El Movistar Estudiantes se toma otra Copa

La vida del Movistar Estudiantes en Segunda no es la más feliz del mundo. Muchos desamores, muchos pecados acumulados. Baches y muros. Caídas variadas y feas. Pero, de vez en cuando, el cielo se abre y la sonrisa se dibuja en la cara de sus aficionados. Con amplitud, de oreja a oreja. Y, este domingo, en un WiZink Center a reventar porque la ocasión así lo pedía, los ramireños alzaron la Copa Princesa tras derrotar en un apasionante y vibrante partido al Leyma Coruña (80-72). Es el coto de caza preferido de los madrileños: siempre que la juegan, la ganan. En su estreno en la LEB Oro contra el Covirán Granada y ahora.

Es la tercera en la historia para el Estu (la primera, en 1986, bajo el nombre de Trofeo ACEB Príncipe de Asturias). El sexto título de siempre para una institución con 76 años de vida y que esta temporada, triunfo tras triunfo, choque tras choque, está forjando la idea de tener un equipo soberbio, serio, maravillosamente trabajado por Pedro Rivero. El ascenso es el objetivo y todos los dementes cambiarían este triunfo por el de marzo en Coruña, pero eso no se pide y se cumple por arte de magia, y ya que los estudiantiles estaban ahí... a nadie le amarga un dulce, ni tomarse otra Copa, como pedía la pancarta desplegada por la Demencia.

Fue un trofeo conquistado sobre las bajas del sancionado Michael Carrera y los lesionados Francis Alonso y Carlos Suárez. Mucha capacidad de fuego en la grada. Sobre la venganza del triunfo en el Magariños del Coruña. Sobre los hombros de Wintering, el MVP de la Copa, con 16 puntos, 5 rebotes y 6 asistencias para 22 de valoración. Y, claro, sobre la muñeca de un increíble Toms Leimanis, que suplió el mal día de Dee.

El base letón reventó la final en el último cuarto, cuando el Coruña parecía más cómodo. Descerrajó tres triples de los cuatro que hizo en ese periodo en apenas 3:15, del 7:51 al 4:36, para pasar del igualado 55-56 al confiable 67-58. Un robo de Nzosa y una canasta de Wintering completaron el parcial de 16-2 (71-58). Leimanis tuvo tiempo de embocar uno más para detener el intento de abordaje de los gallegos, ahogados en la zona que puso Rivero y que certificaron su defunción desde el perímetro: pasaron de un casi impoluto 4 de 6 en el cuarto inicial… a solo un acierto en sus siguientes 17 lanzamientos en los tres cuartos posteriores. La permanencia durante mucho tiempo de Barrueta en el banquillo tampoco ayudó mucho al Leyma. Solo Huskic, un fuera de serie, un bailarín que ya rompió a los ramireños en diciembre, mantuvo la crecida estudiantil: sus 20 tantos y 6 rebotes para 24 de valoración valían un MVP.

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Paso a paso. Golpe a golpe. Sin grandes diferencias. Sin grandes parciales. Cuando dos gigantes se enfrentan es difícil que los comienzos de los partidos pinten de manera diferentes. Intentas explotar tus virtudes, minimizar las del contrario. Cada jugada es una guerra de guerrilla táctica que lleva a que cada canasta sea un dolor. Los gallegos decidieron en el primer cuarto no explotar la vía Huskic y lo fiaron todo a la larga distancia… con buenos resultados: 4 de 6 en 10 minutos con algunos triples imposibles de Aris, Barrueta y Jakovics. Los madrileños forzaron hasta la extenuación a Larsen (11:36 jugados seguidos), a Wintering y su capacidad de lanzar a media distancia y la presión de Sola sobre sus pares para que el Leyma tuviera una vía de agua con las pérdidas (cinco). El resultado, 21-21.

Los colegiales se quitaron el frío en el segundo periodo. Con Sergio Rodríguez y Nzosa en cancha. Diferentes variantes defensivas y un descenso del acierto exterior rival (1 de 8). Ferrando fue encontrando su ritmo al igual que Murphy, que iba a cada lance a pesar de su molestias en las costillas, que le han impedido entrenarse con normalidad durante la semana. Un triple del finés (13 puntos, 4 de 7 de tres) puso la máxima para los ramireños (37-30)… y apareció el efecto Huskic: 8 puntos seguidos en apenas dos minutos para dejar el marcador al descanso 42-38. El Coruña explotaba muy bien los cambios defensivos colegiales y sus despistes en los mismos.

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Con la vuelta de los vestuarios, el río dejó de estar embravecido. El ritmo bajó y el Coruña se sintió más cómodo. En un cuerpo a cuerpo, sus kilos sobresalían sobre los colegiales. Huskic no encontraba rival y los gallegos trataron de escaparse, pero Wintering lo cerró con un triple sobre la bocina (53-54). Desde ahí, la aparición de Leimanis, los buenos minutos de Nzosa por el golpe en la cara de Burjanadze sobre Larsen y el control final de Wintering. Nueva Copa. Nuevo trofeo. De nuevo, los toreros dieron la vuelta al pabellón. Los Delfines llaman, habrá que visitarlos.