieron: se impusieron a Guinea y a Costa de Marfil, con una derrota entre medias ante Angola que no impidió que lograran el billete para la gran cita. Objetivo cumplido. La historia, reescrita. El momento, increíble.

Cabo Verde llegaba al Mundial sin nada que perder. A partir de ese momento, todo lo que viniera iba a ser grandioso. Cayeron ante Georgia en su debut (60-85), pero ganaron a Venezuela en la segunda jornada. Ha sido su única victoria en el Mundial en toda la historia (75-81), un momento dulce que hizo vibrar a un archipiélago diminuto y que se celebró casi como un oro. No importó caer ante Eslovenia (92-77), con el morbo añadido de ver a Tavares enfrentarse a Luka Doncic, un privilegio también para el resto de jugadores caboverdianos, que disfrutaron entonces de tener enfrente a un jugador generacional como el esloveno, uno de los mejores europeos de la historia y que está llamado a ser de los más grandes de la NBA en el futuro. Sus 19 puntos, 9 rebotes y 7 asistencias bastaron para inclinar la balanza. El privilegio de jugar contra él, una locura para Cabo Verde, una selección que jamás había disputado un encuentro de semejante envergadura.

La selección caboverdiana cerró su participación en el Mundial con derrotas ante la Finlandia de Lauri Markkanen (77-100) y una Japón (80-71) que ha conseguido delante de su público su particular billete para los Juegos Olímpicos de París. Para los mismos no tenía opciones el equipo de Tavares, ya que Sudán del Sur ha sido la selección africana mejor clasificada (también en su primera vez en un Mundial) y la que ha asegurado una histórica participación olímpica, la primera para ellos en su historia. Algo que no debe importar demasiado a Cabo Verde, que escribe su nombre en las páginas de los Mundiales habiendo jugado, en 2023, el primero de todos ellos. Y con una victoria en el bolsillo que justifica unos días festivos y emocionantes para la selección y el país entero.

Tavares ha estado irregular durante el torneo: se fue a 6 puntos, 12 rebotes y 2 asistencias ante Georgia, a 6+14+3 en la grandiosa victoria ante Venezuela; consiguió 9+10+5 ante Doncic, 14+12+2 frente a Markkanen y 11+14+4 en la despedida, en el duelo que enfrentó a Cabo Verde con Japón. Bien en el rebote (se va con el mejor registro del torneo) y con puntos buenos en la distribución, pero regular en la anotación, con algo de lentitud en las transiciones y algunas dificultades para salir a los bloqueos. Quizá por culpa de un cansancio totalmente comprensible tras una larga temporada con un Real Madrid con el que tiene enquistadas las negociaciones para su renovación, que se haría efectiva en 2024, tras cumplir el último año de su actual contrato. Eso, para otra ocasión. Ahora, Tavares y Cabo Verde pueden tener la cabeza bien alta tras un hito histórico, sin precedentes, que les convierte en una referencia en el baloncesto africano y le da un éxito improbable al pívot con su selección. Cabo Verde, en el firmamento, ha disputado un Mundial. Historia pura.