Los Golden Boys 2.0 ganan el Mundial derribando a Francia
España logra colgarse el oro mundial en la sub-19 masculina 24 años después de que lo hicieran los Gasol, Navarro, López o Felipe Reyes. El oro de Debrecen.
El viaje en el tiempo a 1999 sirve para revisitar una de las dos medallas de oro mundial en baloncesto de formación para España. Porque de este 2 de julio de 2023 hay otra. Los Júnior de Oro, aquella generación con Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Raúl López y demás chicos que después serían superhombres, tienen una nueva compañía en el panel estelar de nuestro deporte. Dentro de unos años tocará ver en qué han quedado los Izan Almansa, Baba Miller, Jordi Rodríguez, Rafa Villar, Sediq Garuba, Lucas Langarita, Isaac Nogués, David Gómez, Sergio de Larrea, Luis García, Victory Onuetu y Alejandro Moreno. Como sean la mitad de exitosos que sus predecesores va a haber que replicar una sonora ovación para ellos.
Un partido que fue subiendo en calidad y emoción, terminando en una agónica prórroga, valió la gloria para los chicos entrenados por Dani Miret. Con un 73-69 chapado en oro.
La Selección se proclamó este domingo campeona del mundo en la categoría sub-19 masculina con este oro del Mundial disputado en Debrecen (Hungría). Fue sin la esperada final ante Estados Unidos, que se quedó por el camino en semifinales y ni siquiera cazó medalla -la de bronce fue para Turquía- para decepción de muchos. Sí se dio el histórico duelo regional con Francia, a la que tanta pupa ha hecho España en los últimos años -no hay que irse muy lejos, con pararse en el último EuroBasket ya es suficiente- y a la que también toma la medida en cantera.
El estorbo francés en los primeros minutos fue importante. Tirando de un físico imponente y picardía para complicar el ataque rival fueron erosionando a España, no sólo en los simples ataques sino haciendo una mella mental. Les hicieron creer que eran un muro intraspasable. Los de Miret, sin embargo, nunca se llegaron a despegar. Esa inercia de gran equipo es la que les mantuvo cerca en los peores momentos. Miller no encaraba. Almansa protestaba más que jugaba. Con la Francia rocosa, la que llevó el partido al barro, poca broma.
Perrin, que terminó con un gran doble-doble (14 puntos y 20 rebotes), era de los primeros en dominar. Algo que pocos pudieron decir este domingo en suelo húngaro. Almansa (14) y Miller (11) sólo mejoraron con el tiempo, no aparecieron como debían en la primera mitad. Después de un primer cuarto acabado 19-18, Francia forzó un 9-11 que significó dos cosas: la desaparición de mucho espectador medio esperaba un juego más fluido y el desequilibro en la balanza a favor de los de Lamine Kebe. Muchas manos en primera línea, provocando errores, y contactos fuertes cuando España quería entrar dentro del perímetro. Hizo falta un cambio de chip. El de los árbitros fue fundamental. Una variación en el criterio hizo que se empezaran a castigar más los contactos en la segunda mitad. Era necesario. Era casi de ley. Francia, con menos recursos técnicos, vio minada una fuente principal de acción con ello y empezó a sufrir.
En el tercer cuarto volvió el caudal, volvieron ambos conjuntos a la veintena de puntos. Más tiros libres porque las faltas se traducían en eso. No más violencia, simplemente un mayor castigo de las infracciones. Miller empezó a sentir la responsabilidad de jugarse lanzamientos y así lo hizo. Almansa se centró y empezó a ser el epicentro de una zona volcánica donde pasaba de todo. España empezaba a sentirse bien.
Villar, con 17 puntos, fue el que más temple le puso al asunto. En el último periodo reglamentario y en la prórroga. La LEB Oro ha sido una buena escuela para el canterano del Barça. Sin embargo el máximo anotador no fue ninguno de los mencionados. Jordi Rodríguez, aunque con un 6/23 como carta de tiro, cerró la tarde-noche con 18 tantos, algunos de ellos decisivos. Con 61-63, yendo por debajo, adquirió la dimensión de ‘go-to-guy’, el chico que se las juega todas, y anotó un tiro en la línea de tres, justo pisándola, que subió el empate al marcador. Francia pidió falta a los árbitros en la penúltima jugada del tiempo reglamentario; no la hubo, un tropiezo involuntario tuvo la culpa. Los galos erraron en un saque de banda a falta de 1,5 segundos y tocaba decidirse.
Pese a la exclusión de Miller, que apunta a la NBA desde los Seminoles de Florida State, por cinco faltas, todo empezaba a entrar en razón. España, dominadora de todo el torneo con tintes abusivos, tenía también más capacidad de meter los tiros libres que se lanzan con más nervio que mano. Francia no sólo erraba más, se dejaba posesiones enteras por el camino. España dejó ver que estaba más preparada para el éxito que su contrincante. Ni un sobrado Sarr, con 18 de valoración, ni el talentosísimo y desvergonzado Ajinça, autor de 21 puntos, consiguieron apartar a la Selección de otra victoria épica que la pone en lo más alto del baloncesto mundial.