“Nápoles puede ser grande también en baloncesto”
Pedro Llompart, después de 22 temporadas como jugador, es el responsable deportivo del club que va segundo en Italia igualado con otros tres: “La ciudad tiene un potencial enorme”.
Nápoles, en deporte, se asocia al fútbol, a Maradona y así será de manera eterna, y a un club que vive otra vez una época dorada, vigente campeón de Italia. Una realidad indiscutible; pero en la ciudad hay emprendedores que miran más allá, que creen que “Nápoles puede ser grande también en baloncesto”. Es la tercera urbe de Italia por habitantes, la mayor del sur de país, y la población del área metropolitana supera los tres millones. Su relación con la canasta viene de lejos, trufada de clubes que asomaron y ya no están. Pero ahora el Napoli Basket, fundado en 2016 y que cambió de propietarios en 2018, vive su tercera campaña en la Serie A y empieza a atraer los focos. Va quinto, igualado a triunfos con el segundo, y por delante del Armani Milán, al que derrotó en la segunda jornada. El GeVi (Generazione Vincente, por cuestiones de patrocinio) Napoli Basket tiene un responsable del área técnica (primer equipo y cantera) español: Pedro Llompart (Palma de Mallorca, 1982).
Un base que alargó su carrera durante 22 temporadas (Valencia, Murcia, El Ejido, Palma, Tenerife, Alicante, Zaragoza, Gipuzkoa, Reggio Emilia…) y que lo dejó en 2022 con 40 años. Unos meses retirado, dedicado a los entrenamientos de tecnificación, hasta que el pasado junio recibió una llamada inesperada, la del nuevo CEO (director ejecutivo) del Nápoles Basket, Alessandro Dalla Salda, que ejercía ese cargo en el Reggio Emilia cuando Llompart vivió vestido de corto su primera y única experiencia fuera de España.
“Me explicó que debía ser yo la persona que llevara la parte deportiva del club tras haberme conocido como jugador, porque recordaba nuestras conversaciones, los jugadores que había recomendado, cómo me comunicaba con el entrenador… ‘Antes de que te descubra otro, quiero hacerlo yo’, me dijo. Me habló del proyecto y en 48 horas estaba en Nápoles con lo puesto. Por suerte, ya había pensado antes en qué haría en una situación así. En dos días tenía un presupuesto sobre la mesa con 10 jugadores por fichar más el entrenador. Carta blanca para formar el equipo”. Con un presupuesto, eso sí, ajustado.
Y manos a la obra: “Lo primero que hice fue elegir al entrenador, a Igor Milicic, seleccionador de Polonia (semifinalista del Eurobasket), un acierto. Le ofrecí un 2+1, la misma duración de mi contrato, y le expliqué que sería un director deportivo diferente y que la relación debía ser muy fluida, aunque discutiríamos alguna vez. Le gustó la idea y aceptó. Tocaba hacer una plantilla versátil y una de mis apuestas fue Justin Jaworski, que lo hizo muy bien en la LEB Oro y pensaba que lo haría igual en Italia. Guardamos una parte importante del presupuesto hasta septiembre, cuando fichamos a Jacob Pullen y Tyler Ennis, que nos dan un salto de calidad”.
Llompart es cuñado de Sergio Rodríguez y con el Chacho comparte dudas e intercambia opiniones: “Sergio es una mente privilegiada y no solo en el campo. Sabe mucho de baloncesto y está preparadísimo para lo que venga después de su carrera de jugador, aunque creo que todavía le queda. Es una de las personas con más capacidad en el baloncesto español”.
Las cosas están funcionando de maravilla en Nápoles (6-2 de balance, igualado en la segunda plaza tras el líder, la Virtus de Bolonia, con otras tres escuadras), pero el objetivo aun así es conservar la categoría con “el mayor número de victorias posible”, dar otro pasito el siguiente año y luego “pelear en Europa y por la Lega”. “El proyecto es ambicioso y me ilusiona porque Nápoles, que vive el fútbol con una pasión increíble, tienen en el baloncesto su segundo deporte y el potencial es enorme. Están convencidos de que pueden ser uno de los equipos grandes de Italia”. Y la afición responde, a lleno por jornada en el Pala Barbuto.
Los que creen firmemente en las opciones del club son los tres propietarios (Grassi, Amoroso y Tavassi), “tres empresarios importantes a nivel nacional, napolitanos y muy serios, que quieren limpiar un poco la imagen que desde fuera se tiene de la ciudad, de que a veces no se cumplen los compromisos”. Tomaron el mando en 2018 y creen que “Nápoles merece estar en la cima del pallacanestro”. Italia, pionera de las grandes ligas, quiere recuperar el terreno perdido y Nápoles está ahí.
Pedro Llompart: “Sergio Rodríguez tiene una mente privilegiada, me da grandes consejos”
¿Cómo hace un jugador recién retirado, después de 22 temporadas como profesional, para desembarcar en la dirección deportiva de un club en un país que no es el suyo?
