El Estudiantes evita la muerte, pero no el susto
Los colegiales sudan la gota gorda para deshacerse de un buen IGC Força Lleida. Genial labor de Sola. Paso al frente de Nzosa.
El Movistar Estudiantes es un transatlántico en la LEB Oro. Una plantilla de muchos quilates con lo mejor de lo mejor de la categoría, jugadores con clase ACB y un entrenador de nivel como Pedro Rivero. Así fue construido este verano para tratar de alcanzar la meta del ascenso a la tercera. Y, por el momento, el guion no se ha torcido superado el primer tercio del curso: 10 victorias en 12 jornadas, segundos a un triunfo del Longevida San Pablo Burgos. La última frente al IGC Força Lleida (75-72) y con una lección, a priori, aprendida: ganar los duelos apretados en el WiZink Center.
Los ramireños supieron, por primera vez en casa, manejar sus nervios. No dejarse llevar por el pánico que unos buenos ilerdenses crearon durante todo el partido en el Palacio. Un pecado que aprovechó a las mil maravillas el Oviedo en el debut como local de los madrileños y que les hizo hincar la rodilla frente al Valladolid en la prórroga hace apenas dos semanas.
Y lo hicieron a lomos de una increíble versión de Adams Sola. Aunque esto ya no es una novedad. Solo hubo cinco jugadores con el +/- positivo en los colegiales y el del escolta fue el mayor con un +9. Su papel defensivo es vital. Que pierda su marca es una quimera. Siempre está encima del principal anotar rival: su víctima este domingo fue Kenneth Hasbrouck, un escolta de muy buena que destrozó al Alicante con 19 puntos y un 4 de 8 desde el triple. El estadounidense se quedó en 14 con solo un 2 de 6. Viaja a Cataluña con la sombra de un Sola cuya capacidad reboteadora es cada temporada mejor (tiene unos muelles y una colocación fantásticos).
También hizo un gran papel Yannick Nzosa. Y esto sí que es un novedad. El pívot, cedido por el Unicaja, empezó el curso errático. Sin saber muy bien cuál era su labor. No era contundente en ataque y en defensa cometía demasiado errores evitables. Pero despertó ante el Lleida: 8 puntos y 8 rebotes y 12 valoración. Leyó bien la ofensiva. Fue el mejor alto azul en defensa.
Dos protagonistas ante unos ilerdenses con un plan. Asfixiaron a Dee y Alonso, no permitieron que los bases madrileños estuvieran cómodos, taparon la zona con los centímetros inabarcables de Nyok y supieron meter miedo en el 2x2 y en el bloqueo y continuación. Su mal, el triple, un 7 de 29 que los estudiantiles casi calcaron con un 9 de 28. Mucho tiro, mucho error que ya se vio al descanso con los 3 aciertos de 28 intentos combinados entre los dos equipos.
Sin su principal fuente de ingresos, el Estu cerró el primero acto por detrás en el marcador, 28-31. Las 7 pérdidas tampoco le ayudaron a coger ritmo en un encuentro que parecía romperse en el tercer cuarto con la presencia de Larsen en la pintura (8 puntos en cinco minutos) y los triples de Carrera y Alonso. Parcial de 19-5 y del 28-33 al 47-38. El hilo estaba cerca de romperse, pero…
Wintering hizo la cuarta y Leimanis tomó las riendas. Los ramireños bajaron en defensa y también en la elaboración, y el Lleida creció con el paso de los segundos. Poco a poco arañó la distancia y respondía las andanadas capitalinas hasta empatar a 54 a 7 minutos del final. Leimanis, Carrera, Alonso, desde fuera, y el empuje de Sola colocaron el 71-64 a 90 segundos para la conclusión. Un triple de Matulionis y dos tiros libres del excolegial Nacho Arroyo (13 tantos y 6 asistencias) dieron algo de vida a un duelo (71-69) que Francis y Sola resolvieron desde la personal. Hubo susto, pero no muerte.
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