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Primera FEB | Jornada 10

Movistar Estudiantes: al límite de nuevo

Los colegiales vuelven este domingo contra el Palmer Basket Mallorca (12:00, M+D2) tras el revolcón de Palencia y sin ya margen para equivocarse.

Omar Silverio, escolta del Movistar Estudiantes, en primer plano. Por detrás, Sasu Salin, Tanner McGrew y Jayson Granger.
Movistar Estudiantes
José Ignacio Pinilla
Licenciado en Periodismo por la Complutense, comenzó en AS en maquetación en 2010. Tras su paso por fútbol, se unió en 2014 a baloncesto. Ha cubierto en directo la Supercopa de 2020, las Copas de 2020 y 2021 y partidos de España de las Ventanas. También el Eurobasket femenino de 2023. Escribió sobre la pandemia de la COVID en el confinamiento.
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La estancia del Movistar Estudiantes en Primera FEB es una historia de revolcones. De muchos sobresaltos. De una montaña rusa de emociones con el mismo eterno recorrido: subida de ilusión, caída por decepción, recta de expectación y descenso final con frustración por no alcanzar el ascenso. Es una constante matemática.

Esta temporada, los colegiales copian ese patrón, aunque un poco antes de lo esperado. Normalmente, es entre febrero y marzo cuando los estudiantiles ven alejarse de manera irremediable el ascenso. Este año parece que se han adelantado a noviembre con tres derrotas en las primeras nueve jornadas que les dejan a dos triunfos del líder Leyma Coruña, que tiene un partido menos.

Tres tropiezos relevantes porque han sido ante rivales directos por subir a la Liga Endesa. Solo en la temporada 2022-23, habían llegado tan pronto a acumular esa cifra. El pasado curso, por ejemplo, sumaron la tercera en la jornada 18. A estas alturas estaban 8-1. En su estreno en la categoría, en la 15. Habían ganado ocho encuentros en nueve duelos.

Las dos primeras derrotas, frente al Monbus Obradoiro y Leyma Coruña, tienen un pase. Contra los santiagueses, el triunfo se escapó por una serie de malas acciones encadenadas en los últimos minutos; y ante los coruñeses por una caída a peso en el periodo final después de realizar la mejor primera parte desde el descenso.

Sin embargo, la última frente al Súper Agropal Palencia fue diferente. Sonrojante. Decepcionante. Un tortazo inesperado por el crecimiento constante del equipo en defensa y en la lucha por el rebote desde el arranque de la competición. Dio igual todo ese camino recorrido porque los castellanos maniataron a un rival que se fue a casa 31 abajo (83-52). Era la quinta vez en todo el siglo XXI que el Estu cerraba un encuentro con 52 puntos o menos. La última, contra el Andorra también en LEB en 2023 (85-51).

El gran problema no fue la derrota en sí. O la distancia con el primer puesto que da acceso directo a la Liga Endesa. Sino el aroma de fragilidad que desprende el equipo ante rivales de su peso: enlaza ocho derrotas seguidas contra clubes de su tamaño. Enumeremos. Obradoiro, Betis, Fuenlabrada, Burgos, Betis (Final Four) la pasada temporada, y contra los tres conjuntos mencionados anteriormente.

Ahí no acaba la cosa. De los 38 tropiezos acumulados en las cuatro fases regulares disputadas en Segunda, 28 han sido contra el equipo que ascendió directamente (nunca ha ganado al campeón) y ante conjuntos que han jugado Final Four o playoffs. Un 73,3% de las derrotas son ante clubes grandes y medios de la Primera FEB. Mala señal para un teórico candidato al ascenso que quiere marcar territorio y que este domingo se enfrenta al colista y renovado Palmer Basket Mallorca (12:00, M+D2). El recién ascendido ya ha fichado ocho jugadores y han dado salida a seis en lo que llevamos de temporada. El exjugador argentino Lucas Victoriano reemplazó a Marco Justo en el banquillo.

