Una plata de muchísimo orgullo
La Sub-19 cae en los últimos segundos de la final ante una EE.UU. a la que tuvo contra las cuerdas. Martín, MVP, espectacular. Buenavida, clave en el último cuarto.
Duele, claro que duele. Y ese sentimiento no se esfumará rápido, pero se irá y comprenderéis que lo hecho en esta final Sub-19 perdida contra Estados Unidos (66-69) solo está al alcance de muy pocas elegidas. De jugadoras excepcionales. Y hay lágrimas, enfado, frustración, claro, porque el oro, tener al alcance de la mano conquistar lo imposible, no es algo que pase todos los días. No es sencillo cuando tienes delante a un ogro que suma 88 triunfos en 94 partidos disputados en los 12 últimos Mundiales de la categoría y que se ha colgado, con el de este domingo, su décimo oro desde Brasil 1997.
Pero llegará un día en que miraréis hacia atrás y luciréis una sonrisa en la cara porque tuvisteis contra las cuerdas a un rival al que nadie ha tosido desde Rusia en Italia 2017. Porque metiste el miedo en el cuerpo a un coloso que a 40 segundos del final vio asustado que el marcador lucía un empate imposible a 66 por la mano de una Buenavida que sacó de la chistera toda su magia en el último cuarto, cuando las norteamericanas amagaban con marcharse. La escolta del Valencia hizo 8 de sus 16 puntos en cinco minutos mágicos: del 54-62 al 64-66.
Y, claro, de la MVP del torneo, de Iyana Martín, que se inventó una entrada preciosa a canasta para empatar. Su partido fue colosal. Vamos, como su torneo. En la final se desató hasta los 19 tantos. Fue un dolor constante para unas norteamericanas que tenían ya en rojo su nombre. Sin embargo, Cotie McMahon, en una actuación que nunca olvidará (16 puntos y 6 rebotes para 20 de valoración), cerró las opciones españolas. Fue, junto a Chloe Kitts (15+9), el dolor de cabeza más grande para España. Hizo la canasta que dio medio triunfo a las estadounidenses (66-68) tras una pérdida de Flórez (su único falló en una actuación de sobresaliente). Martín tuvo un triple para llevar el duelo a la prórroga. El lanzamiento estaba fuera de tiempo.
Así se fraguó una derrota que la afición, que abarrotó el WiZink Center como en las grandes ocasiones, no entendió así. Cánticos de apoyo, aplausos y bailes con el Sweet Caroline de fondo. Fue una fiesta en la derrota. Nunca una caída fue tan dolorosa, pero a la vez tan agradable.
Resistencia. Ha sido se definió la primera parte de la Sub-19. Pura y dura. De auténtica fe contra unas norteamericanas que no habían llegado al descanso en ninguno de sus partidos del torneo con tantos puntos en contra (34) ni tampoco con empate. Solo esta España fue capaz de esta proeza, levantándose con garra y heroicidad, cuando su rival se disparó hasta el +10 (16-26, minuto 13) con Chloe Kitts haciendo daño en el rebote ofensivo (3) que daban a las estadounidenses demasiados puntos de segundas oportunidades (11) y en la pintura (22).
Pero su ventaja se esfumó en cuatro minutos, el lapso que necesitó Iyana Martín en cargar el modo asesina: 11 puntos en 12 minutos (dos de ellos de costa a costa y la nariz sangrando, poesía pura) y el marcador dado la vuelta como un calcetín (29-28). La base fue letal, también Awa Fam marcando territorio en la zona y Alicia Flórez lanzándose sin miedo contra la defensa.
Un guion, el de la igualdad, que no cambiaba. O no podía cambiar. Y eso para las de Canut ya era alimento para el alma: nadie había soportado tanto a las bicampeonas. Todas sucumbieron con el paso de los minutos… Pero, claro, ninguna de ellas tenía a Martín ni Fam (colosal partido en la zona) para devolver todos los golpes. Incluso para darse una alegría (49-47). EE UU se sacudió un poco y se puso +5 (49-54) con una McMahon pletórica. Un espejismo: Bermejo desde el triple dejaba la distancia a solo 2 (52-54). Las americanas trataron por todos los medios de marcar distancias. Pero, a falta de dos minutos, 64-66 con la actuación de Buenavida, el empate de Iyana y el zarpazo de McMahon.