Lorenzo Brown ya es el rey de la pocha
El héroe ante Lituania ya se ha buscado un profesor de español en Tel Aviv, la mejor señal de que espera que su compromiso con la Selección sea largo. Willy es uno de sus mejores socios en el vestuario.
Aunque ya no es tan dominadora como en otros tiempos, quien está en el club de la pocha en la Selección española de baloncesto es que ya está en el cotarro. Y Lorenzo Brown ya pide cartas. Un mes y medio después de su llegada, al base de 32 años de Roswell, Georgia, nacionalizado por carta de naturaleza el pasado mes de junio, se le ve disfrutando. “Hay hermandad”, dice el nuevo base del Maccabi. Le gusta lo que respira en el vestuario. Aterrizado en agosto después de jurar la Constitución en Houston y terminar de resolver asuntos burocráticos en Madrid, se puso a aprender español desde el primer día y, sobre todo, a empaparse de las costumbres del grupo. Un simple detalle demuestra que lo de Lorenzo Brown con la Selección no será una nube de verano si así lo decide el seleccionador en sus futuras convocatorias. Lorenzo Brown ya se ha procurado un profesor de castellano en Tel Aviv. También, por cierto, tendrá uno de hebreo.
La Familia
Amante de los perros (ya tiene alguno pero quiere más), Brown, que está jugando con importantes molestias en el hombro derecho durante todo el torneo, es un tipo listo. Al llegar, observó todo lo que rodeaba al vestuario, cómo estaban los roles, y se lo tomó con calma. Lo primero era encajar. Hacerle saber a sus compañeros que no venía a usurpar el puesto de nadie, sino a colaborar con la causa. “La familia”, se le escucha decir en alguna de sus comparecencias ante medios. Sólo había que verlo en los primeros amistosos, que dedicó a generar juego y alimentar a las vacas sagradas (Rudy, Llull, Willy). Una forma de integración no verbal: transmitir que llegas a ser uno más, no la estrella. Porque sabía que llegaría su momento.
Sus 12 puntos en la prórroga contra Lituania demostraron que Lorenzo es algo más que un generador de juego. Jugador frío, pero con determinación, tiene ese punto de killer que empujó a Scariolo a decidirse. “Usman tenía que ser nuestro jugador decisivo en defensa y Lorenzo, en ataque”, explicó el seleccionador después del partido. El instinto volvió a darle la razón al italiano. Partiendo de la posición de escolta, recibió y siempre supo generarse el espacio perfecto para lanzar. Primero, poniendo su cuerpo delante del defensor para anotar a corta o media distancia. Luego, cuando sospechó que le habían cogido el truco, para engañar y asistir, nada por aquí y nada por allá, a Garuba. Y, finalmente, para hacer valer esos entrenamientos en los que se queda a hacer unos contra uno con Willy, uno con los que mejor ha mezclado en la Selección, para hacer un triple delante de Domas Sabonis. Lorenzo ya es el rey de la pocha en la Selección.