Sabonis: "Los años en el Madrid fueron los mejores, era como una familia"

Hall Of Fame Logo Hall Of Fame

Arvydas Sabonis, con la Copa del Mundo, título que ganó en 1982 con la Unión Soviética.

HALL OF FAME FEB/AS

Sabonis: "Los años en el Madrid fueron los mejores, era como una familia"

El pívot lituano es el primer jugador internacional en entrar en el Hall of Fame del baloncesto español. Una leyenda de la vieja Europa.

Muchos jugadores venidos de fuera han dejado huella en España, pero pocos tan marcada como la de Arvydas Romas Sabonis (Kaunas, 1964). Tres años en Valladolid (1989-92) y otros tres en el Real Madrid (1992-95). Un gigante de casi 2,20 m de altura con la coordinación y el tiro de un alero y la habilidad para asistir de un base. Las graves lesiones le obligaron a reinventarse y aun así tuvo éxito en la NBA (1995-2001 y 2002-03). En Europa fue uno de los mejores de siempre, campeón europeo, mundial y olímpico con la Unión Soviética y héroe de Lituania. Con el Zalgiris derribó al CSKA y en la selección se colgó dos medallas de bronce en los Juegos, en Barcelona y Atlanta. En el curso 2003-04 volvió a Kaunas para retirarse definitivamente y lo hizo como MVP de la Euroliga a solo unos meses de cumplir 40 años. Leyenda. Luego, su familia, con sus cuatro hijos, creció en su querida Málaga.

La afición no le olvida, su presencia impactó en nuestro país. Es el primer jugador internacional en entrar en el Hall of Fame del baloncesto español.

Es una gran satisfacción que se acuerden de uno después de tantos años, me siento bien, a gusto con este reconocimiento.

¿Sigue viniendo a España?

No tanto como antes porque los chicos crecieron, cada uno tiene sus cosas, así que voy alguna vez a Málaga para descansar, de vacaciones.

En Lituania el baloncesto es el deporte rey, pero ¿usted cómo se enganchó?

Un jovencísimo Sabonis, a la izquierda, con la Selección de la URSS. En el centro, Tkachenko, arriba, y Gomelski, abajo.
Ampliar

Un jovencísimo Sabonis, a la izquierda, con la selección de la URSS. Arriba en el centro, Tkachenko, abajo, Gomelski.

Todos los padres quieren que sus hijos hagan algo, que practiquen deporte y estén sanos, que no pasen horas en la calle perdiendo el tiempo. Cuando mi familia cambió de residencia, encontré a un entrenador que me vio, porque nunca fui bajo, aunque luego pegaría un gran estirón, y me preguntó si quería probar… Así, poco a poco, me enganché. Al principio jugaba en el colegio, nada más, pero más tarde me apunté a una escuela deportiva, porque en Lituania somos muy de baloncesto.

¿Le ayudó no ser tan, tan alto en sus inicios para desarrollar habilidades más propias entonces de los jugadores exteriores: pase, tiro, bote…?

Siempre fui alto, pero es cierto que seguí creciendo hasta más tarde que otros y hubo un verano en el que todo cambió, que pegué un estirón de más de seis centímetros en tres meses. No parece mucho, pero es que luego crecí más. Recuerdo que, en los primeros años, en la fila del colegio era el tercero o así más alto. Tenía la habilidad para hacer cosas diferentes y la fui puliendo con el tiempo, según iba jugando. De hecho, en mi primer torneo internacional absoluto (con la Unión Soviética, en el Mundial de Colombia en 1982) tenía 17 años y medía alrededor de 2,12 m, todavía lejos de mi estatura final (cerca de 2,20).

Arlauckas y Sabonis formaron en el Real Madrid la mejor pareja interior de Europa.
Ampliar

Arlauckas y Sabonis formaron en el Real Madrid la mejor pareja interior de Europa.

Sus excompañeros en el Real Madrid suelen repetir lo bueno que era en la cancha, pero también que fue un gran tipo y que bajo su paraguas se estaba muy protegido. ¿Cómo recuerda aquellos tres años?

Fueron los mejores. A veces hablo con mi mujer, Ingrida, de la vida que pasamos fuera de Lituania y siempre recordamos aquellos años en España, en Madrid. Lo ganamos todo, todo lo que pudimos, y teníamos un gran equipo, no solo en la cancha, sino fuera, lo más importante. Desde los jugadores hasta el entrenador y el cuerpo técnico, estábamos muy unidos, parecía una familia. Íbamos a comer y a disfrutar de la vida, de todo, como un verdadero equipo.

