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LIGA FEMENINA ENDESA

Nicholls: “Me di cuenta de que Laura ya no tenía vida”

La pívot (Santander, 1989) ha vuelto a las canchas de la mano del Leganés un año y medio después de anunciar su adiós definitiva del baloncesto.

Laura Nicholls posa para AS en los aledaños del polideportivo Europa de Leganés.
PEPE ANDRESDIARIO AS

En marzo de 2022, Laura Nicholls anunciaba que se retiraba del baloncesto a los 33 años. Era su adiós definitivo tras renunciar en mayo en 2021 a acudir con la Selección al Eurobasket y a los Juegos de Tokio. Era la despedida de una de las mejores jugadores de siempre en España con 197 internacionalidades a su espalda y 9 medallas en el cuello: tres oros europeos, una plata mundial y otra olímpica, y dos bronces intercontinentales y dos continentales. “Necesitaba tomarme un respiro”, asegura a AS la cántabra (34 años y 1,90 m), que ha decidido volver a las pistas esta temporada con el Innova-tsn Leganés de la LF Challenge, la segunda división del baloncesto femenino.

¿Qué sintió cuando tocó la pista por primera vez tras volver de su retiro?

Muchas cosas. Me sentí muy bien, con la sensación de volver a estar en casa, como si no hubieran pasado 18 meses. De estar en el sitio al que perteneces y en el que te sientes identificada, donde has pasado muchas horas.

Michael Jordan puso muy altas las expectativas a los jugadores que volvían tras retirarse…

Bueno (ríe). No tengo ninguna expectativa. Mi objetivo es disfrutar. Ponerme en forma poco a poco y sin ningún tipo de meta más allá de ir día a día. Todo el mundo habla de Selección, de que el Leganés suba… pero, al final, uno de los motivos por los que me retiré era porque todo el mundo espera algo de ti como deportista. Y ahora yo quiero que Laura disfrute del baloncesto después de muchos años.

Imagino que se notaría algo oxidada…

Un poco. La verdad es que sí. Evidentemente, no le voy a engañar, no hago el mate hacia atrás ni machaco a dos manos, pero tampoco me encuentro tan mal como se podía esperar. Mis compañeras me lo decían: ‘Pues tampoco estás tan mal (ríe)’. Mi primera frase en el entrenamiento fue ‘chicas, os podéis reír de mí lo que queráis que no pasa nada’. Pero al acabar el entrenamiento tampoco estaba tan mal. Y eso que veía dos aros, veía doble, me ahogaba, pero bueno… fue bastante mejor. No se puede intentar correr porque no quiero tropezarme por el camino de la progresión, de ponerme en forma.

Durante esa inactividad, ¿hizo deporte?

He esquiado más que otro deporte… y tampoco se esquían muchos meses al año. Nada más allá de atender mi casa, mi jardín, de tener una vida sana. La vida en general.

¿Qué pasó para que dejara el baloncesto?

Se juntaron muchas cosas y en ningún momento me planteé dejarlo. Simplemente fue una sensación que tuve de ‘hasta aquí, necesito un parón’. Físicamente, mentalmente. Situaciones familiares que también pusieron su granito de arena para llegar a esa conclusión. Fue una llamada de Lucas Mondelo (exseleccionador nacional). Cuando colgué, hablé con mi representante-amigo y le dije: ‘Kiko (Marín), hasta aquí. Se acabó'.

¿Fue de un día para otro o lo iba meditando?

No me planteé… Cuando estuve en Turquía tuve la mala suerte de coger la COVID, lo pasé muy mal, me dejó muy tocada físicamente. Y, al final, es poner tu vida primero. Sobre todo, anteponer tu salud mental y física a cualquier cosa que pueda pasar. Al final la persona, a Laura, hay que cuidarla más.

Los deportistas, en algún momento de nuestra carrera, nos damos cuenta de que nos estamos perdiendo en el personaje del deportista. Y yo me di cuenta de que Nicholls se había comido mucho a mi persona y que Laura ya no tenía vida. Entonces dije ‘aquí se acabó’. Necesitaba tomarme un respiro.


