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Moncho Monsalve.

HALL OF FAME 2024

Moncho Monsalve: “El dinero que hacías en el extranjero no era el que hacías en España”

Jugador primero y entrenador después, su labor en los banquillos de España y de medio mundo le da la entrada en el Hall of Fame del baloncesto español.

Moncho Monsalve (Medina del Campo, 1945) ha sido el Willy Fog de los banquillos. Fue el cuarto entrenador español en probar suerte en el extranjero y dirigió a equipos y selecciones nacionales en tres continentes. Ahora vive alejado de su hábitat natural por cuestiones de salud, pero la pasión por el baloncesto no ha desaparecido.

¿Cómo está?

Jodido, pero estoy (risas). Desde que tuve la primera lesión en Brasil y luego la muerte súbita vivo principalmente en Santiago de la Ribera, que tenemos la familia una casa. Voy a la piscina, a un rehabilitador, tengo un chico que me ayuda… Un poquito de música, algo de baloncesto y afortunadamente mucha lectura.

¿Cuánto de baloncesto?

A mí ir a los campos me da mucha pereza. Veo mucho por televisión, principalmente la Euroliga, que creo que es una grandísima competición. Porque estoy un poco rebelado con gente que quiero y respeto. Estoy muy en la línea de Rafa Jofresa, de Alfonso Reyes. Esto es un negocio, está clarísimo. Pero sigo pensando que la formación no se hace bien. Hay equipos que juegan con uno o dos españoles de casualidad.

El éxito de España de las últimas dos décadas, que ahora parece estar frenándose, ¿cuánto cree que tiene que ver con esta ausencia de jugadores nacionales?

Los chicos jóvenes, muchos de ellos con agentes, se van a Estados Unidos. Allí, salvo que lo hagas por tu cuenta, puedes entrenar y jugar cuatro o cinco meses como mucho. Ya no hay hermanos Gasol, ya no hay Juan Carlos Navarro, ya no hay Sergio Rodríguez, ya no hay José Manuel Calderón, ya no hay Rudy Fernández… Es muy difícil. Qué curioso, de 14 a 18 años, tanto mujeres como hombres, somos la mejor federación europea con diferencia. ¿Dónde están estos chicos?

“Sigo pensando que la formación no se hace bien, hay equipos que juegan con uno o dos españoles de casualidad”

Moncho Monsalve

¿Cuándo echa la vista atrás, cómo valora su carrera?

No he sido un gran entrenador de gran nivel, con alguna pequeña excepción, pero sí he tenido dos grandes cosas: la metodología de la enseñanza y la técnica de entrenamiento. Lo que yo quería hacer con los jugadores, desde el principio de mi carrera, era un cuadro con palabras. Los entrenadores usan una pizarra donde explican los movimientos, las jugadas… Eso, en mi mundo loco, lo quería hacer sólo con palabras. Que ellos entendieran lo que yo pensaba. Seguramente no estaba en posesión de la verdad, si no habría sido un entrenador mejor.

Se retiró como jugador en el año 71 y ese mismo año empezó a entrenar. Lo llevaba en la sangre…

Siempre quise serlo. Ya hice el curso superior en Barcelona siendo jugador, con Pepe Laso, Calleja, María Planas. En el año 71 tuve la lesión de rodilla y eso precipitó las cosas, pero siempre quise ser entrenador.

Usted fue uno de los primeros españoles en entrenar fuera y ha estado en selecciones y equipos de tres continentes distintos. ¿Cómo valoran fuera al entrenador español?

Hoy en día tenemos un gran prestigio. Ahora está Jordi Fernández en Brooklyn y entrenando a Canadá. Hay tres personas en España, que la gente olvida con el tiempo, que entrenaron fuera antes que yo: Eduardo Kucharski, José Antonio Gasca y Javier Añua. Después fui yo. Y yo hice equipo nacional y equipo de club, a veces las dos cosas juntas. Honestamente, porque el dinero que hacías en el extranjero no era el que hacías en España.

“No he sido un gran entrenador de gran nivel, con alguna excepción, pero sí he tenido dos grandes cosas: la metodología de la enseñanza y la técnica de entrenamiento”

Moncho Monsalve

A usted le descubren en los San Fermines para esto del baloncesto y le ofrecen una beca que se llamaba Operación Atura.