“Más que el número de derrotas es la forma porque hay rivales y rivales. Ganar en Palencia es difícil, pero éramos capaces. Duele la derrota porque no hemos estado. Presentamos un nivel muy bajo. No es lo que habíamos hecho hasta ahora. Terrible partido. Muy malo”, analizó Toni Ten después de Palencia. El castellonense, el menos culpable por el momento de la situación, es el octavo entrenador ramireño desde el descenso.

Otro símbolo más de la inestabilidad de un club que, al margen de la segunda temporada, siempre ha configurado plantillas de nivel. La de esta campaña es la más compacta de todas con dos buenos jugadores por posición y una potencia interior de altísimo nivel. Pero las teclas fallan. Sasu Salin, Omar Silverio, Tanner McGrews, Patricio Garino, Juampi Vaulet… deberían ser garantía para apabullar rivales, pero no. Jayson Granger, el supuestamente mejor base de la competición, y Lotanna Nwogbo, el cinco de referencia de la pasada temporada y por el que hubo tortas este verano, todavía no se han encontrado este curso.

El uruguayo no tiene la chispa del año pasado. No logra penetrar con soltura y ha tenido verdaderos problemas en el tiro exterior. Ralentiza el ataque en múltiples ocasiones y el equipo lo sufre con solo 13,9 asistencias de media, la 11ª marca de la LEB. Defensivamente le queda dar un pasito más hacia adelante.

El estadounidense, por su parte, no es tan letal como en Fuenlabrada. En gran parte porque el balón le llega poco por dentro. La fuerza ofensiva de la plantilla afecta su grado de intervención: los madrileños son el 5º mejor ataque con 86,1 puntos por partido y el 4º en el porcentaje de tres (36,7%). En otra gran parte, por sus problemas con las faltas y por alguna que otro recurso que emplea en ataque que todavía está muy verde.

Estos elementos han dejado de nuevo límite al Estu, que ya ha empezado con su clásico baile. Amida Brimah ha salido con destino al Covirán Granada una vez que Ten lo sentenció en Palencia. El pívot no jugó en toda la segunda parte tras estar en pista 7:47 en el primer tiempo. A pesar de ser un buen defensor, sus carencias en ataque eran un lastre. Ahora se necesita un nuevo cinco. Podría haber más refuerzos tras sonar Sergi García, una vez que el base salió del San Pablo Burgos.

No hay aún nada cerrado en un club que también sufre en su parte femenina. Tras enlazar cinco temporadas de auténtico lujo, la presente está siendo un quebradero de cabeza para las Women in Black. Son colistas de la Liga Femenina Endesa con solo una victoria en nueve jornadas. La inestabilidad del vestuario no ha ayudado con ocho movimientos tras el cierre de la plantilla en verano, con cuatro altas y cuatro bajas. Las lesiones de Isa Latorre y de Kristina Topuzovic no han facilitado el camino. En la Eurocup, la situación es mejor con la clasificación a dieciseisavos de final.

Muchos dolores de cabeza para un Estudiantes que entre tanta desgracia ve salir el sol en el apartado económico. Este octubre se pagó poco más de un millón de euros del último plazo de la histórica deuda con Hacienda, que era de diez en 2010.

Al club solo le queda cerca de dos millones (se corrige la versión anterior en la que se decía que era solo uno), derivado por los intereses de demora devengados desde 2022. Se negocia pagar esa cifra en tres pagos anuales. De esta forma, se cerraría esta histórica y molesta herida coincidiendo con el final del patrocinio de Movistar.

“Afortunadamente podemos hablar de que va a ser el Estudiantes dentro de cinco o diez años. Hace cinco no estaba tan claro. Eso es una gran victoria, una gran satisfacción”, declaró a AS Ignacio Triana, presidente de la institución antes de que el club entrara en el Hall of Fame del baloncesto español. Un consuelo ante tantos problemas.

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