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EUROBASKET 2022

Las lecciones del ‘coach’ Scariolo

Scariolo completa otro trabajo de gigante en este Eurobasket que nació en la concentración de Benahavís de 2017. Rozando la excelencia táctica.

Sergio Scariolo marca con la mano los cuatro títulos europeos que ya tiene en su historial.
Sergio Scariolo marca con la mano los cuatro títulos europeos que ya tiene en su historial. ANNEGRET HILSEREUTERS

Con Sergio Scariolo (1-4-1961, Brescia), el baloncesto ha aprendido dos lecciones más durante este Eurobasket. La primera es que con 61 años todavía se puede ser un entrenador innovador, nada anclado en el pasado. Capaz de inventar una nueva Selección que ha caminado hacia el éxito desde cero. Siendo capaz de interiorizar y reformular conceptos después de muchísimos de años de trabajo en el baloncesto FIBA, a los que ha añadido todos los conocimientos adquiridos en la NBA en sus exitosos años de ayudante en los Raptors, donde ayudó a darle el primer anillo de su historia a la ciudad de Toronto. El famoso cilindro donde guarda todos sus secretos tácticos, con su catálogo gourmet de defensas individuales y zonas, no conoce fondo. La segunda lección tiene que ver con la utilización de los jugadores en su rol concreto. Más allá de que el contexto de un equipo nacional es distinto, el seleccionador ha exprimido lo mejor de sus doce jugadores otorgándole el papel perfecto, en minutos y tareas. El manejo de Alberto Díaz, Darío Brizuela o Xabi López-Arostegui, entre otros, puede ser muy esclarecedor para los entrenadores ACB.

El historial de medallas de Sergio Scariolo empieza a ser cosa seria. Cuatro oros en el Eurobasket (2009, 2011, 2015 y 2021), un bronce europeo más (2017), una plata y un bronce olímpico (2012 y 2016) y el Mundial de 2019, que hasta el momento había sido su obra cumbre. Uno de los mejores seleccionadores de siempre que, como entrenador de club, labró lo mejor de su carrera en España, donde ganó una Liga histórica (la de Djordjevic) con el Madrid en el Palau y se convirtió en leyenda del Unicaja, club al que le dio las primeras y únicas Copa y Liga de su historia (2005 y 2006) y su primera y única clasificación para la Final Four. En 2016, fue nombrado Hijo Predilecto de Málaga, la provincia en la que tiene su residencia habitual cuando no está entrenando y donde disfruta de su mujer, Blanca Ares, y sus hijos Alessandro (ahora en Estados Unidos, donde juega en la universidad y completará su último año de estudios) y Carlota.

Este es el viaje hacia una medalla en el que más ha disfrutado Scariolo. Porque nació en las Ventanas de Benahavís en 2017. “Llevaré esta semana siempre en mi corazón”, dijo después de los dos primeros partidos de clasificación para el Mundial de 2019, cuando tuvo que reclutar a jugadores como Fran Vázquez, Sergi Vidal o Quino Colom para ganar a Montenegro y Eslovenia. Había arrancado el ‘programa Ventanas’, representado cinco años después con una presencia multitudinaria de jugadores que han pasado por el mismo: Sebas Saiz, Jaime Fernández, Alberto Díaz, Joel Parra, López Arostegui, Pradilla… “Esta Selección no es de 12 jugadores; tiene 24, 28, 30…”), explicaba a AS hace unos días.

Devorador de los informes de prensa que hablan de su equipo, exigente pero correctísimo en el trato con todos sus colaboradores, fiel a los que siempre le han cumplido en el trabajo, Scariolo no vive de su discurso. Más allá de su brillantez como técnico, es un ‘currante’ de base que, sin solución de continuidad, va a volar a Bolonia a enfrentarse a una temporada apasionante con la Virtus, que regresa a la Euroliga. Pero sin dejar de mirar ni un día de reojo a la Selección, con quien intentará cerrar la clasificación para el Mundial el próximo mes de noviembre en los partidos ante Países Bajos (posiblemente en Huelva) e Italia en un choque emotivo para él. En los primeros días de octubre, una delegación de la FEB liderada por Jorge Garbajosa y Óscar Graefenhain volará a Italia para planificar la temporada de la Selección, con el campeonato del mundo de Japón, Filipinas e Indonesia en la cabeza.

Scariolo, que ha encontrado en el soporte institucional (Garbajosa) y del vestuario (el capitán Rudy, resto de jugadores y equipo de colaboradores) la atmósfera perfecta para poder desarrollar su plan, se marcha del Eurobasket con el reconocimiento de la gente del baloncesto y del mundo del deporte en general como un constructor de equipos de éxito. Pero, sobre todo, tiene el aplauso interno. Cada jugador de la Selección se marcha del torneo revalorizado por el resultado deportivo, pero también por las mejoras a nivel individual. Para jugadores como Willy, Lorenzo Brown, Alberto Díaz o el mismo Garuba, siempre habrá un antes y un después de este Eurobasket. Scariolo, mientras, seguirá a lo suyo. El italiano confiesa que por detrás viene algo bueno y que al menos cuatro jugadores (no le gusta dar los nombres) de esas selecciones inferiores que han triunfado este verano pueden estar muy pronto con la Selección. Eso también le motiva. Que el cilindro de los jugadores, como el táctico, tampoco se ha acabado.