Para mí también fue sorprendente. Dejé de jugar en 2022 y me empezaron a llamar para entrenamientos de tecnificación, trabajé con el UCAM Murcia, el Benidorm… con chicos individualmente, y en el mes de junio de este año me llamó el CEO de Napoli Basket (Alessandro Dalla Salda) y me contó que estaban buscando un responsable del área técnica, que es el que lleva toda la parte deportiva del club, tanto del primer equipo como de la cantera. Me dijo que pensaba que yo tenía las cualidades tras coincidir conmigo durante dos meses en el Reggio Emilia, donde él estuvo durante 25 años, luego se fue a la Virtus una temporada, cuando ganaron la Champions FIBA, y volvió al Reggio Emilia y este año lo llamaron de Nápoles. Me dijo: “Tengo claro que debes ser tú la persona”. Y me habló del proyecto, de por qué pensaba que debía ser yo… y en 48 horas estaba en Nápoles. Quieren hacer un proyecto importante, porque esta ciudad lo es.
Coincidió solo dos meses en el Reggio Emilia con la persona que lo ha fichado, ¿lo vería a usted como una persona con inquietudes en esto del baloncesto?
Sí, me dijo eso, que me había conocido como base y que en seguida me involucré en un proyecto en el que llegué a mitad de temporada (2017-18). Y añadió que tenía presentes las conversaciones que había mantenido conmigo, los jugadores que había recomendado, cómo me comunicaba con el entrenador… Me vio como potencial responsable del área técnica y me dijo: “Antes de que te descubra otro, quiero hacerlo yo”.
Empezar así y sentirse respaldado debe ser bonito, pero llega a Nápoles y hay que empezar de cero, con el bagaje de jugador aunque sin experiencia en el cargo. ¿Cómo fue aquello?
Cuando me vi en Italia, donde llegué con lo justo porque estaba visitando a mi padre en Mallorca y viajé directamente, ya que en el club iban con retraso en la planificación, tuve 24 horas para dar forma al proyecto en mi cabeza antes de que hablara con el consejo de administración de mi idea. Por suerte, ya había pensado antes en qué haría en caso de ser responsable del área técnica en un club. Les expuse mi proyecto, les gustó y en 48 horas me vi con un presupuesto sobre la mesa, con 10 jugadores por fichar más el entrenador. Carta blanca para formar el equipo.
Me sorprende una cosa, ¿tenía ya una idea clara siendo jugador de lo que haría al frente de un equipo?
Como pasé dos temporadas en Italia, tenía bastante claro la diferencia entre la Lega y la ACB, y los mínimos para formar inicialmente un equipo para la permanencia, que era lo que me pedían. Lo primero que hice fue elegir entrenador. Sobre la mesa había varios técnicos italianos y algún extranjero, y traje a Igor Milicic, seleccionador polaco, y creo que es un acierto. Me gustaba mucho cómo jugaba Polonia (semifinalista del Eurobasket 2022) y él había hecho una gran carrera en Polonia, pero venía del Besiktas turco, de hacer una buena temporada, pero me enteré de que no iba a seguir y fui a por él. Le ofrecí el mismo contrato en duración, un 2+1, que tengo yo. Le expliqué lo que quería, que iba a ser un director deportivo diferente, que iba a hablar de baloncesto con él y que la relación entre el área técnica y el entrenador debía ser muy fluida, aunque algún día seguro que discutiríamos. Le gustó la idea y aceptó la propuesta en 24 horas. A partir de ahí empezamos a construir el equipo, teniendo en cuenta la fórmula de seis más seis, seis extranjeros y seis italianos. Con una plantilla corta hay que hacer un equipo versátil, con varios jugadores capaces de actuar en distintas posiciones. Una de las cosas que tuve clara es traer a Justin Jaworski, que lo hizo muy bien en la LEB Oro y pensaba que lo haría igual en Italia. Fue una de mis apuestas personales y creo que está saliendo muy bien. Y luego nos guardamos una parte importante del presupuesto hasta el final y en septiembre fichamos a Jacob Pullen, con mucho talento, y Tyler Ennis, un base muy importante que nos da un salto de calidad. Llegó de los Lakers al Fenerbahçe, pero tuvo varios problemas graves físicos, y ahora está recuperando su nivel. Le ofrecimos un proyecto diferente y aceptó después de un mes y medio de negociaciones, lo cerramos el 15 de septiembre. El entrenador y el club respetaron unos tiempos que agotamos al máximo para encontrar ese jugador de calidad.
Un club, por otra parte, muy nuevo, que llegó a la Serie A en 2021.
