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Pilar Landeira con Yasmina Alcaraz, dos de las cuatros mujeres que han dirigido un partido de ACB en la historia.

HALL OF FAME 2024

Landeira: “Siento emoción cuando veo mujeres arbitrando”

Pilar Landeira (Madrid, 1959) fue la primera mujer en dirigir un partido de la ACB. Solo tres más han alcanzado la élite.

Pilar Landeira (Madrid, 1959) es una de las grandes pioneras del baloncesto español. La madrileña se convirtió en octubre de 1992 en la primera mujer en arbitrar un partido de la Liga Endesa. Un Zaragoza-Ourense con Santiago Fernández a su lado. El director técnico de árbitros de la ACB fue uno de los responsables del ascenso a la élite de Landeira. El otro fue Eduardo Portela, presidente de la competición en aquella época.

Dirigió 194 partidos en Primera y cinco en los Juegos Olímpicos de Sídney (Australia) dentro de una carrera que el pasado mes de enero cumplió medio siglo. Galardonada con la Real Orden del Mérito Deportivo en categoría bronce en 2009, Landeira apura sus últimos meses de actividad profesional en la Junta Directiva de la Federación Catalana de Baloncesto.

¿Qué significa para usted ingresar en el Hall of Fame del baloncesto español?

Es un orgullo. Cuando recibí la llamada, sentí un sincero agradecimiento al jurado que me había elegido, que me ha dado este reconocimiento porque, además, se da una circunstancia: el pasado mes de enero se cumplieron 50 años de mi primer partido oficial como árbitro. Y por eso, esta elección para el Hall of Fame, me proporciona mucha más alegría y me emociona. Es un reconocimiento a toda una trayectoria, a toda una vida.

Y para el arbitraje español, ¿qué significa que se ponga a los árbitros a la misma altura de jugadores, entrenadores, directivos…?

Esta es una lucha de la que fui consciente según subía de categoría en el arbitraje. Es una lucha que hemos mantenido siempre los árbitros con el resto de los participantes de un partido de baloncesto. Una lucha para considerar al árbitro un elemento más dentro de este deporte, no uno que está fuera de esa ecuación compleja que es un encuentro de baloncesto. No somos un elemento extraño que aparece los días de los partidos.

Los árbitros, afortunadamente, se preparan cada vez más, conocen más el juego. Recuerdo, cuando empecé, que el árbitro que vino a darme las clases lo hizo con un librito pequeñito y muy finito; ahora, a los árbitros, se les forma con vídeos, con explicaciones sobre jugadas y sistemas. Se explica cómo se aplica la regla con un mayor conocimiento de lo que es el juego. Hay que seguir luchando porque todavía hay gente que nos considera el mal menor en un partido y es todo lo contrario. Se ha avanzado mucho, se ha ganado mucho, pero debemos seguir insistiendo en ese sentido.

“Los americanos se extrañaban con una árbitra en los partidos”

Pilar Landeira

¿Qué empuja a una chica joven, en la década de los 70, a dedicarse al arbitraje? Común no era...

Fue puro azar. Soy de Madrid, pero me dieron una beca y me fui a estudiar el bachillerato a Cáceres. Allí se organizaban partidos internos, una liguilla de baloncesto, y la profesora de educación física que tenía, me dijo ‘¿por qué no arbitras?’. Tenía algunos conocimientos de las reglas y no me importó. Me puse a dirigir encuentros. Esto fue en 1973. Vi que no se me daba mal y en el año 74 hice el curso de arbitraje allí, en la Universidad Laboral de Cáceres. Cuando acabé, me volví a Madrid para estudiar la carrera y renové por el Comité Madrileño, donde estuve 25 años.

Luego, me vine a Barcelona, donde acabé mi vida en activo como árbitro. He continuado como formadora y evaluando árbitros dentro del Comité Catalán. Ahora, formo parte de la Junta Directiva de la Federación Catalana de Baloncesto.

Al final, el arbitraje, como otros deportes, es una droga, es una pasión, que a medida que te introduces, es cada vez es mayor. Eso es lo que te empuja. Y si ves que las cosas te salen bien, pues todavía mejor.

¿Cómo la acogen dentro del arbitraje?

Al principio, extraña porque el arbitraje en el baloncesto siempre ha sido de hombres. Todos eran hombres. No había mujeres. Pero luego, si demuestras un cierto nivel de calidad, los equipos, los jugadores aceptan que una mujer dirija los partidos. En la autoexigencia de querer hacer las cosas bien, creo que las mujeres somos un poco más competitivos que los hombres. Poco a poco, la gente se acostumbraba. En cada categoría a la que ascendía, siempre era el mismo proceso: extraña de inicio y, a medida que me conocen, aceptan que una chica arbitre un partido. También me pasó cuando fui internacional.

¿Cómo se definiría como árbitra?

Me decían que era seria, pero honesta y, en ocasiones, dialogante con el jugador que se dirigía a mí de forma correcta. Para mí es una buena definición de lo que era como árbitro. Siempre he tratado de realizar una labor honesta. Intentaba, cuando podía, explicar lo que se había pitado. Cuando la reacción del jugador no era la adecuada, no me metía en camisa de once varas porque no te iba a aceptar la explicación. Evitaba la confrontación.

Pilar Landeira.
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Pilar Landeira.

