NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA
China
61
EE.UU.
83
Finalizado

MUNDIAL | EDICIÓN 2022 | FINAL

El mundo a sus pies

Estados Unidos gana su cuarto Mundial consecutivo ante China, que le puso más problemas que nadie y acabó perdiendo de 22. A’ja Wilson se consagra con un nuevo MVP.

Estados Unidos celebra el campeonato.
Estados Unidos celebra el campeonato.DAN HIMBRECHTSEFE

No se puede luchar contra los elementos. Esa es la conclusión del baloncesto femenino de selecciones, donde juega el que seguramente sea el equipo más dominante de cualquier deporte. La selección de Estados Unidos, que ha ganado su cuarto Mundial consecutivo, el undécimo en total cuando el resto de los países acumulan ocho. Lo ha hecho ante China (61-83), que volvía al podio por primera vez desde la plata de 1994. La selección asiática, así como el bronce de Australia ante la Canadá de Víctor Lapeña (95-65), demuestran que el básquet femenino está virando cada vez más hacia otros continentes que no son el europeo.

Las chinas jugaron una estupenda final en Sídney, adelantándose en el marcador de salida, forzando más fallos de los habituales en su rival, con un plan de juego con ese punto de locura de los equipos asiáticos que desconcertó durante un buen rato a Estados Unidos y con sus dos torres por encima de los dos metros, Yueru Li y Xu Han, castigando la zona americana. Entre las dos acumularon 27 puntos, 18 rebotes y 35 de valoración. Hicieron todo lo que estaba en su mano… Y acabaron perdiendo por 22 puntos. Porque cualquier equipo, por muy bien que juegue, tiene sus altibajos. Y es ahí cuando las estadounidenses, que no entienden de esas cosas, te destrozan. Al descanso, con China dando todo lo que tenía, se fueron 10 arriba. Al final del tercer cuarto y con un rival muy cansado por el esfuerzo del día anterior, en una semifinal agotadora ante las anfitrionas, ya habían sentenciado (47-68).

El mérito de China ante un rival de esta envergadura es tremendo. Ha sido el único equipo que se ha acercado mínimamente su nivel y en la fase de grupos ya perdieron ‘sólo’ por 14. Una hazaña teniendo en cuenta que la diferencia media a favor de las americanas en este torneo ha sido de +42, la mayor de toda la historia. Un equipo que no pierde un partido de Mundial o Juegos Olímpicos desde la semifinal de la Copa del Mundo de 2006 ante Rusia. Desde entonces 60 encuentros sin conocer la derrota en las dos competiciones más importantes con una diferencia de puntos a su favor de 31,8. Y, claro, cuatro entorchados mundiales y cuatro oros olímpicos. Si nos circunscribimos a los JJ OO el dato es aún más increíble. Estados Unidos ha ganado todos los partidos que ha jugado desde el 5 de agosto de 1992, cuando cayó en semifinales contra el Equipo Unificado de antiguas repúblicas soviéticas. Desde entonces van siete ediciones sin fallo subiéndose a lo más alto del podio.

Hoy, en Sídney, han vuelto a hacer lo mismo. Lo que todos esperaban, incluidas las propias jugadoras a juzgar por la celebración contenida al acabar el partido. La más feliz parecía A’ja Wilson, que llegó a Australia directa de la celebración del título de la WNBA con Las Vegas Aces (lo mismo que Chelsea Gray y Kelsey Plum) y que ha sido nombrada mejor jugadora del torneo. La alero, que ha promediado 17,2 puntos, 7,5 rebotes, 2,2 robos, 1,3 tapones y 17,2 de valoración, viene de ganar el MVP (segundo tras el de 2020) y el premio a Mejor Defensora del Año en la WNBA y se confirma como la nueva gran estrella norteamericana en un momento en el que se han retirado nombres históricos como Sue Bird o Diana Taurasi. Y en un torneo en el que no han podido contar con Brittney Griner, la mejor en la final de los Jugos de Tokio de hace un año y que sigue encarcelada en Rusia.

Pero en EE UU no parece haber problema con las nuevas generaciones. Sabrina Ionescu, el fenómeno de 24 años que está batiendo todas las marcas estadísticas del baloncesto, era la jugadora número doce en este equipo. Cuando sería titular indiscutible en cualquier otro país. Ese es el nivel de una selección imponente, inabarcable y, para desgracia del resto de equipos, parece que en ningún caso irrepetible.