“Empecé a dormir muy bien tras 18 años de insomnio”

¿La intentaron persuadir para que dieras marcha atrás a esa decisión?

Nadie. Para nada. Que va. Al final hay gente que se lo plantea (lo de persuadirme) porque estoy dejando la Selección, estoy renunciando a unos Juegos Olímpicos, a un Eurobasket en un año histórico. Pero la gente me conoce bastante y me respeta en ese sentido.

¿Cuándo toma la decisión de volver? ¿Fue reflexionada o de un día para otro?

La verdad es que no me había permitido planteármelo. No lo tenía en mente. La situación que tenía con mi familia, con mi abuelo, que no sabía si iba a durar un año, dos, diez o toda una vida, era algo que no dependía de mí. Con el fallecimiento de mi abuelo se me abre de nuevo una posibilidad. Me encuentro con ganas, me llegan ofertas y hablo con Kiko, y si no fuera por su apoyo, ni me lo planteo. Y una vez que lo hago, me hace mucha ilusión, me entran muchísimas ganas y digo ‘uy, pues me apetece’. No recordaba la última vez que me había apetecido jugar el baloncesto. Muchísimos años. Fue sorprendente.

Desde que me retiré había recibido ofertas, que había rechazado. Se me planteó volver y no quise. Lo estuvimos hablando en profundidad y no. Pero ahora ha sido una sensación de ahora sí, ahora quiero, ahora puedo, me apetece. No sé si va a ser un mes, diez, dos años. Solo esta temporada. No me lo quiero ni plantear.

Pasito a pasito.

Claro, por supuesto.

Y, ¿por qué Leganés?

Porque no encontré ningún motivo para no hacerlo. Es una ciudad que conozco. Tengo gente cerca que me va a ayudar a ponerme en forma, un entrenador que entiende la situación al igual que el equipo. Era un club que me daba todas las condiciones para poder dar mis primeros pasos porque también hay que ser conscientes que llevó dos años parada. El que espere ver a la Laura Nicholls que jugaba 38 o 40 minutos con la Selección… De momento, sigo siendo la misma, pero físicamente vamos a entender que ser deportista de élite no es levantarse un día y ya lo eres. No. Es un progreso y un proceso físico y mental al que tengo que ir readaptándome.

Se levanta la mañana después de anunciar que deja el baloncesto, un mundo en el que ha estado desde los 14 años. ¿Qué piensa? ¿Sabe qué va a hacer?

No tenía ni idea. Y fue maravilloso no saber qué iba a hacer al día siguiente. Con la Selección te acostabas y tenías un papelito con la hora del desayuno, del entrenamiento. A esta hora te vendas, comes cenas, meriendas. Tienes la vida controlada 24 horas, siete días a la semana desde los 14 años. Mis vacaciones eran hacer una maleta para volver a irme a entrenar. No es un cárcel, ni mucho menos, es un condicionamiento extremo que tiene el deportista. El poder despertarme y que diera igual lo que hiciese, fue algo maravilloso. Me fuese a la derecha, a la izquierda, a la montaña, a esquiar… daba igual. Fue una sensación que todo el mundo experimenta en su vida y que no valora.

“Fue maravilloso no saber qué iba a hacer al día siguiente”

Nicholls

Usted, en sus años de adolescencia, se pierde lo que es normal a esa edad…

Toda. Me como entera mi adolescencia. Desde los 14 años estoy en un centro de alto rendimiento donde empiezo a las 7 de la mañana cuando me levantó y acabó a las 19:30. Son muchos años. Sin días libres ni vacaciones, más allá de ir a un sitio sabiendo que tienes que irte a un equipo, la preocupación de tenerme que ir a otra ciudad, de prepararme físicamente para un Eurobasket, unos Juegos Olímpicos o un Mundial. Terminan esas citas y recupérate porque tienes que irte a tu club. Nunca te sientes libre y nunca lo eres porque eres totalmente consciente de que todo lo que hagas fuera, en tu tiempo libre, te puede estar perjudicando.