El club, en realidad, tiene cinco años de historia porque los otros clubes que ha habido en la ciudad desaparecieron. Ahora hay tres propietarios, tres empresarios importantes a nivel nacional, napolitanos y muy serios (Federico Grassi, Alfredo Amoroso y Francesco Tavassi), que quieren limpiar un poco la imagen que desde fuera se tiene de Nápoles, de que a veces no se cumplen los compromisos. Ahora toca permanecer en la categoría con el mayor número de victorias, dar un pasito más el año que viene para entrar en el playoff y en un tercer año disputar Europa y la Liga italiana. Un proyecto con la ambición de poder pelear algún título en el futuro, porque Nápoles, que vive el fútbol con una pasión increíble, tienen en el baloncesto su segundo deporte y el potencial es enorme. Nápoles es una de las grandes metrópolis del país con más de un millón de habitantes y tres millones en los alrededores. Están convencidos de que pueden ser uno de los equipos grandes de Italia en un futuro y a mí me ilusiona mucho el proyecto.
Y la gente está respondiendo…
Sí, de manera espectacular. En verano llamó la atención que escogieran a un director deportivo español joven y que no había hecho nada, luego elegí a un entrenador extranjero, que no es algo tan habitual, y, además, el CEO era nuevo. “¿Qué pasa? ¿Qué va a ser esto?”, se preguntaba alguno. Y llega el primer partido de Liga y ganamos en casa con todo vendido, luego ganamos también al Milán con el récord de facturación histórica y la gente empieza a interesarse muchísimo. En cada partido en casa se han vendido todas las entradas o han sobrado como mucho cien. La gente lo vive con pasión y el ambiente es una gozada.
En sus 22 temporadas de jugador, ¿quién le ha marcado más para ser ahora director deportivo?
Por suerte, he aprendido cosas en todos los sitios donde he estado y, como me he preocupado mucho de hablar con mi agente, de ver cómo hacíamos los contratos, de estar pendientes de las negociaciones, he aprendido bastante fuera de la pista, cosas que me sirven ahora. También me ha ayudado ser emprendedor y algún negocio que he tenido, que me ha dado una visión de las contrataciones, los planes de negocio… He sido una persona inquieta. Era de los jugadores pesados para los entrenadores porque hablaba, requetehablaba, intercambiaba opiniones, siempre he sido muy cercano con ellos y me dejaban expresarme. He vivido el baloncesto más allá del pabellón.
Repasando su trayectoria, coincidió con Pablo Laso en Valencia, cuando él daba sus primeros pasos como entrenador.
Sí, y me dio un empujón grandísimo, porque confía en los jóvenes. Me puso de titular en el Pamesa con un equipazo y aprendí muchísimo.
¿Cuáles son sus primeros recuerdos del baloncesto italiano?
Recuerdo estar en el sofá de casa con mi padre, antes de irme a Valencia, que lo hice con solo 14 años, algún partido del Scavolini de Pésaro, luego, más adelante, la Virtus y la Fortitudo. Me hace ilusión en esta etapa encontrarme en los pabellones con jugadores míticos, incluso en el Reggio Emilia tuve de director deportivo a Alessandro Frosini. He hablado con Messina, con Scola…
¿Vuelve a subir el baloncesto en Italia?
Sin duda. Que el Olimpia Milán y la Virtus hayan vuelto con tanta fuerza en los últimos cinco años ha hecho que la Liga suba muchísimo de nivel, ahora hay muchos proyectos interesantes. En Italia antes eran pioneros y se quedaron atrás, quieren volver y se nota esa progresión en los últimos años. Y para crecer miran mucho al baloncesto español, como un modelo, nos tienen en una gran estima. Somos para ellos como antes era Yugoslavia para nosotros. Cuando vienes aquí te das cuenta del respeto que nos tienen, en parte, gracias a toda esa generación que ha conseguido tantos éxitos con la Selección. El baloncesto español es muy respetado. Cuando en Italia piensan en la cantera, en mejorarla, automáticamente se fijan en nuestro modelo por lo bien que hemos trabajado en los últimos años.
Le pregunto por su cuñado, por Sergio Rodríguez, que también le gusta seguir el baloncesto de cerca, ¿lo ve a él también como director deportivo o algo parecido cuando se retire?
Sergio es una mente privilegiada, lo que se ve en el campo también se aprecia fuera de él. Sabe un montón de baloncesto y está preparadísimo para lo que le pueda venir. Estoy segurísimo de que después de la carrera de jugador, y espero y creo que todavía le queda tiempo, puede hacer carrera en nuestro deporte. No lo digo por ser su cuñado, pero es una de las personas con más capacidad en el baloncesto español.
¿Le pide consejo sobre jugadores?
Sí, estamos en continuo contacto. Intercambio opiniones sobre muchos jugadores, incluidos los que hemos fichado. Me da consejos muy importantes, poder hablar de baloncesto con él es un plus que me ayuda en mi trabajo. Vértigo nunca he tenido en este puesto, pero cuando me dieron el presupuesto, el listado de los agentes… me dije: “Y ahora, ¿por dónde empiezo?”. Por eso contar con apoyo y ayuda siempre es muy importante. Aquí en el club tengo a Giuseppe Liguori, que me ayuda en la dirección deportiva, una persona con mucha experiencia. El equipo de trabajo es muy importante y luego cuento con gente como Sergio con la que puedo hablar de baloncesto.
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