Usted es la primera mujer en dirigir un partido en la ACB, ¿era consciente de la importancia que tenía?

Al principio, no. Todos los árbitros querían llegar a la ACB. En mi caso había una cierta dificultad para que pudiera ascender, pero en un curso en Andorra me subieron. Dije ‘objetivo cumplido y conseguido’. Era cierta satisfacción interna porque había llegado a la cota máxima a la que aspira cualquier árbitro. Y no era consciente de lo que significaba en ese momento, la verdad. Pero con el paso del tiempo, si lo fui: supuso abrir una puerta que antes estaba cerrada para las mujeres y que ahora, afortunadamente, está siendo transitada por más árbitras. Y muy bien preparadas, además. De eso soy consciente ahora y cuando veo algunos partidos internacionales o de ACB en la que pitan mujeres, siento un poquito de emoción y de satisfacción interna. Digo ‘mira, por detrás de mí, están yendo a más’. Intentamos que todas las mujeres tengan como mínimo una oportunidad. Si tienen la misma preparación que un hombre, que tengan las mismas condiciones para demostrar sus habilidades dentro de una pista.

¿Cómo se viven los días, las horas previas a ese debut histórico en la ACB…?

Hay nervios y responsabilidad. Por querer hacer las cosas bien. Si he subido, es porque han considerado que hago las cosas bien y quiero seguir haciéndolas bien. Quiero que la apuesta que se ha hecho por mí no sea baldía.

¿Hay algún jugador o entrenador que la haya sacado más de quicio?

Siempre hay jugadores y entrenadores complicados. Es un punto que va ligado al mismo concepto del árbitro: en un partido se toman decisiones, acertadas o erróneas, sobre terceras personas y dentro de la personalidad de cada árbitro, de cada jugador y de cada entrenador, la capacidad de aceptación es diferente: algunos son menos impetuosos y aceptan las decisiones; otros, no. Hay de todo. Jugadores complicados, entrenadores complicados. Jugadores y entrenadores con los que nunca he tenido ningún problema, a pesar de haberme equivocado. Si hablas con un árbitro de fútbol o de balonmano, te dirá lo mismo.

¿Y cómo se tomaban los jugadores y los entrenadores tener una árbitra?

Con los que había crecido desde abajo, todo era normal. Ya me habían visto y sabían cómo era. Los que más se extrañaban eran los americanos: aunque en sus países había árbitras, en España no lo habían visto. Pero una vez que empezaba el partido, no había problemas. Audie Norris, al que veo mucho por Barcelona, me dijo: ‘Al principio, me extrañaba; luego ya nada: eras la árbitra del partido y ya está’.

“El arbitraje es como un sacerdocio: el que es arbitro lo es para toda la vida”

Pilar Landeira

¿Pitar unos Juegos compensa todo lo malo? ¿Fue su mayor logro?

Arbitrar en Sídney 2000 fue un sueño, algo que ni pensaba que pudiera ocurrir. Cuando me llamaron para decírmelo, pensaba que me estaban gastando una broma. Es una experiencia muy difícil de explicar verbalmente, tienes que vivirla. Acudir a unos Juegos, vivir el ambiente, lo que se definen como el espíritu olímpico, estar ahí, participar desde dentro… Llegar a ser arbitro olímpico es lo máximo a lo que se puede aspirar. No lo olvidaré en mi vida. Fue gratificante. Fue el colofón a mis ambiciones. ¡Y mire que los jueces de mi época no cobraban porque era un honor! Sientes unas emociones que en otras circunstancias deportivas no las vives. Al menos, así lo sentí yo y lo viví los 17 días que estuve en Sídney.

Solo cuatro mujeres han dirigido un partido de la Liga Endesa, ¿qué se necesita para que aumente ese número?

Aquí hay una ecuación que es formación, oportunidad y confianza. Deben tener la mayor formación posible; que les den la oportunidad de pitar y la confianza que mostraron conmigo: una apuesta personal por una persona. También está el ámbito y las circunstancias sociales que rodean a las mujeres deportistas. En este caso, la ACB ha dado un paso hacia adelante con Yasmina Alcaraz, que ha sido madre y la ACB respetó su periodo de maternidad para luego reincorporarla con toda normalidad a la competición. Hace 10 o 15 años eso era impensable. En otros deportes, es totalmente impensable. La sociedad camina hacia la equidad, a dar las mismas oportunidades al margen del sexo de las personas. Esto tiene que ser básico. Sobre todo, en los dirigentes que deciden quiénes son los que suben de categoría.

¿Echa de menos el silbato?

Pues no. El arbitraje es una pasión y como toda pasión la decisión de dejarla es muy difícil. Siempre he dicho que es como un sacerdocio: el que es arbitro lo es para toda la vida. Decidir dejarlo fue una decisión dura, complicada. Estuve varios meses preparándome para ello. El arbitraje me lo ha dado todo, me ha forjado como soy yo ahora: mis valores, mi forma de ser… me ha modelado como soy, ha moldeado a la Pilar Landeira que soy ahora. Estaré siempre eternamente agradecida al arbitraje, pero tengo 65 años, se han cumplido 50 desde mi primer partido… Es toda una vida. Hay un día que tienes que decir ‘se acabó’ porque hay más cosas en la vida. Y tampoco lo echo de menos porque he seguido ligado al arbitraje desde la Federación Catalana como formadora, con seguimientos, informes…

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