Carlos Suárez, de alumno a profesor
El ala-pívot ha regresado 13 años después al Movistar Estudiantes para ayudarlo a ascender y para tutorizar a los más jóvenes.
El Movistar Estudiantes navega con buen viento en su tercera temporada en la LEB Oro. Líder de la categoría con 15 victorias en 18 jornadas y campeón por segunda vez de la Copa Princesa tras derrotar al Leyma Coruña, que tiene los mismos triunfos, pero un partido más, los colegiales sienten que su deseado regreso a la Liga Endesa está un poco más cerca. Y no es solo por los resultados, sino también por la impresión de equipo fuerte, sólido, inteligente, bien trabajado que crece a cada jornada y que tiene un nuevo desafío este domingo en el WiZink Center ante el Rioverde Clavijo (18:30 horas, LaLiga+).
Gran culpa de ello la tiene la dirección de Pedro Rivero desde el banquillo, pero también la voz en pista y en el vestuario de jugadores veteranos, forjados en una y mil batallas, como Carlos Suárez, que este verano regresó al conjunto colegial 13 años después de su salida. Chimpa dejó el Ramiro en 2010, con tan solo 24 años, y ha retornado con 37. “Volver fue una decisión fácil porque hacerlo a mi casa es bonito”, dice a AS un ala-pívot con un currículum envidiable: 564 partidos en la ACB, una Liga Endesa y una Copa con el Madrid, y una Eurocup con el Unicaja.
Una experiencia notable que ahora trata de transmitir a los más jóvenes… al menos lo intenta. “¿Si me hacen caso? Sí. Bueno, si no lo hacen, lo parece (ríe). A mí siempre me gustó que gente más experta que yo me ayudase. Y a mí me gusta compartir con ellos todo lo que he pasado, toda la experiencia que he tenido durante todos estos años a nivel deportivo”, continúa Suárez, que no sabe muy bien cuándo pasó de alumno a profesor, pero sí cómo se produjo: “Te llega porque ves al típico joven que comete los mismos errores que cometías tú hace tiempo, y te das cuenta de que si puedes ayudarle, lo vas a hacer. Luego, si quieren escucharte o no…”.
La transición desde el pupitre a la pizarra es larga en el tiempo. “Pasan muchos años entre una cosa y la otra”, prosigue el madrileño, que se alimentó de grandes profesionales durante sus primeros años en el primer equipo estudiantil, con el que el debutó en 2004, con 18 años: Pancho Jasen, Nacho Azofra, Rubén Garcés... “Al final, eres el júnior que subía y era todo maravilloso, estás como en Walt Disney. Era mi sueño jugar con profesionales y que te aconseje un jugador de esa entidad, te choca. Lo puedes tomar en consideración o no, pero ayuda”, comenta el de Aranjuez, que nos atiende en la que fue y es su casa, el Magariños, un día después de levantar la Copa Princesa junto a Adams Sola, el otro capitán del Estu.
“Me ha sorprendido. Es un chaval extraordinario con un rol importantísimo hoy en día en el baloncesto, no muy vistoso para el espectador, pero que es igual de importante. Puede ser un poco el estilo de Alberto Díaz en el Unicaja: no es el mejor tirador, ni el mejor driblador, ni el más rápido… pero es el jugador que te hace ganar”, asegura.
Entre los jóvenes que reciben más atención por parte del veterano jugador madrileño está Yannick Nzosa. El pívot, de 20 años, tuvo un impacto brutal en su debut con el Unicaja cuando tenía solo 16. Suárez era el capitán cajista en esa época y vio su potencial, con la NBA llamando a su puerta… y también su caída por culpa de las lesiones. Unos problemas que han hecho que el africano tenga que resetear, volver a empezar y Suárez está ahí para ayudarlo: durante los partidos se le ve siempre atento a su compañero. Le levanta cuando falla, le anima cuando acierta. No le deja solo.
“Lo que me impactó de él es que te escucha. Y no es fácil porque muchas veces, cuando eres joven, puedes estar pensando en muchas otras cosas, pero él es un jugador y un chaval extraordinario. Tengo un cariño especial hacia él, un poco paternalista. Yo le dije, que él ya demostró en su momento que tuvo un gran impacto en ACB y que eso no se te olvida. Lo único que le faltaba era confianza, jugar minutos, equivocarse”, comenta sobre Nzosa un Suárez que no solo ha vuelto a las aulas del Ramiro para impartir clase, sino también para ser un referente en cancha de un Estudiantes que apunta muy alto esta temporada.
La vuelta de Michael Carrera y la resaca copera
El Movistar Estudiantes está líder de la LEB Oro tras enlazar cuatro victorias desde la derrota contra el Leyma Coruña en el Magariños el pasado 20 de diciembre. Cinco si contamos el triunfo en la Copa Princesa. Una racha positiva que llegó sin el lesionado Francis Alonso y sin el sancionado Michael Carrera, que regresará este domingo ante el Rioverde Clavijo (18:30 horas, LaLiga+) tras cumplir su castigo por su duro enfrentamiento con los colegiales tras la derrota contra los gallegos.
El ala-pívot venezolano, MVP de la competición la pasada temporada, es una de las grandes armas colegiales… aunque se haya puesto en duda su grado de importancia en un equipo que ha funcionado como un reloj suizo, con un gran baloncesto, en las últimas fechas sin él. Sin embargo, su aportación, su relevancia son fáciles de calibrar cuando se mira con atención: cuando Carrera no está, el Estu sufre de manera considerable en el rebote.
En los cinco encuentros sin él, los colegiales solo han ganado una vez la lucha por el rebote, en la paliza sobre el Ourense. Contra el San Pablo, en Burgos, se empató a 30. Y ya. Frente a Gipuzkoa, Betis y Coruña, en la Copa, los de Rivero sucumbieron en esa batalla. La mayor sangría, en San Sebastián, donde los donostiarras atraparon ¡15! rebotes más: 43 por 28.
Una debilidad que cubre Carrera a las mil maravillas. El sudamericano es el sexto máximo reboteador de la competición con 6,6 balones capturados de media. Pero su labor va más allá, como defensor, por su manera de incordiar a los pívots rivales para que no estén cómodos en la lucha por el rebote gracias a un físico envidiable que volverá a las pistas este domingo para evitar que sus compañeros tenga resaca por la conquista de la Copa.