HALL OF FAME 2024 | MARC GASOL
Marc: “Ni los más optimistas podían pensar que iba a ser campeón de la NBA”
Marc Gasol ingresará en el Hall of Fame del baloncesto español tras una carrera deportiva llena de éxitos.
Marc Gasol (Barcelona, 1985) puso punto final a su carrera el pasado enero. Entre sus grandes y múltiples éxitos están sus cuatro oros con España (dos mundiales y dos europeos) y el anillo de campeón de la NBA que logró con Toronto Raptors en 2019.
¿Qué siente usted al ingresar en el Hall of Fame del baloncesto español?
Es un honor, una celebración a toda una carrera. Poderlo celebrar con esta clase de jugadores, que todos obviamente son grandísimos jugadores, es una alegría. Siempre se me hace extraño ganar premios individuales en un deporte colectivo. Pero este reconocimiento creo que va más allá de un premio como jugador. Es un reconocimiento a una carrera.
¿Nunca se cansa uno de recibir premios y reconocimientos?
Es que este es una vez acabada mi carrera y a eso no estoy tan acostumbrado. Lo ves con más perspectiva. Como jugador siempre fui muy poco complaciente, siempre quise más y nunca estaba satisfecho. Así funcionaba yo. Pero una vez acaba la carrera te permites mirar atrás y saborearlo todo un poco más.
¿Se siente usted una figura importante de la historia del baloncesto en España?
He tenido la suerte de formar parte de un gran grupo de jugadores y de una generación muy muy especial de la que ya quedan pocos en activo. No creo que sea una pregunta que yo pueda responder, yo hice mi trabajo lo mejor posible y tuve una gran suerte. Afronté cada día de entrenamiento y partido con la misma mentalidad. Con sus aciertos y errores, como no puede ser de otra manera. Ha sido una carrera muy larga con momentos muy especiales y únicos. Estoy muy contento, orgulloso y feliz de cómo ha ido todo. He aprendido mucho, he conocido gente increíble durante el camino. Más de lo que yo soy para el básquet lo importante es qué ha sido el básquet para mí. Ha sido una forma de entender la vida, que va muy relacionada con la implicación y la transmisión de unos valores muy necesarios hoy en día.
¿El baloncesto es una forma de entender la vida?
Sí, el deporte en general. El baloncesto es el que me ha tocado a mí, que es un deporte colectivo. Pero lo que he aprendido es muy aplicable a cualquier ámbito del día a día, ya sea en trabajos más normales, donde puedes trabajar muchos más años. Al final son grupos humanos que se sacrifican y se esfuerzan por el bien de todos. Siempre traté de dar mi mejor versión, de mirarme al espejo y ser exigente conmigo mismo. Lo que el baloncesto te enseña, que lo he vivido en mis propias carnes, luego es más aplicable a la vida más corriente, más normal.
Su carrera se divide entre la Selección y los clubes para los que ha jugado. ¿Lo vivió de la misma manera?
Fue una exigencia muy grande. La estructura NBA no está hecha para que en verano te pases dos meses con su selección compitiendo al máximo nivel. Tampoco les importa. De la misma forma que en la Selección es lo mismo. Da igual si te ha ido bien o no el año, en verano tocaban dos meses que son los más importantes para ellos. El jugador se encuentra ahí en medio. Yo tuve la suerte de poder hacer las dos cosas. Es un reto grande que hay que afrontar con muchas ganas. Es una parte de tu vida muy intensa, pero muy corta. Has de dejar cosas de lado durante un tiempo porque tienes la gran suerte de competir con tus amigos, en mi caso con mi familia, por grandes logros. Ese siempre fue el objetivo. Siempre esperábamos con ganas el primer día en el hotel. Primero para competir entre nosotros, siempre hubo una ambición competitiva.
¿Sus mejores recuerdos son con la camiseta de la Selección?
Miro mi carrera como quien mira un álbum de fotos de sus momentos más felices. Con la camiseta de la Selección sin duda el Mundial de Saitama (Japón) marcó un antes y un después en mi carrera. Ya desde el inicio de la concentración. Me llama Pepu Hernández y me dice que tiene un jugador lesionado y que necesita gente para entrenar. Yo soy una persona que siempre que he visto una oportunidad no la he menospreciado. Ni mucho menos. Fui al máximo y me salió muy bien. El torneo ya lo visteis todo cómo fue. La final me tocó jugarla con una tarea muy específica. Traté de darlo todo, salió bien y fuimos campeones del mundo. Y luego 13 años después, en un momento muy distinto de la Selección ir a otro Mundial y ganarlo fue un poco cerrar el círculo de una forma muy bonita. 13 años entre dos mundiales fue algo especial.
Imagino que no puede usted quedarse con un solo momento, un solo éxito…
Ya sé que nos gusta siempre decir qué es mejor o peor, qué te gusta más o menos. Pero muchas veces hay que tener la capacidad de poder celebrar cada cosa por el valor que tiene. Decir que uno es mejor sería menospreciar la otra opción y eso no es positivo.
¿Cómo fue jugar tantos años al lado de amigos y, en su caso, de un hermano?
Fue muy especial. No existe el egoísmo en personas que se tienen tanta confianza. Sabes cómo es cada persona, convives las 24 horas del día. Es muy intenso. La generación del 80 ya se conocían de mucho antes. Realmente eran una familia. Yo llegué años después y fue increíble. Tuve la suerte de vivir la parte previa, la de la generación del 80 y después cómo se juntaron con Garbajosa o Jiménez, con referentes de nuestra historia. Y después nos sumamos jugadores como el ‘Chacho’, Rudy o yo en 2006. Todo fue francamente bien
¿Soñaba usted con ser jugador de baloncesto?
