Antetokounmpo aprovecha el resquicio

Antes de ponerse a sudar en el calentamiento los griegos tuvieron que ver cómo Serbia, una de las favoritas, caía con estrépito en el partido anterior. Gianmarco Pozzecco, el indomable entrenador de Italia, le pegaba un abrazo colgándose de sus largos brazos -en una de las imágenes del torneo- a un Antetokounmpo que reía. Había presenciado minutos antes el camino que había seguido otro de los NBA que dan solera a este torneo, Nikola Jokic. ¿Seguiría el mismo camino? Es lo que da miedito cuando los cruces acaban de comenzar, no querrás ser tú la sorpresa negativa. Parecía desequilibrada la eliminatoria, pero se ha demostrado en octavos de final que la poda de la fase de grupos ha sido intensa y aquí han llegado los buenos. Igualdad máxima. República Checa también se ha querido meter en la ejemplificación: las camisetas de los helenos acabaron empapadas del esfuerzo al que les sometieron sus contrincantes. El 94-88, con Grecia sólo rompiendo al final, da la medida. Alemania, la anfitriona de la parte final del cuadro en este EuroBasket, será la siguiente en cruzarse en el camino.

Un pequeño despegue de los locales, que en este caso era Grecia, se convirtió en espejismo. Chequia equilibró la balanza pronto jugando con mucho tiento en ataque. Tardó en perderlo y en que Grecia les desconcentrase. Demasiado. Se llegó a temer por otro resultado de los de revolcón, como la mencionada derrota de Serbia. Desde la defensa estaban controlando el poder de los de Itoudis, que tuvo que tener paciencia y cambiar el plan al ver lo bien que estaban frenando a su mejor hombre. Giannis era un zombi y eso lo hemos visto pocas veces en la NBA desde que supo explotar su juego, algo más en FIBA. Al descanso llevaba cuatro solitarios puntos. Sobre todo en el segundo cuarto salieron los checos a comerse al rival: Auda, jugando en los postes; Vesely y Balvin, maniatando a los interiores; Satoransky, aportando aunque no lo pareciera. Clave fue el nuevo base del Barça, ya que se ponía en la cabeza de la línea del equipo y era uno de los que más ayudaba a plantar un dos contra uno a Anteto que quebraba los pensamientos más alegres del genio.

No sólo en ésas se vio ganadora República Checa. El tercer cuarto fue un alargue del sueño. Sato seguía sin capacidad para anotar por sí mismo, como le ha pasado en otros encuentros, pero repartiendo un juego que daba la vida. Sólo cuatro canastas de las veinte de la primera parte habían sido sin asistir y en la reanudación el movimiento de balón que él proponía era aprovechado por Bohacik, con dos triples, y Hruban, rascando un 3+1 que no debió valer. Tiros en buenas posiciones para paliar lo que venía por el otro lado. La defensa había empezado a flaquear y Giannis había sumado ya una bandeja en contacto y un tiro hacia atrás que valieron la recuperación en el marcador. Había despertado la bestia y se sentía Grecia ayudada por otros secundarios: Papanikolaou, aportando rebotes; Papapetrou, en posesión de lanzamientos demasiado francos. Se abrió el campo y ahí ganó el más determinante.

Chequia aguantó unos 35 minutos e incluso apretó un poco el electrónico en los segundos finales, pero Antetokounmpo lo rompió todo. Thanasis lo hacía con los códigos de los banquillos, jugándose la expulsión por animar en exceso, y Giannis estaba enfocado en terminar como un toro dentro de la cancha, donde se aprueban estos exámenes que en Europa le cuestan más que en América. No fue para nada un trámite, pero quiso dejar su sello para que nadie dudara. Además de las bandejas en carrera y las faltas obtenidas gracias a su ventaja física, pidió un bloqueo mientras le defendía Jan Vesely y clavó el triple con el que se daba carpetazo a estos octavos de final. 27 puntos, 10 rebotes y 5 asistencias para Giannis, que reclama ser un valor seguro y se encarama a la parte decisivo del torneo marcando territorio.