Campazzo echa un vistazo al pasado desde la atalaya de Madrid

Con la clasificación para los cuartos de final como primero, un doble premio que no se consigue fácil en una Euroliga con tantos candidatos al título, se ve el Real Madrid en este viernes de Semana Santa para celebrar con los más fieles, los que acudan a ver el espectáculo al capitalino WiZink Center, que la vista está puesta en ese playoff. Aquí hay poco que ver. El Estrella Roja, rival con el que se mide a las 20:30 horas, es uno de los eliminados cuando quedan todavía tres jornadas para dar carpetazo a la fase regular. Sin objetivos grandilocuentes, tiempo para reivindicaciones, minutos a los menos habituales, rotaciones y veneraciones. Y un día especial para Campazzo.

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Este equipo serbio, ahora entrenado por Ioannis Sfairopoulos, no es el mismo que el del año pasado. En él, con Ivanovic (ahora en el Baskonia) y una buena inyección de dinero, el Estrella Roja pasó a un nuevo nivel, instalado como imprescindible de la Euroliga e inseparable del Partizán, sin que los resultados deportivos dejaran de ser los de casi siempre. No entraron entre los ocho primeros a pesar de la expectación que había sobre ellos. Ahí estaba Facu como punta de lanza. Ya no es parte del equipo, les mira en la distancia y se reencontrará con ellos en Madrid, y se nota el bajón. El balance de 11-20 es altamente ilustrativo, ya que además llegan a este enfrentamiento por la nada con cuatro derrotas en los últimos cinco encuentros.

Estrella Roja: de Campazzo a un nuevo comienzo

El Madrid recuperó a Campazzo en verano después de su paso por Norteamérica, en Denver y Dallas, que no salió como el base esperaba al carecer del protagonismo con el balón que su estilo de juego necesita. Antes se había embarcado en una pintoresca aventura de sólo unos meses en Serbia con el Estrella. Un puente, si queremos verlo así, a ninguna parte.

En aquel plantel su compatriota Vildoza y él compartían posiciones exteriores con Markovic y Nedovic e interiores con Kuzmic o Petrusev. Una base local mezclada con fichajes de mucho relumbrón a nivel económico. Más que deportivo, en algún caso. La razón por la que no triunfaron del todo.

Campazzo sufrió las consecuencias de una sanción de la Euroliga a los delije. Le dio para promediar 15,1 puntos y 5,8 asistencias en sólo nueve fechas. Ahora se beneficia de que no juega tan solo y lo hace con compañeros de más nivel (de ahí el liderato sin fisuras): menos puntos (11,3), más asistencias (6,4). Son dos mundos. El argentino ha regresado al lugar que le hizo grande, lo que pretendía tras quedarse sin NBA y le impidió una absurda pugna en los despachos, y a lo grande: las dos competiciones cortas que ha disputado, Supercopa y Copa, le han tenido a él como MVP. Está donde quiere estar.

En el combinado rojiblanco Sfairopoulos ha ido a mantener parte del nivel que se tenía el año pasado y ha andado lejos de conseguirlo. Ni contrastados europeos como Giedraitis, Teodosic o Hanga, directo desde el Madrid, ni talentos como explorar como Smart, Topic o Yago, futuro atronador.

El Estrella, que tiene recién fichado pero sin estrenar a Thompkins, es otro. Campazzo es, igualmente, otro. Se pasó de una temporada a otra y se cambió de universo. En éste Facu va a por la Euroliga con todas las garantías que ofrece el Real, por historia y por ser el campeón que defiende la corona. Desde esa atalaya vivirá un emocionante duelo contra su pasado.

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