Éramos tres chicos. Uno de Béjar que lo dejó en seguida, uno de Alsasua que jugó en la zona de Pamplona pero lo dejó. Y yo me vine a Madrid, a la calle Infantas. Allí compartí edificio con el Dúo Dinámico. Y de un día para otro, aparecen Miguel Hernández y Pedro Ferrándiz y me dicen que me quieren fichar para el Real Madrid. No tenía ni 18 años. Yo era muy bueno en atletismo, un personaje de cierto nivel en aquella época. Pero llegó esta historia del baloncesto y aquí acabó todo.

Aquel Madrid fue campeón de todo, un equipo histórico. Usted sólo estuvo cuatro años, ¿por qué se fue tan pronto?

Me fui del Madrid porque mi padre falleció. Sólo me pidió don Raimundo Saporta que, por favor, esperara ese periodo del año para que mi entrañable Cristóbal Rodríguez acabara la milicia universitaria. Yo en vez de irme a San Sebastián, me fui a Vitoria, al Kas y fuimos subcampeones de Copa. Lo malo es que jugábamos en el frontón vitoriano, con el suelo de mármol, y de ahí nacieron mis problemas en la rodilla izquierda.

Con el Kas llegó en un partido a los 60 puntos anotados.

Fueron más, sí. Lo que pasa es que Javier Añua en el tercer cuarto me sentó. No éramos muy amigos. Clyfford Luyk a la semana siguiente el fresco de él metió 72 (risas). Y Walter Szerbiack unos años después ya sabes lo que metió. Es normal, eran unos jugadorazos. Yo era un bruto. Yo venía del atletismo y era un salvaje. Me peleaba con todo el mundo.

“Yo era muy bueno en atletismo, un personaje de cierto nivel en aquella época, pero llegó esta historia del baloncesto y aquí acabó todo”

Moncho Monsalve

Una historia quizá poco conocida es que estuvo muy cerca de fichar a John Stockton para el Mónaco.

Todo el tiempo que he estado en Estados Unidos he ido a las ligas de verano, conocía a mucha gente. Ese verano del 84, cuando Bobby Knight seleccionó el equipo para los Juegos de Los Ángeles, incluyó a John Stockton en la primera selección de jugadores que hizo. Nadie se lo esperaba, él medía 1,81. Knight dijo públicamente que era el jugador más brillante de esa estatura. Yo había llegado a un acuerdo con él para llevármelo al Mónaco, pero estar en los entrenamientos con la selección americana lo cambió todo.

¿Qué cosas de cómo se juega al baloncesto ahora le parecen más interesantes?

Lo primero es el físico. Como atletas han mejorado al menos un 40%. Una gran técnica individual, lo que se llama los fundamentos. Ha cambiado la regla del 6,25 porque hay jugadores que pueden tirar a 8 metros. El primer entrenador que se orientó en todo esto del tiro de tres puntos fue Salva Maldonado. Lo hemos copiado algunos en función de qué características tienen tus jugadores. El tiro de tres puntos ha cambiado la ocupación de los espacios, de las esquinas. Con el famoso pick and roll, que lo juega el 96% de los equipos, hasta los críos lo juegan, ya no estoy tan de acuerdo. La última, que hay algún equipo que lo está volviendo a hacer, es la conversión de defensa a ataque. Pedro Martínez lo hace, Porfirio Fisac lo hace. Para mí el año pasado ver hacerlo al Manresa fue un privilegio. Esto sí ha cambiado en el juego.

Para acabar, ¿qué supone para usted que le incluyan en el Hall of Fame del baloncesto español?

Es una tremenda ilusión, porque me he enterado que soy el quinto entrenador. Yo me siento bien conmigo mismo en pensar que he podido ayudar a entrenadores, sobre todo a entrenadores jóvenes. Sabe Elisa Aguilar de mi gratitud. Y sobre todo me alegro por Yolanda, mi esposa, que desde la muerte súbita que tuve en el homenaje a Wayne Brabender es mi vida. Iré a Sevilla, con alguna dificultad pero muy feliz.

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