Creo que no voy a olvidar nunca el sitio exacto, en que habitación estaba, que hice el día anterior, cuando decido dejar el baloncesto, y lo que hice la noche siguiente: me fui a cenar tranquilamente, me tomé una cerveza y dije ‘hale’ (ríe). Empecé a dormir muy bien después de 18 años de insomnio.

Ha aprendido a quererse, a conocerse…

Y a equivocarme sin que pase nada. A no sentirme mal porque el deportista llega a sentirse mal incluso cuando se lesiona. Es muy duro lesionarte y sentirte culpable. Encima cuando lo has hecho para darlo todo por el equipo. La ansiedad de querer volver, de sentirte que no vales cuando no juegas es muy duro. Y sé que esa sensación ya no la voy a tener.

¿Hay algo que haya echado de menos del baloncesto?

Muchas cosas. La sensación que tienes de no poder equivocarte cuando estás jugando un partido, la responsabilidad que tienes cuando juegas una final o un partido muy importante. Cuando tienes que tomar decisiones en cuestión en milisegundos. Esa concentración que se requiere, que he llegado a sentir, la he echado de menos. Ese tiro libre, el ‘no puedo fallarlo’. Ese compromiso.

Durante este parón, llega la política.

La gente lo sabe: a mí la política nunca me ha llamado la atención, pero sí es cierto que se me brindó la oportunidad de acceder a un puesto, a una concejalía de Deportes porque yo siempre he tenido muy claro que si he tenido la suerte de ser jugadora, fue porque hubo mucha gente me lo ha permitido. Mucha gente que ha hecho que esté ahí.

La reflexión que saqué en 2016 fue que Laura Nicholls debe mucho a la sociedad y Laura Nicholls quiere, algún día, devolvérselo a su tierra. Me dieron la oportunidad de ser concejala en Santander, ¿cómo voy a decir que no? Para mí no era política, era una obra social de poner a disposición (de mi gente) todo mi conocimiento deportivo. Nunca me había planteado estar en política, siempre decía que iba con ganancia cero.

Es un servicio para poder ayudar, sobre todo, al deporte de base porque cuando hablamos de deporte, a la gente le viene a la cabeza el Real Madrid, el Barcelona o el deporte élite. Yo lo entiendo como un modo de vida que se debe implantar en la sociedad para que todos mejoremos: desde a la gente joven hasta a la gente, sobre todo, mayor. Yo lo he vivido como mi abuelo en casa y hacer deportes es importante para los mayores, que se muevan. Que no se les deje de lado porque les facilita mucho la vida. Quería poner mi granito de arena.

“Hay gente maravillosa en el mundo y se lo deberíamos reconocer mucho más”

Nicholls

¿Qué reflexión saca de todo lo vivido?

Que solo eres deportista. Que deberíamos tener un poquito más de humildad. Hay gente maravillosa en el mundo y se lo deberíamos reconocer mucho más. Les deberíamos dar valor. Es normal que vivamos en una burbuja porque tienes miles de personas mirándote. No puedes mirar al resto. Como deportista, es normal, te acabas creyendo el personaje que cuenta la gente y yo he aprendido, fuera del deporte, a apreciar mucho más el entorno que hay. Poner en valor a muchísima gente que hace cosas maravillosas. En el día a día te encuentras con héroes que hacen cosas fuera de lo común, que como no están en el foco pues no se les da tanto valor. Estos dos años han sido un baño de increíble humildad.

¿Qué mensaje lanzaría a las jugadoras tras todo lo que ha vivido?

¡Qué me llamen sin problema! (ríe). Que se vean con los ojos con los que les vería su abuelo o alguien que los quiera mucho porque al final es lo que cuenta. A mí quien me ha sacado de los peores momentos siempre han sido mi familia y, sobre todo, mis amigos. No dejes que nadie proyecte sus expectativas sobre ti.

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