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LEB ORO | FINAL FOUR 2024

Dee, el arma que necesita el Estudiantes: “Si tengo el balón, se lo doy”

Muchas de las opciones de ascenso para los colegiales parten de que el escolta estadounidense (31 años y 1,83 m) afine la puntería.

Johnny Dee, escolta del Movistar Estudiantes, sufre la defensa de Joaquín Rodríguez, del Betis.
PEPE ANDRESDiarioAS

Si quieres fiabilidad desde el triple, el nombre está claro: Johnny Dee. El escolta estadounidense (31 años y 1,83 metros) es, temporada sí y temporada también, una de las piezas más codiciadas en la LEB Oro. Su tino desde el perímetro le hacen un arma demoledora para cualquier equipo que quiera luchar por el ascenso. Betis, Gipuzkoa y Andorra le han tenido entre sus filas y han alcanzado el objetivo de la Liga Endesa.

El conjunto colegial, por ello, se fijó en él en su estreno en la LEB Oro, en la temporada 2021-22, y se quedó a un paso de volver a conseguirlo: el Estu cayó en el último partido de la Final Four de Girona ante un anfitrión que tocó el cielo a lomos de Marc Gasol, que llegó a mitad de temporada tras cerrar su etapa en la NBA.

Y, tras su paso por el Principado, regresó al Ramiro, con Pedro Rivero en el banquillo y para completar una plantilla de gran nivel que tratará este fin de semana de retornar a Primera en la Final Four del Madrid Arena. El sábado, primera prueba ante el Tizona Burgos (17:30 horas, LaLiga+). Quien gane, se enfrentará el domingo (18:30 horas, LaLiga+) al vencedor del Hereda San Pablo Burgos-ICG Força Lleida.

Solo dos partidos. Solo dos victorias para retornar. Un objetivo que necesitará la mejor versión del de Denver, que aumente su nivel con respecto al mostrado en unos cuartos de final contra el Betis que han sido todo un sufrimiento anotador para él: ha bajado del 45,2% de acierto desde el perímetro en la fase regular a tan solo el 10% en los cinco encuentros contra los sevillanos.

Su carta de tiro es de un 2 de 20 con dos 0 de 5 en el segundo y tercer duelo, y un 0-2 en el último. La presión defensiva bética sobre él tuvo mucha culpa de su caída, pero también que el estadounidense está en plena lucha por reencontrarse, por recuperar ese ritmo de competición perdido tras perderse 91 días por la lesión en el codo que sufrió frente al Clavijo a principios de febrero.

Solo jugó dos duelos (Castelló y Oviedo) antes de afrontar el playoff. Su baja (unida a la de Francis Alonso y el asunto Carrera) provocó la caída en picado del equipo con cinco derrotas en seis partidos. Una crisis que privó a los madrileños de tener opciones de ascender directamente.

Un mal momento que no preocupa en el Estudiantes. Sobre todo, a Pedro Rivero, que muestra una confianza absoluta en el estadounidense, el hombre que cuando lanza parece que no falla. “¿Si confió en él tras los cuartos? Si tengo el balón, se lo doy a él. Y no solo yo, sino cualquiera del equipo. Seguro”, aseguró el entrenador segoviano en el media day del Estudiantes por la Final Four. Una fe ciega que comparte la afición estudiantil. Un don en el triple por el que pasan muchas de las opciones estudiantiles.

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