“Cada año venían de la NBA y me decían ‘vamos, vamos’ y yo les respondía: ‘No, no’. En 1995 fue ahora o nunca, el último cartucho”

¿Quizá por eso le costó un poco más irse a la NBA?

¿Me costó? Sí, me fui con 30 años, casi 31. Cada temporada venían y me decían “vamos, vamos, vamos” y yo les respondía: “No, no, no”. Primero tenía tres años de contrato en Valladolid y luego firmé tres más con el Madrid y cuando acabaron (en junio de 1995), me tenía que decidir. O iba entonces o no iría nunca, y me fui. No quería quedarme con la cosa de no haber probado, de haberme preguntado luego qué hubiera pasado de haber jugado en la NBA. El último cartucho.

"Si el mundo hubiera sido diferente en los 80, quizá hubiera jugado en la NBA antes, pero bastante que pude salir. Estoy muy contento de que me tocara España”

¿Alguna vez se arrepintió de no haberse ido antes?

Si el mundo hubiera sido diferente en los 80, quién sabe, pero no era una decisión que pudiera tomar. Bastante que pude salir a España, a Valladolid, en 1989. Antes, la situación política (en la URSS) me lo impedía. No era ir, tenía que escaparme. Yo fui a Estados Unidos por vez primera en una gira con la selección de la Unión Soviética en 1982 y para mí no fue un impacto esa visita inicial. Si me hubiera planteado escaparme, a lo mejor, sí; pero solo pensaba en viajar y jugar (era el final de la etapa de Leonid Brezhnev como secretario general del Partico Comunista). Y en ganar. Me acuerdo que por primera vez logramos más victorias, creo que 9 a 3, en la serie de partidos que disputamos contra los equipos universitarios, porque hasta entonces siempre perdíamos.

Nunca jugó en el CSKA, en Moscú, el equipo del ejército no lo reclutó porque oficialmente estaba en la universidad como estudiante de Agricultura y mientras eso pasara podía seguir en Kaunas y en el Zalgiris. ¿Estudiaba de verdad o solo era una artimaña?

Aquello lo organizaron las autoridades lituanas, me lo facilitaron todo y para mí era más fácil hacerlo en verano. No querían perderme durante dos temporadas, que fuera allí (a Moscú). ¡Claro que me ayudaron! No había otra manera, digamos, de sobrevivir.

“El Zalgiris ganó al CSKA tres finales seguidas. ¿Héroes? En Lituania éramos pequeños y queríamos morder a alguien grande”

Hubo una rivalidad tremenda entre el Zalgiris y el CSKA, seis finales seguidas de la Liga soviética y tres triunfos lituanos entre 1985 y 1987, ¿cómo recuerda aquellas batallas con los que eran sus compañeros de selección?

El campo es el campo, parecíamos enemigos, pero después del partido… a otra cosa. En el Zalgiris éramos todos lituanos y queríamos demostrar que también podíamos ganar. En los primeros años no era posible, pero luego lo conseguimos. ¿Como unos héroes? Mira, entonces no había mucho deporte de élite en Lituania, había fútbol y un equipo de baloncesto que llegó a acabar tercero el campeonato (el Statyba Vilna, en 1979). Y nosotros, claro. Hubo mucha felicidad, mucha celebración, éramos pequeños y queríamos morder a alguien grande, y lo hicimos.

Era el arma del Zalgiris y a la vez de la URSS, vital para ganarle a los yugoslavos, a los americanos, no descansaba nunca, jugaba en invierno y en verano, parecía que lo exprimieran. ¿Esa fue la causa de su grave lesión en el tendón de Aquiles en 1986?

Y eso me pasaba incluso antes, cuando tenía 16, 17 y 18 años, no paraba de jugar, con el Zalgiris, con la selección soviética júnior, con la absoluta, con la júnior lituana, en todos lados… Por eso ahora no me canso de repetir que hay que cuidar a los hombres altos jóvenes, porque se desarrollan de manera más lenta y necesitan su tiempo. Si me hubieran cuidado más y hubiera jugado solo en dos competiciones cada año, posiblemente no hubiera sufrido esa lesión, pero como iba de un aeropuerto a otro y a otro sin parar, pues normal que algo pasara. ¡Y menos mal que aún pude seguir jugando! Muy pocos deportistas de élite continúan en activo después de dos o tres lesiones graves del tendón de Aquiles, como las que tuve yo.

