Corbalán, el picante de Sabonis en Valladolid
El exjugador de baloncesto repasó parte de su trayectoria recordando algunas anécdotas y dejando detalles de su sabiduría y humanidad.
Cuando los focos se apagan o se desvían hacia otros protagonistas, algunos deportistas de élite parecen apagarse, se pierden en polémicas y quiebras, no se acostumbran a la normalidad. No es el caso de Juan Antonio Corbalán, base de la selección española, del Real Madrid y del Fórum Filatélico en los años 80 y 90, pero también doctor cardiólogo y, sobre todo, persona que logra la atención de quienes le escuchan porque en cada una de sus frases aparece una enseñanza, con cada anécdota, una metáfora para la vida, y con cada gesto una muestra de humanidad. El doctor, además, tiene tiempo para escribir. Y es que no hay nada como estar muy ocupado para ser realmente eficiente como él mismo explica. De hecho, afirmó que se sacó la carrera en seis años y medio, en los años de mayor apogeo de su carrera deportiva con “cintas de cassette que escuchaba de camino a los entrenamientos”. En sus palabras: “A mayor exigencia, mayor rendimiento”.
“A mayor exigencia, mayor rendimiento”
Dentro de la gira para presentar su último libro “Eso no estaba en mi libro de historia del baloncesto”, el exbase compareció para ofrecer una charla amena y personal dentro de los desayunos organizados por la Asociación de la Prensa Deportiva de Valladolid. En ella habló de sus carreras, de compañeros, como Sabonis, o de las diferencias entre su baloncesto o el actual, pero, sobre todo, ofreció humanidad. Lo presentó Mike Hansen, que ha escrito un capítulo del libro, y que dio evidentes muestras de su admiración por el jugador desde que el americano era niño. Ahora, con los dos retirados del basket, demostraron que el cariño es mutuo. Carlos Raúl Martínez, periodista de la Cadena SER, le fue dando paso en cada cuarto.
“El talento individual sirve de poco sino lo pones al servicio del colectivo”
Tras repasar su orgullo de haber empezado a jugar en el colegio de San Viator en Madrid (”No puedo entender mi vida como persona y jugador sin ver ese patio donde estuve jugando y divirtiéndome”), Corbalán comenzó a dirigir, como si todavía fuera base, la charla con asistencias en forma de ejemplos y experiencias. La primera, de oro, cuando contó como tuvo una conversación con el malogrado Fernando Martín a su llegada al Real Madrid en 1981 cuando le dijo: “Tú serás bueno en la medida que nosotros podamos beneficiarnos de ser bueno, si solo consigues objetivos personales y no se refleja en el éxito de todos ya me dirás para que vale” para puntualizar: “El talento individual sirve de poco si no se pone a disposición del colectivo”. Triple de Corbalán... y sin bloqueo, como en los viejos tiempos.
“Los españoles cumplimos el papel de enraizar”
Entonces, tras recordar que 5.000 personas acudieron a recibirles tras la plata de los Juegos del 84, entró de lleno en el baloncesto actual para hacer un pequeño diagnóstico que alguien puede entender como una crítica: El baloncesto actual “es un deporte hipertrofiado e hiperprofesionalizado” y siguió: “Ahora hay jugadores que tienen cocinero propio” para comparar con el hecho de que “nosotros tuvimos que dormir varias veces en terminales de aeropuerto y ahora los equipos viajan en chárter” y afirmó: “Los españoles puede que no sean los mejores, pero cumplen la función de enraizar las organizaciones a la tierra. Ahora el deporte está globalizado y no se conoce el nombre de nadie”. Canasta y personal.
“Lalo García era una persona muy vital”
El madrileño volvió al terreno de sus excompañeros para recordar al bosnio Mirza Delibasic, del que afirmó que “no tenía ningún endiosamiento, a los 15 días ya sabía todo de Madrid” pese a ser una figura nacional o al vallisoletano Lalo García del que destacó: “Hay personas que se mueren fuera de guion. Lalo García fue una persona vital y hay algunas personas que tienen tanta fuerza y parece mentira que puedan morir”, al tiempo que explicó: “No tengo miedo a morir, sé que es parte de la vida”. Asistencia.
“Realmente no tenía ningún predicamento con Sabonis, me apoyaba en Javi Alonso”
Todo esto para entrar en su época como jugador del club vallisoletano y su “pastoreo” de Sabonis. Siempre en tono de broma y teniendo en cuenta que el lituano después firmaría por el Real Madrid y daría el salto a la NBA. Y es que en 1990, Corbalán llevaba dos años retirado cuando le hicieron la oferta para volver a jugar tras haber rechazado ofertas en Israel y en Gerona. El Valladolid le ofrecía al base 25 millones y él pidió 50. Órdago. Quiero. No hay que olvidar que el base ya ejercía como médico. “Querían ponerme un chófer y que viniera a entrenar y me fuera todos los días, pero yo quería venir a vivir con el equipo y me venía los lunes a mediodía después de pasar la consulta y me iba los viernes a pasar por la tarde y me adaptaba a los viajes” explicaba, aunque su misión principal era integrar a Sabonis, ser su picante, con la ayuda del doctor Javier Alonso para que el resto de jugadores vieran que formaba parte del equipo y participaba. “Realmente no tenía ningún predicamento sobre Sabonis y me apoyaba en Javi Alonso. Para mí fue una experiencia muy bonita, meter al equipo a jugar la Copa Korac del año siguiente, perdimos con el Banco de Roma en semifinales. Venía de un equipo acostumbrado de ganar todo de 30 y teníamos que ir a ganar a León. Ganamos al Madrid los dos partidos. Hicimos una temporada muy buena y estoy contento del trabajo que hice, enseñé al equipo a optimizar el juego”, narraba entusiasmado. Canasta de partido.
Y de esta manera un emocionado y lúcido Corbalán terminó hablando de la felicidad que le produce su actual situación como médico: “El medico puede hacer que un camino pueda ser mejor, muy bueno si tienes la herramienta terapéutica adecuada y si no puedes hacer mucho ayuda a un paciente tener un médico al lado aunque se vaya a morir igual”. Humanidad y calidad hasta en el más mínimo detalle, así es Juan Antonio Corbalán.
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