Marc Gasol: “Me dijeron que físicamente era una castaña y no mentían”

“Me quiero acordar de dos personas. Montse Peris, la que me inculcó por primera vez la competitividad. Y Miguel López Abril, una persona brutalmente honesta, que me dijo que físicamente era una castaña y no mentía, y que tendría que usar la cabeza”, contaba Marc Gasol después de recibir el galardón que le reconoce como miembro del Hall of Fame español. Palabras de un hombre de basket rodeado de gente de basket, la que le reconoció con una de las ovaciones más grandes de la noche. Su figura lo merece. Aunque en el Salón de la Fama nadie, por definición, es uno más, en el caso de Marc es más que evidente. Se trata del mejor pívot de la historia de España y eso, en un país con una lista de jugadores históricos tan extensa, son palabras mayores.

El mediano de los hermanos Gasol lo llevaba en los genes, pero su aterrizaje en el baloncesto profesional no estuvo rodeado de fuegos artificiales como el de otras estrellas de su generación como Juan Carlos Navarro, Rudy Fernández, Ricky Rubio o, claro, su hermano Pau. A Marc le tocó picar piedra en sus inicios antes de explotar definitivamente en 2006 con su llegada a Girona, una ciudad que no ha dejado de ser su hogar aunque estuviese a miles de kilómetros de distancia.

“El trabajo, la ambición y el esfuerzo está bien. Pero es necesaria la suerte y yo he formado parte de grandes grupos con grandes referentes. Con entrenadores que me han enseñado cómo competir, como afrontar la victoria y la derrota”, explicaba Marc en este nuevo reconocimiento a su carrera como jugador. Se une así a Pau en el firmamento del Hall of Fame. También al propio Garbajosa y a otros con los que compartió cancha, camiseta, sudor y lágrimas, de alegría la mayoría de las veces, algunas también de tristeza, en su periplo con la Selección española. Ahí están Navarro, José Manuel Calderón y Felipe Reyes. Y los que vendrán. Todos ellos levantaron un equipo irrepetible del que Marc formó parte indispensable muchos veranos, hasta lograr nueve medallas: dos platas olímpicas, cinco en Eurobasket, incluidos dos oros, y los dos campeonatos del mundo que tiene nuestro país, en 2006 y 2019. Es, junto a Rudy Fernández, el único español en poder lucir ese logro: “La oportunidad que recibí con una llamada en 2006 de Pepu Hernández. Me dijo que querían que fuese a la concentración de San Fernando. Fui con poca ropa porque no esperaba estar mucho. Aprendí de Pau y Navarro que había que disfrutar del momento y así lo hice”.

‘Big Spain’

En 2008 puso rumbo a la NBA y seguramente ni los más optimistas entonces imaginaban lo que iba a ser capaz de conseguir. Una vez superando las expectativas a base de trabajo y de una calidad y un entendimiento del juego que estaban pidiendo mostrarse a voces. Volvió a Memphis, donde vivió su adolescencia junto a su familia cuando todos hicieron las maletas siguiendo el camino pionero de su hermano mayor. Allí no solo fue una figura fundamental en el plano deportivo (tres veces all star, Mejor Defensor de la NBA y finalista de conferencia en 2013), también en el plano social y como icono de una cultura, el grit and grind, algo así como agallas y trabajo, de un equipo a la contra de lo que se estilaba (y se estila) en la NBA que enganchó a toda una ciudad. Los Grizz­lies le retiraron la camiseta en febrero de este año. Pero a la historia de Big Spain, como le llamaban en EE UU, todavía le quedaba un capítulo por contar en la mejor liga del mundo. El más brillante. El anillo de 2019 con los Toronto Raptors que redondeaba el palmarés de un jugador que desde ahora está donde pertenece: entre los más grandes de nuestro baloncesto.

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