Yo no era nada soñador. El básquet me gustaba mucho. Siempre buscaba una cancha para jugar en los ratos libres, buscando a gente que le gustara jugar. Si no, jugaba solo. Era una herramienta que me servía para pasármelo bien, para pasar el rato. Pero no pensaba que quisiera llegar a ser profesional, no tenía la habitación llena de pósters de jugadores de la NBA. No era así. Sí que es cierto que siempre he sido ultracompetitivo y delante de los retos siempre he querido ganar. Eso me ha ayudado mucho durante tantos años.
¿Y una vez ya encaminado hacia el profesionalismo podía esperarse usted la carrera que ha tenido?
Tampoco, francamente. Por suerte no escuché nunca, sobre todo cuando empezaba, lo que se decía de mí. Somos muy rápidos para opinar que un jugador no sirve o no tiene el nivel. Casi siempre hay una vertiente negativa frente a los jugadores jóvenes. Al principio las comparaciones con Pau estaban ahí, pero no les hacía caso porque no me interesaban para nada. Fui haciendo mi camino y en mi primer año en España, tras llegar de Estados Unidos, estuve en el Barça compartiendo vestuario con Bodiroga o Navarro que venían de ganar Euroliga, Liga y Copa con Pesic de entrenador. Para mí era Disneyworld. Entrar a un vestuario con supercampeones, referentes de toda mi vida y que pudiera aprender y competir con ellos fue increíble. Eso para mí ya era lo que yo deseaba. Solo pensaba que tenía la suerte de competir contra ellos. Y quería ganarles. Eso lo he hecho siempre, en la Selección, en Memphis, en Toronto, en los Lakers… Lo hice también en la LEB oro con 38 años. Es mi manera de entender el baloncesto: competir cada día.
¿Fue muy duro su camino en la NBA?
No puedo decir que fuese duro. ¿Fue exigente e hice sacrificios de los que no era consciente? Pues sí, pero lo hice porque lo entendía así. Claro que hay momentos difíciles, sino no valdría la pena. He disfrutado mucho la NBA, desde la llegada a Memphis hasta hacerme un sitio en una liga ferozmente competitiva. Fui evolucionando. Nadie pensaba que yo podría ser un all star, una referencia o ser campeón de la NBA. Es lo normal. Ni los más optimistas podían pensar que podría acabar así.
Y lo cambió usted por jugar con el Girona en LEB Oro…
No podemos obviar que yo soy el propietario y el presidente del club. Fue un momento donde el mundo llevaba parado un tiempo por la pandemia. Yo estaba en los Lakers pero mis inquietudes baloncestísticas llegaban a su fin. Mi nivel, mi autoexigencia, no me permitían disfrutar de un rol de no ayudar siempre en pista. De estar viajando con el equipo y no compitiendo. Justo acababa de dejar la Selección y tras unos meses de reflexión lo que me apetecía era ayudar al Girona, volver a Fontajau antes de retirarme.
¿Echa de menos jugar?
Sí, diariamente. Lo echo de menos. Sin duda, al cien por cien. La hermandad del vestuario, la confianza, la competitividad... Pero no lo cambiaría nunca por la calidad de vida familiar que tengo. Estoy disfrutando con mis hijos, estoy cien por cien presente en su vida y ellos en la mía. La calidad de vida que he ganado en estos meses no la cambiaría por nada del mundo. Lo valoro más que cualquier otra cosa.
¿Cómo ve el futuro de la Selección?
La Selección está en un proceso de transición pero tenemos a un director de orquesta como Sergio Scariolo; si alguien sabe lo que se busca y cómo trabajarlo es él. Todo el mundo está subiendo el nivel, pero nosotros también. Ganaron un Europeo aunque el Mundial no fue bien. Ahora hay muchos equipos de mucho nivel. Si compiten como hasta ahora y se dejan todo en la pista, todos estaremos orgullosos de ellos.
¿Y el futuro del baloncesto español en unos términos más amplios?
El baloncesto ha de ir evolucionando. Los clubes somos responsables de dar oportunidades a los jóvenes. Los clubes somos responsables de crear una estructura para que los jóvenes tengan oportunidades sin que eso nos penalice. Si queremos tener una Selección sana y potente tenemos que tener jugadores jóvenes con oportunidades de jugar. Es una responsabilidad compartida entre clubes, Liga y Federación. Tenemos que ver cuál es la solución porque si no iremos devaluando el producto propio. Vemos cómo los jugadores referencia en cadete, júnior o infantil no son jugadores de la casa, son jugadores que vamos a fichar fuera. Si tú inviertes en esas edades en jugadores de otros países, algo normal porque el sistema es ultracompetitivo, quizás estás dejando de invertir en jugadores propios. Es un debate largo que no tiene una solución fácil.
¿Dónde está la clave?
El tema son las oportunidades. Si un jugador ve que aquí jugará con el equipo de su ciudad, que han invertido en él y siente esa deuda emocional será más fácil que rechace propuestas de otras ligas o universidades. Si en vez de ir a Estados Unidos con 19 años va con 21, pero más preparado, creo que será mejor para él. Pero también es cierto que si en la ACB te la juegas con tres chavales de 20 años igual te sale mal y te vas a la LEB Oro. Entiendo perfectamente a los clubes. Tiene que ser un planteamiento global entre todas las partes. Hay que ver la forma de encontrar la solución para que el baloncesto español tenga una buena salud a nivel económico, social y de talento.
Al principio las comparaciones con Pau estaban allí, pero no les hacía caso porque no me interesaban para nada.