Tras pasar una temporada muy mermado y perderse el Eurobasket de 1987, las autoridades soviéticas le permiten viajar a Portland (los Blazers lo habían elegido en el draft de 1986) para operarse y recuperarse inicialmente allí. ¿Se le hizo duro pensar que a lo mejor no podría volver a jugar?

No, porque siempre confié en los doctores, creía en lo que me decían, y nunca pensé que no volvería a jugar. Lo único, que perdí tiempo, resulta muy duro afrontar una recuperación así, porque quieres ir más rápido y no lo consigues, y tampoco puedes porque tienes que hacerlo todo paso a paso, no puedes correr el riesgo de una nueva rotura, porque esa sí podría ser para siempre. Es duro, pero nunca pensé que no lo lograría. A partir de entonces jugué con una prótesis (en el pie derecho) que evitaba que el tobillo se girara de más y se rompiera.

El doctor Cook de Portland trataba de recuperarle y el seleccionador John Thompson avisaba del peligro de que usted llegara a tiempo a los Juegos de 1988 y les ganara el oro a los americanos, como así pasó. ¿Recuerda aquella polémica?

“Le decía a Gomelski después de la lesión que me llevara a los Juegos de Seúl incluso de turista, era una oportunidad única”

Los médicos hacían su trabajo y el entrenador y algunos más estaban pendientes de otras cosas. Lo entiendo, pero para mí era una oportunidad única porque en 1984 no pudimos ir a los Juegos Olímpicos (debido al boicot soviético a la cita de Los Ángeles como respuesta al de Estados Unidos en Moscú 80) y en aquel momento pensaba que era ahora o nunca, que me quedaría sin conocer los Juegos (luego, sin embargo, se colgaría dos bronces con Lituania, en Barcelona 92 y Atlanta 96). Le decía a Gomelski (seleccionador de la URSS y algo más) que me llevara aunque fuera de turista, para estar dentro y ver cómo era todo.

Alexander Gomelski le diría que sí a lo de ir como turista y luego...

“Y Gomelski me explicaba en 1988: ‘Lo importante es que estés en el banquillo, echa una mano cuando puedas, no te voy a matar…”

Al final fui como jugador, me explicaba: “Lo importante es que estés en el banquillo, echa una mano cuando puedas, no te voy a matar…”. Pero cuando llevas año y medio sin jugar, las palabras se las lleva el viento, quieres saltar a la cancha, hacerlo todo.

¿Cómo recuerda aquella semifinal histórica ante los americanos, que supuso su segunda derrota olímpica en 52 años, y la final frente a los yugoslavos?

Teníamos un muy buen equipo y mucha confianza en nosotros mismos, aunque eso no quiere decir que pensáramos que íbamos a ganar seguro a los americanos. Luego salió bien y… olé. Y contra Yugoslavia fuimos perdiendo al principio, pero siempre pensábamos que daríamos un empujón y ganaríamos, que seguro que no les íbamos a dejar vencer esta vez.

A España le pasaba igual, con los yugoslavos la rivalidad era más grande, había más tensión.

Sí, siempre era difícil, jugaban con el aspecto psicológico. Por ejemplo, con los americanos no sabían hacerlo, pero contra nosotros, sí. A nosotros nos pasaba un poco al revés, contra EE UU jugábamos mejor, quizá más tranquilos, pero con ellos no sé qué ocurría, pero… ya está, ya pasó, fue hace muchos años, me preguntas y me cuesta recordar.

Y con el oro al cuello Gomelski hizo las gestiones para que varios de ustedes pudieran salir a jugar fuera un año después, en 1989. Marciulionis y Volkov a la NBA y Sabonis a España, ¿no se veía aún preparado para ir a EE UU por la lesión?

Sabonis, en Valladolid, frente a Antonio Martín, del Real Madrid.
Ampliar

Sabonis, en Valladolid, frente a Antonio Martín, del Real Madrid.

Sucedió todo rápido. Gomelski nos había dicho que, si ganábamos los Juegos, arreglaría las cosas para que pudiéramos jugar en el extranjero, y ganamos. Pero eran aún tiempos complicados por la época, el momento histórico, resultaba difícil de creer del todo que saliéramos a una liga de fuera. Yo venía de la lesión y cuando llegó Gonzalo Gonzalo (presidente del Valladolid) y me planteó la opción de ir a la ACB, dije que sí. Quería salir, aunque claro que no sabía todo lo que iba a pasar a continuación (la URSS se derrumbó y quedó oficialmente disuelta en diciembre de 1991). No lo pensé mucho, recibí la oferta y… vamos.

