Un equipo de patio de colegio
El Club Baloncesto Estudiantes, que entra en el Hall of Fame como contribuidor, nació en 1948 en el Ramiro de Maeztu de la mano de don Antonio Magariños.


“En el Ramiro teníamos asignaturas como latín, griego, filosofía… y baloncesto”. Pepu Hernández ha utilizado siempre esta frase cuando se le ha preguntado sobre qué significa para él el Ramiro de Maeztu, un instituto especial, único, con una historia que conecta las aulas con las canchas, la teoría con la práctica, los sueños de don Antonio Magariños con la realidad del Club Baloncesto Estudiantes.
El profesor de latín, que tenía tanta aversión al fútbol como amor a las declinaciones, se sintió rápidamente atraído por el deporte de la canasta. En él adivinaba unas cualidades especiales para fomentar la disciplina, la camaradería y la forma física. Una serie de virtudes que derivaron en la configuración del primer equipo del centro de enseñanza en otoño de 1947. Un año después, concretamente en abril de 1948, se fijó el nombre de Estudiantes para comenzar una historia que este mes de octubre desemboca en la entrada de la institución deportiva en el Hall of Fame de la FEB en colaboración con el diario AS.
“Es un honor. No solo por entrar, sino por los que ya están dentro. Te hacen formar parte de un club en el que entras al mismo tiempo que el Joventut de Badalona: ambos somos clubes análogos en nuestras trayectorias. Es un reconocimiento a 77 años de mucho esfuerzo por parte de mucha gente que se ha dejado la vida para que esto sea una realidad y para que sigamos siendo ese club formador a pesar de las dificultades”, dice Ignacio Triana, presidente de la entidad colegial.

La vida del Estu es la vida del baloncesto español. Los números lo avalan. Padre fundador tanto de la Liga Nacional (1956-1983) como de la ACB (1983), los ramireños disputaron 65 temporadas seguidas, 1.991 partidos y 1.020 victorias (quintos en el ránking histórico en ambas categorías) en la élite antes de caer al infierno de la LEB Oro (ahora Primera FEB) en 2021 tras salvarse de la quema previamente en tres ocasiones en los despachos.
Un largo caminar en el que se han embolsado tres Copas del Rey (1963, 1992 y 2000) y tres Copas Princesa (1986, 2022 y 2024). Y que lo ha llevado a viajar por Europa hasta alcanzar la Final Four de la Euroliga en Estambul en 1992, la de la FIBA Cup en Girona en 2007 y la final de la Korac en 1999. En las tres ocasiones, tres equipos catalanes cortaron el paso a los madrileños hacia el título: Joventut, Girona y Barcelona, respectivamente.
“Ser del Estudiantes no es fácil. Está lleno de sinsabores, de amarguras, de decepciones. Ahora y siempre. Pero tiene algo, algo distinto”, continúa Triana, que descifra rápido ese aspecto diferencial: la formación de personas a través del baloncesto. La cantera, “la razón de ser del club”, subraya el mandatario: “No es que la cantera sea muy importante, es que es lo importante. Todo lo demás es accesorio. Es lo que nos importa de verdad. Es el contorno de lo esencial. Esto no es siempre fácil de hacer, no es siempre evidente que se está haciendo, pero el trabajo de base siempre está ahí”.

El resultado está también ahí. Son más de 2.000 niños y niñas formando parte de la mayor cantera inclusiva de Europa. De las clases de Ramiro han salido 33 internacionales españoles desde Felipe Reyes, Alberto Herreros y Carlos Jiménez hasta Sergio Rodríguez, Vicente Ramos, Nacho Azofra y Juancho Hernangómez. Y tres seleccionadores: Antonio Díaz-Miguel, Pepu Hernández y Aíto García Reneses. Un cuarto, Juan Antonio Orenga, entrenó tanto en categorías inferiores como a los mayores.
“Es difícil entender el baloncesto español sin el Estudiantes y sin el Joventut. Sin ambos nos quedaría una foto con agujeros por todos lados. Sería difícil de entender”, prosigue Triana, que también se enorgullece de que el club lleve apostando desde 1989 por el baloncesto femenino tras la rebelión de las alumnas del Ramiro. Por unas Women in Black que han luchado a brazo partido hasta alcanzar el mismo estatus en el club que los chicos. Mariana González, Irene San Román, María Espín, Begoña de Santiago… son algunas de las responsables de hacer crecer y asentarse al Estu en la élite de la Liga Femenina.
“Estamos encantados con su crecimiento. Aquellos que hicieron que se formara el equipo fueron unos visionarios porque en esos años pocos hablaban de baloncesto femenino. Y todos los que vinieron después vieron que el baloncesto femenino en el Estudiantes tenía que estar al mismo nivel que el masculino porque no tenía sentido otra cosa”, argumenta el presidente de un club que ya ha visto como una de sus canteranas, María Conde, alcanza la Selección. Silvia Domínguez, leyenda en el equipo nacional, se forjó desde los 17 años en las canchas de un Magariños que es el templo de las Women in Black.

En estos 77 años de historia, las olas han golpeado con dureza al Estudiantes. La mayor, un tsunami que cerca estuvo de aniquilar la institución, llegó en 2010 con la entrada en un concurso de acreedores por una deuda de 10,8 millones de euros con Hacienda. Un escenario económico endeble que, en múltiples ocasiones, ha amagado con resquebrajar la organización. 15 años después, el río baja en calma. El final está muy cerca. A la vuelta de la esquina.
Una supervivencia lograda gracias a múltiples patrocinadores con Movistar a la cabeza, que lleva ligada al Estu desde 2014 (en 2013 también a través de Tuenti): “Son el hilo que nos sujeta a la vida. Es esa vía por donde entra el suero al enfermo muy malito. Su aportación económica es la que nos ayuda a seguir siendo eso que nos hace ser valiosos a los patrocinadores: una institución completamente convencida de que lo importante de verdad es la formación de personas a través del baloncesto. No son nuestros resultados deportivos lo que nos hace atractivos”.
“Afortunadamente podemos hablar de que va a ser el Estudiantes dentro de cinco o diez años. Hace cinco no estaba tan claro. Eso es una gran victoria, una gran satisfacción”, prosigue Triana, que tiene claro que el objetivo futuro del club será el mismo que el actual, la formación de personas: “Más y mejor”. “También hay objetivos deportivos, claro, los más ambiciosos que se puedan tener dentro del respeto total y absoluto a nuestros valores. Eso es fundamental. No vamos a sacrificar nuestros valores por el resultado deportivo. No debemos y no lo vamos a hacer”.
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