Jokic, fuera del Eurobasket; ¡qué bella Italia!

Al baloncesto ya no se gana andando y sin un profundo estudio del rival. Con una lección de baloncesto moderno, ágil y atractivo, Italia mandó a casa a Serbia (86-94) y se metió en los cuartos de final del Eurobasket. Nikola Jokic, pese a sus 32 puntos, es la primera megaestrella NBA fuera del torneo. No le debe sorprender. Mientras su anquilosado seleccionador, tal vez por expreso deseo de ellos mismos, se ha dedicado a la gestión y no jugó a nada en cuanto el partido se puso caliente; el rival, dirigido por el volcánico Gianmarco Pozzeco, ejecutó su plan con maestría. Para cuando Pozzecco se fue descalificado por dos técnicas en el minuto 26, ya intuía que su plan iba bien.

Serbia había anotado 51 puntos en los dos primeros cuartos, pero Pesic era rácano con las rotaciones y cuando aparecía la segunda unidad, con Milutinov, Jaramaz o Guduric, el equipo se caía. Italia sabía que tenía que ser paciente y esperar su momento para meterle el diente al partido. Lo hizo camino del final del tercer cuarto, con un festival de triples de Spissu y Polonara que desarbolaron a un equipo pobrísimo. Sin ideas, sin sistemas y que parecía con ganas de irse a casa. Con Micic y Jokic boqueando, para Italia el último cuarto resultó un paseo. Melli, jugador competitivo, terminó poniéndole un gorro espectacular a Jokic que simbolizó el aplastamiento serbio y la energía de una Italia fresca que, además de ese tridente Spissu-Polonara-Melli, lució a Fontecchio, jugador académico que se fue a los 19 puntos en 28 minutos con un 67% de acierto.

Cuando faltaban apenas segundos para el final se vivió uno de los grandes contrastes del partido. Mientras Pesic era insultado por la afición serbia, un ruido desde el banquillo de Italia alborotó el Mercedes Benz Arena. Era Pozzecco, que se había escapado del túnel de vestuarios. Sus jugadores le pidieron que se fuera para evitar una sanción. No podía estar ahí. Pero acabó subido a hombros por sus jugadores. Qué bella Italia, qué gran triunfo.