Conocía España de campeonatos y muchos partidos, ¿le gustaba ya antes de llegar?

Y hasta ahora. Mira, mis dos primeros hijos nacieron en España y todos (cuatro en total, Zygimantas; Tautvydas; Domantas, dos veces all star en la NBA y nacido en Portland; y su única hija, Ausrine) fueron a la escuela en su país. Aún digo que estoy muy contento de que me tocara España. Me gusta el país y me gustan los españoles, todo lo que tienen.

Sabonis, al lado de su hijo Domantas, en una convocatoria de la selección de Lituania.
Ampliar

Sabonis, al lado de su hijo Domantas, en una convocatoria de la selección de Lituania.

Dicen que un Sabonis sin lesiones hubiera sido uno de los grandes pívots de la historia de la NBA, pero el Sabonis posterior era mejor jugador, más constante, leía mejor el juego, ¿qué piensa usted?

Que la edad todo lo cura, mi falta de regularidad en los primeros años creo que se debía a que era muy joven. Sin lesiones, también hubiera cumplido años, hubiera madurado… no lo sé. Al final, estaba contento de que todavía pudiera jugar, de que todo saliera como salió después de dos lesiones.

Hace un año recordábamos que en su sexta temporada en España batía el récord ACB aún vigente con 66 de valoración. En un curso en el que también hizo 58 y 54 y en 15 partidos 39 o más créditos y en 24 de las 41 jornadas rebasó los 30. Números y constancia increíbles.

Entonces solo había dos extranjeros permitidos y tenía que responder en todos los partidos, no como ahora, que hay muchos y a veces no sabes quién va a jugar o si alguien descansa. Entonces debía responder siempre, para eso me habían fichado, era otro baloncesto. Y ganamos la Liga y la Copa y la Copa de Europa después de muchos años.

¿Los bases…? Una tragedia (se ríe). Tenía bastante con que me pasaran después de mucho gritar. Les decía ‘dadme el balón’ y no me lo daban”

¿Los bases trataban de buscarle en el lado bueno para que pudiera girarse hacia la derecha?

¿Los bases…? Siempre una tragedia (se ríe), ya tenía bastante con que me pasaran después de mucho gritar y pedir el balón, de presionarles. Les decía “dadme el balón” y no me lo daban.

¿Estuvo alguna vez sancionado en la URSS por vender caviar o otros productos en sus viajes fuera del país?

No, nunca tuve problemas.

¿Y Gomelski?

Creo que sí, estuvo sancionado uno o dos años sin poder salir fuera de la URSS, algo tenía.

Y en 1995 se va a Portland tras ganar la Copa de Europa y llega a la NBA como un rookie de casi 31 años, ¿con qué expectativas aterriza?

¿La verdad? No esperaba nada, solo quería probar y verlo todo, que era nuevo para mí. Los partidos en la NBA son iguales, hay que pasar, defender y anotar, solo que con otro nivel de jugadores.

Y en 2000 rozan el anillo pero pierden en el séptimo partido de la final del Oeste ante los Lakers.

Sabonis defiende a Shaquille O'Neal en un Lakers-Portland.
Ampliar

Sabonis defiende a Shaquille O'Neal en un Lakers-Portland.

Casi, casi, pero hay que ganar, si no pasas, no sirve. Es como una final, casi, casi y pierdes. Y caímos por 4-3.

¿Fue Shaquille O’Neal el rival más duro de toda su carrera?

Sí, muy fuerte. En Europa recuerdo a Audie Norris, me hacía trabajar a tope, igual que Fernando Martín.

¿Cómo fue la temporada de su despedida en el Zalgiris con 39 años? Se quedaron a un segundo de la Final Four y quizá de ganar la Euroliga.

Ganar, no, pero la Final Four… sí. Ahí sí que estaba el partido ganado, estaba hecho y Dios decidió diferente (Derrick Sharp, del Maccabi, anotó de tres in extremis tras un pase de campo a campo en dos segundos). Triple y ya está, perdimos en la prórroga. A veces un segundo o dos en el baloncesto cambian muchas cosas.

Sabonis, con el Zalgiris, ante el Unicaja de Bullock.
Ampliar

Sabonis, con el Zalgiris, ante el Unicaja de Bullock.

¿En 2004 pudo fichar por el Unicaja?

Empecé en el Zalgiris y siempre dije que quería retirarme en el Zalgiris, y eso hice.

Back to top