Lituania, Scariolo y el cascabel del gato
¿Cómo se hace la transición desde el ocaso de una época legítimamente gloriosa? En la historia del deporte, en realidad, resolver esa cuestión ha sido ponerle el cascabel al gato. Misión casi imposible porque, queramos o no, el cerebro humano funciona por comparación. Y separarse de la excelencia es un proceso costoso, sobre todo para el gran público que muchas veces se sube a estos torneos sin mucho rodaje en los intríngulis previos. Si antes era difícil que España decepcionara porque se esperaba poco de ella, ahora podría dar la sensación de que lo bueno no lo es tanto porque se esperaba lo mejor.
Esta es una Selección para quienes saben apreciar las cosas imperfectas. De entreguerras, de transición y parches. Lo que se quiera: también de soluciones a vuelapluma por lesiones y renuncias. Una en la que han estado los que han querido y han podido. Y se ha notado: para bien. Un equipo de Scariolo en forma y fondo. Con el corazón en el puño apretado del italiano y más esperanzas en su pizarra que en los apellidos de las camisetas. Si el verano de las Sub nos dijo que hay futuro, el Eurobasket nos está diciendo que hay equipo y hay espíritu. Y que, aunque esta vez no tocaba menú gourmet, desde luego la nevera no estaba vacía. Con Sergio Scariolo nunca lo está.